viernes, 19 de octubre de 2012

¿QUE REQUERIMOS LOS VENEZOLANOS?


¿QUE REQUERIMOS LOS VENEZOLANOS?
Zenair Brito Caballero 
(britozenairgmail.com)

Al parecer, quienes nos gobiernan desde hace 14 años y ahora reelectos 6 años más, deben saber que las cosas  siempre se pueden poner peor, por experiencias que suceden en la actualidad en países vecinos y en la Comunidad Europea; también deberían darse cuenta que, el inicio a la solución de los problemas es la toma de conciencia de los mismos, encarando retos y limitaciones para poder superarlos, como el tema de la educación, por ejemplo.


La educación y la instrucción son importantes para el crecimiento de un país, primero porque ayuda  a que toda persona tenga más conciencia entre el bien y el mal.  Hay personas que pueden ser muy buenas, pero su ignorancia los lleva a cometer los crímenes más inhumanos.

Lo segundo es que, las sociedades subdesarrolladas como tiende cada día más  a ser la nuestra, heredan numerosos vicios y generan muchos monstruos, producto en muchas ocasiones por las faltas de políticas públicas  que permitan a cualquier ente social encontrar respuestas a sus necesidades, ya sea en lo social, económico, cultural, espiritual, etc. Ya tenemos los sicariatos, femenicidios y suicidios, secuestros,  asesinatos hasta por cosas insignificantes, los ejemplos sobran.

Por otro lado, nuestros líderes empresariales  deben empezar a reflexionar seriamente, de cara al futuro de sus propios intereses, de lo que puede ser, a mediano y largo plazo, la competitividad de sus empresas, ante una economía y comercio cada vez más globalizados pero secuestrados por el poder socialista-comunista del régimen venezolano.
Igualmente pienso, que los líderes políticos deben proyectar a futuro la necesidad  o no de la existencia de partidos políticos, ya que en la actualidad, su mayor  activo es la promoción del clientelismo y la amenaza que,  esta situación, está llevando a nuestro país a la negación de un Estado de Derecho y a la no credibilidad institucional.

Nuestras instituciones, tanto las públicas como las privadas, tienen que cambiar, deben volver a ser más directas, más sinceras y transparentes hacia quienes deben su razón de existir y para lo que fueron originariamente creadas.

Igualmente deberían hacer los políticos con una ley de partidos que contribuya con la conformación de gobiernos regionales y municipales, menos comprometidos con intereses gobierneros o particulares y si más con las necesidades sociales de los sectores más excluidos de los beneficios de los fondos públicos.

Eso entre otras cosas es lo que necesitamos los venezolanos para salir del hoyo en que estamos sumergidos. Pero una cosa piensa uno y otra la que piensa el gobierno socialista-comunista y sus arrodillados seguidores.

Necesitamos que nos devuelvan la fe, no en Dios ni en Jesús Misericordioso para quienes somos creyentes que es muy grande y suficiente, sino en los hombres, en los verdaderos políticos y sus actos; no queremos más  circo necesitamos pan para nuestros hijos, empleo, vivienda propia y no en comodato, ansiamos encontrarnos con nuestras raíces y recuperar el amor al país como el de aquellos indígenas de la conquista,  que se sublevaron a los españoles luchando por su tierra contra la corona.

Necesitamos que nos curen la rabia, la ira y la irritación permanente producto de tantas desigualdades, mentiras, ofrecimientos falsos, burlas y descalificaciones por ser contrarios al pensamiento comunista del comandante, no con balas ni falsos intercambios de disparos, sino con educación, con instrucción, con empleos y oportunidades de crecer. Hay que castigar a tantos perversos vampiros venezolanos de nuestras ignorancias y limitaciones. Dios tarda pero no olvida.

