LA VERDAD ALGÚN DÍA SALE Y ACABARÁ CON LA MENTIRA
Zenair
Brito Caballero
Más allá de las
lamentaciones y denuncias sobre las tracalerías o marramuncias que pudiese
haber usado el fallecido comandante y sus radicales seguidores socialistas-comunistas
del comando electoral y del CNE, hay que recordar que fue su perspicacia y
perversidad de acomodar la Constitución a su llamado proyecto revolucionario y
manipular las leyes lo que han permitido a los socialistas-comunistas a la cubana atornillarse
en el poder.
A partir de la muerte del
teniente-coronel, comenzaron infinidad de maniobras, artimañas, trucos, farsas,
manipulaciones y tretas. La continuada veneración al extinto comandante en el
llamado Museo de la Montaña, por ejemplo, lo colocan al borde de la compasión
creando en el pueblo una misión lástima, porque en vida, siendo ateo, manipuló
a sus seguidores con la religión y haciéndose ver como creyente de Dios y de
Cristo, llorando ante el Santo Cristo de la Grita y comulgando ante miles de
fieles en misa, luego de renegar de la iglesia y de los sacerdotes católicos;
compró votos entre los pobres dando dinero a adolescentes embarazadas, a
ancianos y a personas necesitadas, bolsas de comida de Mercal y de Pdval a
hambrientos por la pobreza que él mismo había provocado; y lo más cruel fue que
se envalentonó con una fulana guerra civil que, seguramente, asustó a muchos.
Nuestro país es una Nación
polarizada, dividida, donde ocurre un pugilato entre dos grupos sociales:
chavismo vs oposición. En otros tiempos fue lo contrario. No me refiero a
pobres y ricos, sino a cargas humanas que se aplastan entre sí por
resentimiento o codicia.
A pesar de eso, valerosos
opositores al socialismo-comunismo hicimos hasta lo imposible por cambiar el
destino con un candidato a presidente bien preparado para ocupar el cargo al
abogado y dirigente político Henrique Capriles Radonski. Más de 15 millones,
equivalente al 80 por ciento del padrón electoral, fuimos a las urnas y por lo
menos felizmente la mitad somos más que contrarios.
Sin embargo, el CNE fue
quien escogió al Presidente y no el pueblo como lo demostró realmente con sus
votos en las urnas electorales, colocando al ilegítimo Maduro en el poder y lo
que sí pueden estar seguros amigos lectores es que la “democracia” funcionó
como él presidente socialista-comunista la escribió en su libreto antes de
morir.
Los venezolanos que
votaron por Maduro no sabían ni se imaginan lo que se les venía encima. Quienes
gobiernan hoy después de la muerte del Comandante, incluyendo a sectores de las
fuerzas militares, son sabandijas que devoran todo a su paso y están dejando al
país en la ruina, convertido en el único baluarte de un comunismo arcaico
marxista-leninista a la cubana que nos está matando de hambre con el desabastecimiento,
la escasez, la corrupción y las devaluaciones y un mísero salario que no da ni
siquiera para comprar la canasta básica.
Sin dejar que la oposición
se levante aun del garrotazo recibido por el CNE, el chavismo de Maduro y del
Tenientico Diosdado Cabello, amenazan que la revolución socialista se
radicalizará; entonces, debemos preocuparnos porque habrá más persecución a la
prensa y más expropiaciones con el engaño y la trampa, que es la riqueza
recuperada para el pueblo, pero es mentira, porque quienes viven con lujos y
derroche son los que están en el poder, en la macolla roja-rojita.
Los venezolanos no
podremos saber qué pasó con los lingotes de oro, propiedad de los ciudadanos,
que el extinto comandante hizo trasladar al país desde bancos extranjeros. Hace
más de un año, Venezuela estaba en el puesto 15 de las reservas mundiales de
oro con 365 toneladas, que equivalen al 60.8% de sus depósitos en divisas, de
acuerdo al Consejo Mundial del Oro.
Al morir Chávez, y quedar
Maduro como sucesor, temámosle más a los chavistas socialistas-comunistas a la
cubana, que no solo seguirán desfalcando los fondos del Estado, sino que
acomodarán los ideales de la revolución bolivariana, para el bienestar de su
ambición y sin importar que el pueblo se muera de hambre.
En Venezuela, en la
llamada IV República, no había tanta criminalidad. Era un país con pobreza evidente, pero con futuro pujante,
lleno de gente trabajadora, buena educación, buenos hospitales, excelentes
profesionales y con menos delincuencia y
más empleo. Pero hoy Caracas y varias ciudades del interior están consideradas
como las ciudades más peligrosas de Latinoamérica y muchos de los malhechores
salen de las milicias bolivarianas que armó el gobierno para defender su causa.
Solo resta encomendarse a
Dios y a Jesús Misericordioso, que los
ciudadanos que creen en la revolución socialista-comunista a la cubana de
nuestro país despierten rápido de su aturdimiento y que no se repita la larga
historia de desasosiego y miedo que embarga a millones de cubanos hace más de
50 años. “La verdad algún día sale y acabará con la mentira”.
britozenair@gmail.com