viernes, 19 de octubre de 2012

APRENDAMOS A SER ASERTIVOS


APRENDAMOS A SER ASERTIVOS
Zenair Brito Caballero 
(britozenair@gmail.com)

Hoy me salió mi profesión de psicóloga y quise escribir y compartir con ustedes que me leen, este artículo del Sí y del No. De cuándo y cómo debemos mencionar estas dos palabras. Sí, este es un texto para los mal llamados ‘buenazos’; esos que no son capaces de decir jamás un No; y que cuando menos lo piensan, están involucrados en situaciones aburridoras. ¿Les ha ocurrido?

A veces, sin siquiera notarlo, les decimos Sí a los demás, aunque en el fondo lo que deseamos contestar es un No. El Sí y el No, en el momento preciso, dejan ver entre líneas las verdaderas fuerzas de tu carácter y de tu voluntad.

Quien escribe, no está inventando nada especial con estas líneas. De hecho, la propia Biblia lo explica en uno de sus versículos: “Que su Sí sea Sí y que su No sea No”. - ¡No vuelvo a fumar!, dice el hombre de carácter. - ¡Bueno! un cigarro más y dejo de fumar, dice el que no aprende a decir No. - ¡Sí, llego a la hora que es!, promete el hombre que sabe cumplir. - ¡No pude llegar a tiempo por los trancones!, afirma el incumplido, con las mil y una excusas que siempre tiene para justificar sus retrasos.

Nos pasa con los hijos (as). A veces complacemos sus más singulares caprichos. Otras veces tenemos una mano demasiado injusta para decirles No. El carácter nos forma y a la vez nos desnuda. Un hombre sin carácter es una nodriza sin leche, un futbolista sin balón, un cheque sin fondo; mejor dicho, un de pronto, un tal vez…

O somos como somos o no somos de ninguna manera. Por algo dirán que el carácter es la fuerza sorda y constante de la voluntad. ¿Sí o No? Sí: Sí, es con tilde. Cuando no la tiene, es un si condicional. Sí se dice con amor, sin gritos, sin vociferar. El Sí sólo es sonoro cuando aprendemos a pronunciarlo con emoción. El Sí no se exige, se da.

El Sí, más que una afirmación, es una decisión clara. El Sí se dice en el momento preciso, ni antes ni después. Sí se puede decir de muchas maneras, pero siempre será un Sí. Cuando algo trastabilla, ese Sí deja de ser un Sí para ser un ‘de pronto’. Sí, no se dice de una sola vez. A veces es preferible esperar para pronunciarlo. Porque cuando se dice Sí sin pensar, se corre el riesgo de equivocarse.

Un Sí, en el momento oportuno, puede ser más efectivo que todas las fortunas y palabras del mundo. El Sí también nos compromete. Veamos varios ejemplos: Sí llego temprano, Sí le doy una mano, Sí lo apoyo. Ese Sí, no es un compromiso de por vida, pero jamás deja de ser una esperanza.
Y sólo a quien sabe decir Sí, se le puede en algún momento aceptar un No. No: No, es No. Y hay una sola manera de decirlo: No, sin admiración, sin interrogantes ni puntos suspensivos. No, se dice de una sola manera. Es corto, rápido, sobrio y escueto. No, se menciona una sola vez.

Un No que necesita de una larga caminata o una reflexión en el jardín, deja de ser un No. Un No que necesita de explicaciones justificadoras, pierde su fuerza. No, tiene brevedad. No, no deja puertas abiertas, ni trampas. Tampoco puede dejar de ser. No y No, aunque el otro y el mundo se pongan ‘patas arriba’. No, no es que sea radical, es que es un rotundo No.

No, puede ser el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes. El No nunca se dice por carta, ni se dice con silencios, ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha, ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos, ni con pena, aún menos con satisfacción.
No, es No. Cuando él No lo es, se mira a los ojos y el No se descuelga de una manera natural de los labios. La voz del No, no es trémula ni vacilante, no deja lugar a dudas. Ese No nunca será una negación del pasado, es una corrección al futuro. Y sólo quien sabe decir No, algún día podrá decir Sí.

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