sábado, 25 de agosto de 2012

LA INDIFERENCIA A LAS PERSONAS DECENTES



LA INDIFERENCIA A LAS PERSONAS DECENTES
Zenair Brito Caballero 
(britozenair@gmail.com)

A VECES LOS ARBOLES NO NOS DEJAN VER EL BOSQUE
El molesto ruido que ocasionan las noticias de cosas malas que suceden a nuestro alrededor no nos deja apreciar muchas cosas positivas que tienen lugar en el mismo entorno. La vida no se reduce a atemorizarnos con tantos asaltos y asesinatos, también existen millones de personas que todos los días trabajan estudian y se esfuerzan en ir forjando una mejor sociedad.

Valorar el silencio de los decentes no significa desconocer los actos violentos, pero nos ayudan a tener una perspectiva más realista del país. Ejemplo de ello son muchos: Acaban de actuar exitosamente en varias ciudades europeas, los jóvenes y los adolescentes de la orquesta Sinfónica Simón Bolívar, quienes utilizan sus instrumentos como los mismos ángeles bajo la batuta del maestro Dudamel. 

Un ejemplo monumental que  nuestros jóvenes no están condenados a ser pirañitas.

En muchas escuelas venezolanas, hay grupos de escolares que estudian diariamente con su pequeña computadora. Son nativos digitales que se preparan para afrontar el desafío de un mundo cada vez más inmerso en la era digital y la informática. Bien por la gente que hace posible esta exitosa experiencia

En muchos colegios la palabra “emprendedurismo” ya no es un vocablo de otra galaxia, pues los estudiantes se unen, crean mini empresas y producen cosas que luego comercializan en el mercado. Los muchachos aprenden que usando su inteligencia, organizándose y trabajando, pueden tener éxito en sus emprendimientos. Esta es una buena forma de combatir la perniciosa idea que lo mejor es recurrir a un padrino para trabajar en un ente público    .

Centenares de jóvenes en todo el país se asocian para realizar tareas de servicio social, ayuda a los más necesitados, construcción de viviendas populares, asistencia a niños y ancianos desamparados, etc. Hay voluntarios que cuidan a niños enfermos de sida, otros que enseñan lo que pueden a pequeños con limitaciones físicas o retraso mental. Admirable y reconfortante, ante tantas noticias de jóvenes involucrados en riñas de barras bravas, discotecas, asaltos o el submundo de las drogas

En ciertos pueblitos de los andes y de los llanos, es posible ver a miles de campesinos labrando la tierra, cosechando el fruto de su trabajo, disfrutando de una linda casa y confortables vehículos. Son los productores agrícolas que generan gran parte de la riqueza nacional. El exigente trabajo no les deja tiempo para ir a la capital a realizar manifestaciones o pedir subsidios monetarios al Estado
¡Cuántos hombres y mujeres se levantan poco después de medianoche, alzan al hombro cajones de productos frutihortícolas o el folclórico remedio casero, o viajan en pésimas condiciones hasta los mercados capitalinos para ganarse el sustento diario! Al caer el sol, regresan a casa y el cuerpo pide descanso porque mañana será otra dura jornada
Son también millones los padres y las madres que mañana, tarde y noche se preocupan por los hijos, por mantener un hogar en armonía, bienestar y progreso. La vida es dura, difícil, pero el amor a la familia es más grande, y pese a los problemas, hay que seguir adelante. Son héroes anónimos, nunca salen en los noticieros, pero vale la pena recordarlos y valorarlos aunque sea de vez en cuando.

El molesto ruido que ocasionan las noticias de cosas malas que suceden a nuestro alrededor no nos deja apreciar muchas cosas positivas que tienen lugar en el mismo entorno. La vida no se reduce a atemorizarnos con tantos asaltos y asesinatos, también existen millones de personas que todos los días trabajan estudian y se esfuerzan en ir forjando una mejor sociedad. Valorar el silencio de los decentes no significa desconocer los actos violentos, pero nos ayudan a tener una perspectiva más realista del país.    

Acaban de actuar en ciudades europeas los adolescentes de la orquesta Sinfónica Venezuela dirigida por Dudamel, quienes utilizan sus instrumentos como los àngeles Un ejemplo monumental de que los niños pobres no están condenados a ser pirañitas.    

En escuelas de Caacupé, hay grupos de escolares que estudian diariamente con su pequeña computadora. Son nativos digitales que se preparan para afrontar el desafío de un mundo cada vez más inmerso en la era digital y la informática. Bien por la gente que hace posible esta exitosa experiencia. 

En muchos colegios la palabra “emprendedurismo” ya no es un vocablo de otra galaxia, pues los estudiantes se unen, crean miniempresas y producen cosas que luego comercializan en el mercado. Los chicos aprenden que usando su inteligencia, organizándose y trabajando, pueden tener éxito en sus emprendimientos. Esta es una buena forma de combatir la perniciosa idea de que lo mejor es recurrir a un padrino para trabajar en un ente público.    

