“CONDENSEMOS LA FELICIDAD Y ASIMILEMOS EL VIVIR MEJOR CON MENOS”
Zenair Brito Caballero
A
propósito de la crisis económica que arrastra Venezuela desde hace 14 años, se
ha intensificado el debate sobre los límites que la naturaleza le impone
a la producción de bienes y servicios. La modernidad trajo consigo la idea del
crecimiento económico como el camino hacia el bienestar y la felicidad.
El
crecimiento del PIB se convirtió en la meta de cada país. La consigna es
incrementar de manera constante la producción y el consumo. Ese modelo dio
origen a un modo de vida que nos hizo esclavos del dinero, del trabajo y del
consumo, en un mundo caracterizado por las desigualdades, los desequilibrios y
los afanes hegemónicos de unos cuantos países.
Neciamente
se procura que la economía crezca infinitamente empleando para ello unos
recursos planetarios que son finitos, limitados, se agotan y su
renovación toma demasiado tiempo. La biosfera tardó cerca de 300 millones de
años en producir los combustibles fósiles que la era industrial ha consumido
casi a la mitad en 300 años.
Es
un modo de producción depredador y por eso mismo insostenible; no es sólo un
problema de contaminación, deterioro ambiental y agotamiento de recursos. Está
en juego la supervivencia misma de la especie humana
El
cuestionamiento de este modelo de producción ha llevado a algunos pensadores,
académicos y políticos a lanzar una propuesta novedosa aunque poco atractiva y
quizás difícil de comprender, suena utópica. Se trata de crecer menos o de no
crecer a partir de la reducción de la jornada laboral y del freno al
saqueo de los recursos naturales.
En
Venezuela y particularmente en la región del Amazonas y en La Guajira
encontramos evidencias contundentes de lo que implica la sobreexplotación
minera que de continuar al mismo ritmo hará inhabitables extensas áreas de esta
zona.
En
otros lados se dan guerras por el petróleo, por el agua, por el litio, en
fin, por los recursos que demanda un ritmo de producción y consumo que no
quiere parar. El decrecimiento es, desde luego, contrario a la ideología
imperante, por eso mismo nos exige cambiar de mirada, revisar muchos conceptos,
reestudiar y reaprender otros para ser capaces de imaginar una sociedad
alternativa basada en nuevos valores y, a partir de ahí, construir un nuevo
proyecto de vida compatible con la defensa y conservación de la naturaleza.
Se
argumenta a veces que el aumento de la población exige una mayor producción
pero en realidad si el proceso evolutivo de las especies ha hecho posible que
los pobladores humanos seamos más de 7 mil millones es porque es factible
la convivencia en un entorno armónico.
Es
cuestión de hacer compatible el ritmo de consumo con los ciclos regeneradores
del planeta. Tenemos que aprender a vivir con menos, de forma más sencilla,
para que la vida humana pueda continuar y para que también nuestros
descendientes puedan habitar este planeta
Desde
luego, la gran responsabilidad en esta materia le cabe al mundo de los ricos, a
los países del norte, Europa, EEUU, Japón que deben modificar sustancialmente
sus estilos de vida. Nadie puede esperar, por ahora, que sean los países del
sur los que deban decrecer cuando faltan por satisfacer necesidades vitales
para millones de sureños, pero sí es una exigencia el crecer de otra manera y
producir sólo los bienes indispensables para garantizar una vida sana y digna.
Hay
que aprender de los pueblos orginarios de Bolivia y Ecuador que han consagrado
en sus nuevas Constituciones EL BUEN VIVIR como un derecho legítimo y dicen que
éste debe ser el objetivo fundamental de la política Pero no se trata solamente
de preservar la naturaleza y cuidar el planeta.
Todos
debemos frenar el consumismo voraz generador de ansiedades y de estrés y
de variados problemas de orden síquico, advertimos los sicólogos convencidos de
que la disponibilidad de más bienes no significa mejor calidad de vida.
El
incremento del PIB no implica aumento de la felicidad de los ciudadanos. Hay
que aprender a vivir mejor con menores niveles de consumo, más vínculos
familiares, mejores relaciones sociales y una mayor sincronización
entre la vida laboral y la vida familiar. Quizás no sea fácil pero es
posible! britozenair@gmail.com