martes, 25 de septiembre de 2012

“NO ES LO MISMO INDIGNARSE QUE ESTAR INDIGNADO”


“NO ES LO MISMO INDIGNARSE QUE ESTAR INDIGNADO”
Zenair Brito Caballero 
(britozenair@gmail.com)

Hoy nuevamente amanecí sin ganas de escribir sobre política y voy a señalar un aspecto que psicológicamente está afectando a miles de venezolanos. 

Todos las personas de este planeta somos seres emocionales, es decir, que vivimos y convivimos con las emociones en todo momento; llámese ira, envidia, culpa, temor, alegría, tristeza, dolor, vergüenza, indignación, entre otras más. Te darás cuenta que en un solo día podemos ‘brincar’ en un gran abanico de emociones. Una emoción común es la cólera. Se cree, equivocadamente, que existen emociones buenas y malas, lo cual no es verdad.

Lo que hay detrás de una emoción es una intención y en todo caso, la intención es la que podría ser constructiva o destructiva, pero las emociones no son buenas ni malas, las emociones son naturales, propias de nuestra especie y parte de esta naturaleza es poder expresarlas.

Un problema muy recurrente con la emoción de la cólera es que permitimos que se apodere de nosotros, y reaccionamos desde el arrebato y no desde la conciencia.

El resultado inmediato será un desahogo y una gratificación instantánea ‘de poder’ pero a corto plazo la consecuencia será sentirnos incómodos con nosotros mismos por aquello que hicimos o dijimos al estar sumergidos en la emoción.

Indignarse no es malo. Lo que no es saludable es mantenerse enfurecido, ¿Alcanzas a ver la diferencia? Cuando te indignas lo sientes en ese momento le das salida y te liberas del disgusto, sin embargo, el mantenerte enfurecido significa que ‘encerraste’ tu disgusto en tu interior manteniendo viva la ira y cuando la mantenemos viva es ahí cuando brincamos del disgusto a estar indignados.

Estar indignado significa conservar la ira en nuestro ser. Esto no representa que estarás echando ‘rayos y centellas’ todo el día, esto significa que aún cuando haya pasado mucho tiempo y alguien o alguna situación te conecte a lo que sucedió en el pasado (que te irritó) lo detonará en tu interior volviéndote a ‘encender’.

De hecho, el disgusto se siente en el plexo solar (a la altura del ombligo) y literalmente sientes que arde, que te quema. Si pones atención, la situación a la que te conectas ya no está sucediendo (más que en tu mente) pero tu cuerpo simplemente obedece a tu furia mental.

El primer paso para liberar el disgusto (o cualquier otra emoción) es reconocerlo.
Necesitas no sólo sentir el enfado, necesitas reconocerlo. Una vez que lo reconociste, es indispensable que le demos salida con una sola condición: “No me hago daño a mi ni le hago daño a nadie”. Le puedes dar salida física a tu enojo gritando en tu auto, pateando almohadas o el colchón, pegándole a una bolsa de boxeo o rompiendo periódicos, por poner unos ejemplos.

Esto no cambiará la situación con quién tengas el problema, pero definitivamente te dará mayor espacio en tu mente para pensar con más claridad y serenidad, porque el espacio que ocupaba el disgusto estará libre. Esta necesidad de clasificar y etiquetar las emociones como buenas o malas hace que violentemos nuestro cuerpo al almacenar sentimientos de revancha interior.

Dale permiso que salga, eso te hace ser una persona responsable. Si necesitas tiempo para ‘refrescar tu mente’ ¡Pídelo! Algo que siempre te va ayudar es tu respiración, la respiración profunda, abdominal y consciente oxigena tu cerebro y te ayuda a canalizar las emociones de forma gradual pero significativa.

Cuanto más indefinida está la conciencia mayor probabilidad de vivir una vida mecánica, gobernada por impulsos inconscientes y respuestas automáticas.

Recuerda que tú siempre estás al mando, tú siempre eres quien elige qué hacer.

Es mentira que el que se encoleriza pierde… el que se mantiene enfurecido es el que de verdad pierde. Créeme que muchos de los problemas no son los problemas en si… sino la forma en cómo elegimos reaccionar a ellos. ¡Elige amor a la vida y al prójimo y empieza por ti!

