domingo, 9 de junio de 2013

SE DEJÓ DE LADO LA PALABRA TOLERAR

“SE DEJÓ DE LADO LA PALABRA TOLERAR”

Zenair Brito Caballero

La tolerancia como virtud cívica y como valor ético sigue extraviada en el ambiente político venezolano. Parece ilusorio lograr ese consenso mínimo, indispensable para que la aun llamada democracia funcione civilizadamente; la coexistencia pacífica, en medio de las diferencias,  sigue siendo una asignatura pendiente porque históricamente ha prevalecido el sectarismo como práctica política desfavorable y negativa.

De ahí han surgido los radicalismos y la larga  confrontación en estos casi 15 años de régimen socialista-comunista. El diálogo constructivo entre contrarios no ha sido posible, y parece que no bastan las miles de muertes y asesinatos para entender y aceptar que el único camino hacia la paz pasa por la tolerancia y el debate civilizado e ilustrado. La cultura de la paz sólo es posible en una sociedad tolerante, condescendiente, comprensiva y flexible, caracterizada por la diversidad ideológica y cultural.

Tolerar amigos lectores, es aceptar la pluralidad en todos sus campos y expresiones. Es respetar las ideas, visiones, credos y prácticas de los demás, aunque difieran de los propios, siempre y cuando todas se ajusten a los principios, valores e instituciones sobre los cuales se sustenta una verdadera democracia y no un falso socialismo-comunismo a la cubana como el que sea pretendido imponer en nuestro país.

La tolerancia, junto a la justicia, la libertad, la igualdad ante la ley, la participación ciudadana y la soberanía popular  son pilares sobre los que debe sostenerse todo régimen auténticamente democrático, pero no uno socialista-comunista como  dicen sus seguidores es el nuestro.

Obviamente no hay que confundir la tolerancia con la indiferencia ni con la permisividad ante posiciones o prácticas socialmente perjudiciales. La diversidad, la heterogeneidad, las diferencias y la pluralidad, son, desde todo punto de vista, enriquecedores y vitales porque generan interacciones, cambios, transformaciones y dinamizan los procesos sociales.

La uniformidad absoluta no es posible y sería un freno al desarrollo. La tolerancia debería ser un compromiso de todos los venezolanos, de los ciudadanos afectos al régimen y los disidentes a él, de las comunidades y desde luego del Estado.

Venezuela es un país pluricultural, heterogéneo y variado donde sus habitantes tenemos distintas maneras de actuar y de expresarnos, y dentro de esa diversidad se dan también las diferentes visiones del mundo y de las cosas y a partir de ahí surgen las ideologías contrarias como algo consustancial a la verdadera democracia.

Es así en todo el mundo. Ninguna sociedad es homogénea. En Venezuela, por desgracia, el gobierno socialista-comunista a los contrarios no les reconoce como adversarios políticos, sino como enemigos irreconciliables y cada uno señala al otro como único responsable del problema. No se permite el disenso, el desacuerdo, la disconformidad, la obstinación, y el sectarismo es eliminar al contrario a costa de lo que sea.

La hostilidad se exacerba permanentemente y copa todos los escenarios donde deberían reinar el diálogo y la conversación constructiva. El insulto, la humillación, el agravio y la ofensa marcan un estilo practicado desde hace casi 15 años, afianzado por el verbo incendiario, burlesco, jocoso y permanente del ilegítimo y sus compinches rojos-rojitos en sus constantes cadenas y en el circo montado por los diputados comunistas en la Asamblea Nacional.

La discriminación se ha disparado también. Todas las censuras comienzan con expresiones descalificadoras a los disidentes al régimen; las críticas contra cualquier desempeño han estado siempre marcadas por el odio, la rabia, la envidia y hasta el color de piel. En un país cargado de rico mestizaje hay quienes aun se creen  puros, indoeuropeos o caucásicos.

Tanta intolerancia atenta contra el derecho a la vida,  crispa los ánimos y acentúa la confrontación; las amenazas contra líderes populares, políticos, sindicalistas, periodistas y medios de comunicación son intensas.

Muchos hombres y mujeres disidentes al socialismo-comunismo corren, en serio, el riesgo de ser liquidados por bandas criminales de ultraizquierda que, con nuevos nombres, anuncian que “tienen la orden de encarcelar o liquidar” a dirigentes contrarios y a miembros de organizaciones de mujeres y defensores de derechos humanos; a todos los acusan de manejar un discurso de derecha fascista y de criticar la  confiscación de tierras y al gobierno de su amadísimo presidente Nicolás Maduro.

Mientras tanto, nosotros, usted y yo amigo lector los que no somos violentos, deberíamos unir nuestras voces de paz y de reconciliación a Dios y a Jesús Misericordioso, y soñar con una Venezuela donde quepamos todos y donde prevalezcan la convivencia, la unidad, la paz, la solidaridad, la tolerancia y la justicia social.