Centenares de jóvenes en todo el país se asocian para realizar tareas de servicio social, ayuda a los más necesitados, construcción de viviendas populares, asistencia a niños y ancianos desamparados, etc. Hay voluntarios que cuidan a niños enfermos de sida, otros que enseñan lo que pueden a pequeños con limitaciones físicas o retraso mental. Admirable y reconfortante, ante tantas noticias de jóvenes involucrados en riñas de barras bravas, discotecas, asaltos o el submundo de las drogas.    

En ciertos departamentos como Itapúa, Alto Paraná, Caaguazú y regiones chaqueñas, es posible ver a miles de campesinos labrando la tierra, cosechando el fruto de su trabajo, disfrutando de una linda casa y confortables vehículos. Son los productores agrícolas que generan gran parte de la riqueza nacional. El exigente trabajo no les deja tiempo para ir a la capital a realizar manifestaciones o pedir subsidios monetarios al Estado.    

¡Cuántos hombres y mujeres se levantan poco después de medianoche, alzan al hombro cajones de productos frutihortícolas o el folclórico remedio yuyo, o viajan en pésimas condiciones hasta los mercados capitalinos para ganarse el sustento diario! Al caer el sol, regresan a casa y el cuerpo pide descanso porque mañana será otra dura jornada.    

Son también millones los padres y las madres que mañana, tarde y noche se preocupan por los hijos, por mantener un hogar en armonía, bienestar y progreso. La vida es dura, difícil, pero el amor a la familia es más grande, y pese a los problemas, hay que seguir adelante.    

Son héroes anónimos, nunca salen en los noticieros, pero vale la pena recordarlos y valorarlos aunque sea de vez en cuando.

NO ES CASUALIDAD QUE SE HAYA PERDIDO EL PLACER DE APRENDER


NO ES CASUALIDAD QUE SE HAYA PERDIDO EL PLACER DE APRENDER
Zenair Brito Caballero

Nuestra generación quiso dar lo mejor a los niños y jóvenes actuales. Tuvimos grandes sueños para ellos. No querían muchos padres que tuvieran las dificultades por las que ellos habían pasado. Algunos padres colocaron Tv, compraron celulares,  blackberry, IPAD, tabletas, video-juegos  y computadora en las habitaciones de sus hijos. Otros colmaron de actividades a sus hijos matriculados en cursos de inglés, ballet, natación, futbol, informática, etc.
Todas eran excelentes intenciones, solo que algunos no sabían que los niños necesitan tener infancia, que van de inventar, correr riegos, frustrarse y maravillarse por la vida.  Los padres han creado un mundo artificial para los hijos y hoy están pagando un precio carísimo. Veamos algunas consecuencias:
Estamos obstruyendo, ahogando la inteligencia de los niños y adolescentes. Esperábamos que en el siglo XXI los jóvenes fueran más solidarios, responsables, ambiciosos, emprendedores y que amaran el arte de pensar, de cavilar, de reflexionar. Pero muchos viven aislados, incomunicados, sin proyectos de vida.
En los colegios, la situación es peor. Maestros, profesores  y alumnos conviven durante años en las aulas, pero son extraños entre sí. Se esconden detrás de los libros, de las computadoras. Pero la culpa es del sistema educativo que venimos arrastrando desde hace años.
Los jóvenes aprenden a resolver problemas matemáticos, pero no saben resolver sus conflictos existenciales. Se les enseña a hacer cálculos y solucionarlos pero la vida está llena de contradicciones, las cuestiones emocionales no pueden calcularse, ni dan una solución exacta. No se preparan los jóvenes para lidiar con las decepciones, ya que se les educa solamente para el éxito. Vivir sin problemas es imposible.
Un mal uso de las funciones de la memoria. Estamos obstruyendo la inteligencia de los jóvenes y el placer de vivir con el exceso de información que les ofrecemos, pues nuestra memoria se ha transformado en un depósito de datos inútiles. El conocimiento se ha multiplicado y el número de centros de enseñanza ha crecido como en ninguna otra época, pero no estamos fomentando pensadores ni intelectuales. No es casualidad que haya perdido el placer de aprender.
Simultáneamente los medios de comunicación hacen un estímulo poco inofensivo, pues con el tiempo los adolescentes pierden el placer por los pequeños estímulos de la rutina diaria, necesitan hacer muchas cosas para disfrutar un poco, lo cual genera personalidades insatisfechas. Es una generación de insatisfechos.
Estamos informando a los jóvenes pero no formando su personalidad.   Estos jóvenes conocen cada vez más el mundo en que están, pero casi nada del mundo que son. El ser humano es un extraño para sí mismo. La educación se ha vuelto seca, fría y sin condimento emocional. Los jóvenes raras veces saben pedir perdón, decir lo siento, colocarse en el lugar del otro. Miles de jóvenes se drogan pero ninguno es feliz.
Buscando padres brillantes y maestros o profesores fascinantes. Necesitamos saber algo sobre el funcionamiento de la mente y cambiar algunos pilares de la educación. Los pocos buenos maestros o profesores están estresados y generan alumnos sin preparación para la vida. Los pocos buenos padres están confundidos y originan hijos con conflictos, con problemas. Por ello amigo que me lees “un educador excelente aprende dándose, entregándose y es abierto al conocimiento”.