LAS PERSONAS CARENTES DE MORAL Y DE VERGÜENZA


LAS PERSONAS CARENTES DE MORAL Y DE VERGÜENZA
Zenair Brito Caballero 
(britozenairgmail.com)

Hoy al escribir este artículo puedo considerarme, de alguna forma, una escribidora, léase bien no escritora ni escribiente. Viéndolo así ¿Qué necesito para serlo?, pues claro, escribir y es lo que hago todos los días porque lo sé hacer. Hoy he aprendido a apreciar los pequeños detalles, los pequeños regalos que nos da la vida. He aprendido a escuchar la armonía que pueden tener dos palabras que se unen formando un verso, y más tarde un hermoso poema que adormece corazones, sin pudor alguno.

He aprendido a amar las palabras y lo delicioso que se siente escribirlas, para que luego otro, llegue a leerlas. He crecido como mujer, como madre, como abuela, como persona y disfruto ser  como lo he sido siempre honesta, decente y auténtica. Eso sí, disfruto al quitarme la máscara y poder dejar que vean, lo que de verdad soy.

Disfruto ver más allá del horizonte. De llegar lejos, adonde me lleve la mente y el corazón. Creo que a eso le llaman ser más humano. Como también se aprende a odiar, hacer rabiar, y a ser orgulloso. Cosas no tan buenas, pero que le dan sabor a la vida ¡y de qué manera! También me he dado cuenta que en este mundo de los medios impresos hay personas no tan nobles, sin escrúpulos, inmorales para no decir malas. A veces los describiría como víboras que engullen su presa ferozmente

Pero eso es algo grotesco. Son individuos que no ven la parte bonita de la vida, que no se dedican a soñar; sino a crear pesadillas para los demás. A veces me duele haber cohabitado legalmente tantos años o tratado con una persona como esas. Que disfrutan sádicamente ver como la rabia trata de apoderarse de corazones sinceros y libres de toda tiranía

Son enfermos mentales, que como si bebieran la sangre de un sabio, sin darse cuenta que tiene los efectos del veneno para aquel que la bebe, sin antes apreciar su pureza ese que solo la bebe por amor a hacer el mal, y no por amor a saber utilizarla y proveerse de toda sabiduría que proporciona.

Hay personas de todo tipo y personas con el alma de diferente color. Unos la tienen negra y otros blanca, como la nieve que en invierno cubre los caminos y callejones. Unos la tienen azul, como los ojos de aquella diosa, la de los ojos de lechuza. Otros la tienen roja, como las llamas que yacen crepitando, formando el fuego infernal. Que es único por la maldad que enciende. Como también puede ser la pasión convertida en deseo.

Yo no pienso que aquellos que tienen negra el alma sean malvados y vacíos de sentimiento, al contrario. Pienso que están llenos de dolor, de remordimientos de conciencia, agonía, sufrimiento por todo el mal que han hecho en su recorrido por la vida. Pues, el negro representa la ausencia de color. Y viéndolo de esa forma. La única compañía que tienen es la de la amargura y la agria soledad interior.

En fin volviendo a los tipos de persona las que de verdad no le ven el sentido a la vida son aquellos que tienen bocas impertinentes. Como aquel que se califica de alta moral, honesto, inmaculado y puro. Quien no le conoce que le compre. Me encantaría saborear un final como aquel, que ya no es un final hubiese sido interesante dejar esto hasta aquí, pero el impulso de seguir escribiendo me come por dentro.

No comprendo, cual es la parte dulce e interesante de vivir vanagloriándose de  actitudes y valores que no se tienen porque se desconocen ¡POBRE HOMBRE!,. De decir cosas de su vida solo por el placer de crear un rumor que no tiene ni pizca de realidad porque la mayoría solo conoce la imagen que aparenta frente al espejo

Yo pienso que el verdadero sabio calla y se limita a observar. A trasmitir con los ojos, únicamente su verdad, sin necesidad de vanagloriarse para con ello desprestigiar y ofender a los demás.

Las personas deberíamos ser como obras de arte. Como cuadros que posan guindados en la pared. Que conservan su belleza interior sin opacar la de alguien más. Que enseñan una pequeña parte de su ser, para así, atraer al espectador a que se plantee descubrir del cuadro, sus secretos, esos que se esconden debajo de esas numerosas capas de pintura

A veces pienso que no deberíamos tener boca, para saber y poder callar y así, tener más tiempo para aprender a sentir y aprender a amar. Para instruirse a darnos cuenta que hay cosas que hieren y que hacen daño en el corazón. Y cosas que de verdad, si deberían ser escuchadas. Porque es eso lo que a veces hacemos todo lo contrario, golpes bajos de palabras escritas en un diario o en una pobre columna periodística para echárselas de dechado de virtudes y que dejan almas afectadas. Pues los culpables, son aquellos como aquel de boca desvergonzada e inmoral.