Si se puede, con una resistencia pacífica por la verdad y la Democracia, la paz y la libertad,  tarde o temprano ha de llegar. ¡Que así sea!  




LOS INDIVIDUOS CARENTES DE DECORO Y DE VERGÜENZA

LOS INDIVIDUOS CARENTES DE DECORO Y DE VERGÜENZA

Zenair Brito Caballero 

Hoy al escribir este artículo puedo considerarme, de alguna forma, una escribidora, léase bien no escritora ni escribiente. Viéndolo así ¿Qué necesito para serlo?, pues claro, escribir y es lo que hago todos los días porque lo sé hacer.
Hoy he aprendido a apreciar los pequeños detalles, los pequeños regalos que nos da la vida. He aprendido a escuchar la armonía que pueden tener dos palabras que se unen formando un verso, y más tarde un hermoso poema que adormece corazones, sin pudor alguno.
He aprendido a amar las palabras y lo delicioso que se siente escribirlas, para que luego otro, llegue a leerlas. He crecido como mujer, como madre, como abuela, como persona y disfruto ser  como lo he sido siempre honesta, decente y auténtica. Eso sí, disfruto al quitarme la máscara y poder dejar que vean, lo que de verdad soy.
Disfruto ver más allá del horizonte. De llegar lejos, adonde me lleve la mente y el corazón. Creo que a eso le llaman ser más humano. Como también se aprende a odiar, hacer rabiar, y a ser orgulloso. Cosas no tan buenas, pero que le dan sabor a la vida ¡y de qué manera! También me he dado cuenta que en este mundo de los medios impresos hay personas no tan nobles, sin escrúpulos, inmorales para no decir malas. A veces los describiría como víboras que engullen su presa ferozmente
Pero eso es algo grotesco. Son individuos que no ven la parte bonita de la vida, que no se dedican a soñar; sino a crear pesadillas para los demás. A veces me duele haber cohabitado legalmente tantos años o tratado con una persona como esas. Que disfrutan sádicamente ver como la rabia trata de apoderarse de corazones sinceros y libres de toda tiranía
Son enfermos mentales, que como si bebieran la sangre de un sabio, sin darse cuenta que tiene los efectos del veneno para aquel que la bebe, sin antes apreciar su pureza ese que solo la bebe por amor a hacer el mal, y no por amor a saber utilizarla y proveerse de toda sabiduría que proporciona.
Hay personas de todo tipo y personas con el alma de diferente color. Unos la tienen negra y otros blanca, como la nieve que en invierno cubre los caminos y callejones. Unos la tienen azul, como los ojos de aquella diosa, la de los ojos de lechuza. Otros la tienen roja, como las llamas que yacen crepitando, formando el fuego infernal. Que es único por la maldad que enciende. Como también puede ser la pasión convertida en deseo.
Yo no pienso que aquellos que tienen negra el alma sean malvados y vacíos de sentimiento, al contrario. Pienso que están llenos de dolor, de remordimientos de conciencia, agonía, sufrimiento por todo el mal que han hecho en su recorrido por la vida. Pues, el negro representa la ausencia de color. Y viéndolo de esa forma. La única compañía que tienen es la de la amargura y la agria soledad interior.
En fin volviendo a los tipos de persona las que de verdad no le ven el sentido a la vida son aquellos que tienen bocas impertinentes. Como aquel que se califica de alta moral, honesto, inmaculado y puro. Quien no le conoce que le compre. Me encantaría saborear un final como aquel, que ya no es un final hubiese sido interesante dejar esto hasta aquí, pero el impulso de seguir escribiendo me come por dentro.
No comprendo, cual es la parte dulce e interesante de vivir vanagloriándose de  actitudes y valores que no se tienen porque se desconocen ¡POBRE HOMBRE!,. De decir cosas de su vida solo por el placer de crear un rumor que no tiene ni pizca de realidad porque la mayoría solo conoce la imagen que aparenta frente al espejo
Yo pienso que el verdadero sabio calla y se limita a observar. A trasmitir con los ojos, únicamente su verdad, sin necesidad de vanagloriarse para con ello desprestigiar y ofender a los demás.
Las personas deberíamos ser como obras de arte. Como cuadros que posan guindados en la pared. Que conservan su belleza interior sin opacar la de alguien más. Que enseñan una pequeña parte de su ser, para así, atraer al espectador a que se plantee descubrir del cuadro, sus secretos, esos que se esconden debajo de esas numerosas capas de pintura
A veces pienso que no deberíamos tener boca, para saber y poder callar y así, tener más tiempo para aprender a sentir y aprender a amar. Para instruirse a darnos cuenta que hay cosas que hieren y que hacen daño en el corazón. Y cosas que de verdad, si deberían ser escuchadas.

Porque es eso lo que a veces hacemos todo lo contrario, golpes bajos de palabras escritas en un diario o en una pobre columna periodística para echárselas de dechado de virtudes y que dejan almas afectadas. Pues los culpables, son aquellos como aquel de boca desvergonzada e inmoral.

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