APRENDAMOS A SER
ASERTIVOS
Zenair Brito Caballero
Zenair Brito Caballero
(britozenair@gmail.com)
Hoy me salió
mi profesión de psicóloga y quise escribir y compartir con ustedes que me leen,
este artículo del Sí y del No. De cuándo y cómo debemos mencionar estas dos
palabras. Sí, este es un texto para los mal llamados ‘buenazos’; esos que no
son capaces de decir jamás un No; y que cuando menos lo piensan, están
involucrados en situaciones aburridoras. ¿Les ha ocurrido?
A veces, sin siquiera notarlo,
les decimos Sí a los demás, aunque en el fondo lo que deseamos contestar es un
No. El Sí y el No, en el momento preciso, dejan ver entre líneas las verdaderas
fuerzas de tu carácter y de tu voluntad.
Quien escribe, no está inventando
nada especial con estas líneas. De hecho, la propia Biblia lo explica en uno de
sus versículos: “Que su Sí sea Sí y que su No sea No”. - ¡No vuelvo a fumar!,
dice el hombre de carácter. - ¡Bueno! un cigarro más y dejo de fumar, dice el
que no aprende a decir No. - ¡Sí, llego a la hora que es!, promete el hombre
que sabe cumplir. - ¡No pude llegar a tiempo por los trancones!, afirma el
incumplido, con las mil y una excusas que siempre tiene para justificar sus
retrasos.
Nos pasa con los hijos (as). A
veces complacemos sus más singulares caprichos. Otras veces tenemos una mano
demasiado injusta para decirles No. El carácter nos forma y a la vez nos
desnuda. Un hombre sin carácter es una nodriza sin leche, un futbolista sin
balón, un cheque sin fondo; mejor dicho, un de pronto, un tal vez…
O somos como somos o no somos de
ninguna manera. Por algo dirán que el carácter es la fuerza sorda y constante
de la voluntad. ¿Sí o No? Sí: Sí, es con tilde. Cuando no la tiene, es un si
condicional. Sí se dice con amor, sin gritos, sin vociferar. El Sí sólo es
sonoro cuando aprendemos a pronunciarlo con emoción. El Sí no se exige, se da.
El Sí, más que una afirmación, es
una decisión clara. El Sí se dice en el momento preciso, ni antes ni después.
Sí se puede decir de muchas maneras, pero siempre será un Sí. Cuando algo trastabilla,
ese Sí deja de ser un Sí para ser un ‘de pronto’. Sí, no se dice de una sola
vez. A veces es preferible esperar para pronunciarlo. Porque cuando se dice Sí
sin pensar, se corre el riesgo de equivocarse.
Un Sí, en el momento oportuno,
puede ser más efectivo que todas las fortunas y palabras del mundo. El Sí
también nos compromete. Veamos varios ejemplos: Sí llego temprano, Sí le doy
una mano, Sí lo apoyo. Ese Sí, no es un compromiso de por vida, pero jamás deja
de ser una esperanza.
Y sólo a quien sabe decir Sí, se
le puede en algún momento aceptar un No. No: No, es No. Y hay una sola manera
de decirlo: No, sin admiración, sin interrogantes ni puntos suspensivos. No, se
dice de una sola manera. Es corto, rápido, sobrio y escueto. No, se menciona una
sola vez.
Un No que necesita de una larga
caminata o una reflexión en el jardín, deja de ser un No. Un No que necesita de
explicaciones justificadoras, pierde su fuerza. No, tiene brevedad. No, no deja
puertas abiertas, ni trampas. Tampoco puede dejar de ser. No y No, aunque el
otro y el mundo se pongan ‘patas arriba’. No, no es que sea radical, es que es
un rotundo No.
No, puede ser el fin de un libro,
sin más capítulos ni segundas partes. El No nunca se dice por carta, ni se dice
con silencios, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando
hacia otro lado, ni con símbolos devueltos, ni con pena, aún menos con
satisfacción.
No, es No. Cuando él No lo es, se
mira a los ojos y el No se descuelga de una manera natural de los labios. La
voz del No, no es trémula ni vacilante, no deja lugar a dudas. Ese No nunca
será una negación del pasado, es una corrección al futuro. Y sólo quien sabe
decir No, algún día podrá decir Sí.
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