APRENDAMOS A SER ASERTIVOS


APRENDAMOS A SER ASERTIVOS
Zenair Brito Caballero 
(britozenair@gmail.com)

Hoy me salió mi profesión de psicóloga y quise escribir y compartir con ustedes que me leen, este artículo del Sí y del No. De cuándo y cómo debemos mencionar estas dos palabras. Sí, este es un texto para los mal llamados ‘buenazos’; esos que no son capaces de decir jamás un No; y que cuando menos lo piensan, están involucrados en situaciones aburridoras. ¿Les ha ocurrido?

A veces, sin siquiera notarlo, les decimos Sí a los demás, aunque en el fondo lo que deseamos contestar es un No. El Sí y el No, en el momento preciso, dejan ver entre líneas las verdaderas fuerzas de tu carácter y de tu voluntad.

Quien escribe, no está inventando nada especial con estas líneas. De hecho, la propia Biblia lo explica en uno de sus versículos: “Que su Sí sea Sí y que su No sea No”. - ¡No vuelvo a fumar!, dice el hombre de carácter. - ¡Bueno! un cigarro más y dejo de fumar, dice el que no aprende a decir No. - ¡Sí, llego a la hora que es!, promete el hombre que sabe cumplir. - ¡No pude llegar a tiempo por los trancones!, afirma el incumplido, con las mil y una excusas que siempre tiene para justificar sus retrasos.

Nos pasa con los hijos (as). A veces complacemos sus más singulares caprichos. Otras veces tenemos una mano demasiado injusta para decirles No. El carácter nos forma y a la vez nos desnuda. Un hombre sin carácter es una nodriza sin leche, un futbolista sin balón, un cheque sin fondo; mejor dicho, un de pronto, un tal vez…

O somos como somos o no somos de ninguna manera. Por algo dirán que el carácter es la fuerza sorda y constante de la voluntad. ¿Sí o No? Sí: Sí, es con tilde. Cuando no la tiene, es un si condicional. Sí se dice con amor, sin gritos, sin vociferar. El Sí sólo es sonoro cuando aprendemos a pronunciarlo con emoción. El Sí no se exige, se da.

El Sí, más que una afirmación, es una decisión clara. El Sí se dice en el momento preciso, ni antes ni después. Sí se puede decir de muchas maneras, pero siempre será un Sí. Cuando algo trastabilla, ese Sí deja de ser un Sí para ser un ‘de pronto’. Sí, no se dice de una sola vez. A veces es preferible esperar para pronunciarlo. Porque cuando se dice Sí sin pensar, se corre el riesgo de equivocarse.

Un Sí, en el momento oportuno, puede ser más efectivo que todas las fortunas y palabras del mundo. El Sí también nos compromete. Veamos varios ejemplos: Sí llego temprano, Sí le doy una mano, Sí lo apoyo. Ese Sí, no es un compromiso de por vida, pero jamás deja de ser una esperanza.
Y sólo a quien sabe decir Sí, se le puede en algún momento aceptar un No. No: No, es No. Y hay una sola manera de decirlo: No, sin admiración, sin interrogantes ni puntos suspensivos. No, se dice de una sola manera. Es corto, rápido, sobrio y escueto. No, se menciona una sola vez.

Un No que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín, deja de ser un No. Un No que necesita de explicaciones justificadoras, pierde su fuerza. No, tiene brevedad. No, no deja puertas abiertas, ni trampas. Tampoco puede dejar de ser. No y No, aunque el otro y el mundo se pongan ‘patas arriba’. No, no es que sea radical, es que es un rotundo No.

No, puede ser el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes. El No nunca se dice por carta, ni se dice con silencios, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos, ni con pena, aún menos con satisfacción.
No, es No. Cuando él No lo es, se mira a los ojos y el No se descuelga de una manera natural de los labios. La voz del No, no es trémula ni vacilante, no deja lugar a dudas. Ese No nunca será una negación del pasado, es una corrección al futuro. Y sólo quien sabe decir No, algún día podrá decir Sí.