LAS
PERSONAS CARENTES DE MORAL Y DE VERGÜENZA
Zenair
Brito Caballero
(britozenairgmail.com)
Hoy
al escribir este artículo puedo considerarme, de alguna forma, una escribidora,
léase bien no escritora ni escribiente. Viéndolo así… ¿Qué necesito para serlo?, pues claro,
escribir… y es lo que hago todos los días
porque lo sé hacer. Hoy he aprendido a apreciar los pequeños detalles, los
pequeños regalos que nos da la vida. He aprendido a escuchar la armonía que
pueden tener dos palabras que se unen formando un verso, y más tarde un hermoso
poema que adormece corazones, sin pudor alguno.
He
aprendido a amar las palabras y lo delicioso que se siente escribirlas, para
que luego otro, llegue a leerlas. He crecido como mujer, como madre, como
abuela, como persona y disfruto ser como
lo he sido siempre honesta, decente y auténtica. Eso sí, disfruto al quitarme
la máscara y poder dejar que vean, lo que de verdad soy.
Disfruto
ver más allá del horizonte. De llegar lejos, adonde me lleve la mente y el
corazón. Creo que a eso le llaman ser más humano. Como también se aprende a
odiar, hacer rabiar, y a ser orgulloso. Cosas no tan buenas, pero que le dan
sabor a la vida ¡y de qué manera!
También me he dado cuenta que en este mundo de los medios impresos hay personas
no tan nobles, sin escrúpulos, inmorales…
para no decir malas. A veces los describiría como víboras que engullen su presa
ferozmente
Pero
eso es algo grotesco. Son individuos que no ven la parte bonita de la vida, que
no se dedican a soñar; sino a crear pesadillas para los demás. A veces me duele
haber cohabitado legalmente tantos años o tratado con una persona como esas.
Que disfrutan sádicamente ver como la rabia trata de apoderarse de corazones
sinceros y libres de toda tiranía
Son
enfermos mentales, que como si bebieran la sangre de un sabio, sin darse cuenta
que tiene los efectos del veneno para aquel que la bebe, sin antes apreciar su
pureza… ese que solo la bebe por
amor a hacer el mal, y no por amor a saber utilizarla y proveerse de toda
sabiduría que proporciona.
Hay
personas de todo tipo y personas con el alma de diferente color. Unos la tienen
negra y otros blanca, como la nieve que en invierno cubre los caminos y
callejones. Unos la tienen azul, como los ojos de aquella diosa, “la de los ojos de lechuza”.
Otros la tienen roja, como las llamas que yacen crepitando, formando el fuego
infernal. Que es único por la maldad que enciende. Como también puede ser la
pasión convertida en deseo.
Yo
no pienso que aquellos que tienen negra el alma sean malvados y vacíos de
sentimiento, al contrario. Pienso que están llenos de dolor, de remordimientos
de conciencia, agonía, sufrimiento por todo el mal que han hecho en su
recorrido por la vida. Pues, el negro representa la ausencia de color. Y
viéndolo de esa forma. La única compañía que tienen es la de la amargura y la
agria soledad interior.
En
fin… volviendo a los tipos de
persona las que de verdad no le ven el sentido a la vida son aquellos que
tienen bocas impertinentes. Como aquel que se califica de alta moral, honesto,
inmaculado y puro. Quien no le conoce que le compre. Me encantaría saborear un
final como aquel, que ya no es un final…
hubiese sido interesante dejar esto hasta “aquí,
pero el impulso de seguir escribiendo me come por dentro.
No
comprendo, cual es la parte dulce e interesante de vivir vanagloriándose de actitudes y valores que no se tienen porque se
desconocen ¡POBRE HOMBRE!,. De decir cosas de su vida solo por el placer de
crear un rumor que no tiene ni pizca de realidad porque la mayoría solo conoce
la imagen que aparenta frente al espejo
Yo
pienso que el verdadero sabio calla y se limita a observar. A trasmitir con los
ojos, únicamente su verdad, sin necesidad de vanagloriarse para con ello
desprestigiar y ofender a los demás.
Las
personas deberíamos ser como obras de arte. Como cuadros que posan guindados en
la pared. Que conservan su belleza interior sin opacar la de alguien más. Que
enseñan una pequeña parte de su ser, para así, atraer al espectador a que se
plantee descubrir del cuadro, sus secretos, esos que se esconden debajo de esas
numerosas capas de pintura…
A
veces pienso que no deberíamos tener boca, para saber y poder callar y así,
tener más tiempo para aprender a sentir y aprender a amar. Para instruirse a
darnos cuenta que hay cosas que hieren y que hacen daño en el corazón. Y cosas
que de verdad, si deberían ser escuchadas. Porque es eso lo que a veces hacemos… todo lo contrario, golpes bajos de
palabras escritas en un diario o en una pobre columna periodística para
echárselas de dechado de virtudes y que dejan almas afectadas. Pues los
culpables, son aquellos como aquel de boca desvergonzada e inmoral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario