sábado, 4 de agosto de 2012

“EL COMANDANTE DELIRA LUEGO EXISTE”


“EL COMANDANTE DELIRA LUEGO EXISTE”
Zenair Brito Caballero 
(britozenair@gmail.com)
Una frase memorable de Winston Churchill sobre cierto aspecto de la política exterior de la extinta Unión Soviética “Se trata de una incógnita envuelta en un misterio rodeado de un enigma” me hizo escribir este articulo de opinión. Porque algo de esto sucede con nuestro comandante presidente venezolano. Y la primera de las perplejidades tiene que ver con el cáncer que supuestamente padece porque es un secreto de Estado y nadie sabe dónde lo tiene ni en que grado está
Puras especulaciones de algunos médicos y periodistas. ¿Se muere o no se muere? Según los síntomas corporales aparentes, no hay duda que  en estos últimos días se ve muy bien. Se le redujo la impresionante cara rechoncha de grasa y cortisona que le rodeaba el rostro, ha vuelto a hablar incansablemente como un loro parlanchín, canta, salta, baila, trota, insulta, ofende, escarnece, agravia. Lo de siempre: delira, luego existe, el título con que titulé este articulo
Pero hay otros síntomas más tenues. Raúl Castro, que conoce el mondongo del Comandante como la palma de su mano y si sabe lo que realmente padece, salió a buscar plata y anudar alianzas con China, Rusia, Vietnam, y con cualquier país capaz de aliviar la crisis que supondría para la isla el súbito fin del subsidio venezolano ante una eventual desaparición de nuestro pintoresco presidente.
Raúl Castro es un hombre cauteloso, prudente y discreto. Su hermano Fidel previó el descalabro del comunismo de la unión soviética unos meses antes de que ocurriera, pero no hizo nada por paliar las consecuencias que eso tendría para Cuba y sus pobladores. Entonces sobrevino la debacle. Raúl no quiere que el supuesto fin del comandante lo sorprenda con los pantalones debajo de las rodillas.
Pero esto no queda aquí, amigos lectores, hay mucho más. Los poquitos  diarios cubanos, al menos hasta ahora, no se han atrevido a afirmar que el teniente-coronel está completamente curado. Granma está calladito. El periódico oficial del gobierno comunista de los Castro no quiere repetir el ridículo que hizo hace unos años cuando anunció la recuperación de Fidel y su inminente regreso al poder. Los periodistas y comisarios que lo realizan saben que ninguna persona seria capaz de hablar de la curación de un cáncer hasta cinco años después de terminados los tratamientos.
El segundo enigma es tanto del comandante  como de sus adeptos. Parece según la publicación en los medios de comunicación de algunas encuestas gobierneras que el teniente-coronel sube en las encuestas. El país hace 13 años que está dividido a la mitad entre los que lo adversan y los que lo aman, entre patriotas y escuálidos separados por una rara franja de compatriotas  políticamente glaciales o fríos, los ni-ni (ni una cosa ni la otra), congelados en un inocente gesto vacilante.
No obstante, últimamente dicen las encuestas gubernamentales que la aceptación de Chávez ha aumentado, pese a los graves problemas de su supuesta enfermedad, de la inseguridad (19.000 asesinatos en un año), la inflación (la más alta de América Latina) y el desabastecimiento azaroso de bienes básicos de consumo masivo y de medicamentos. Cómo y por qué se puede gobernar tan absolutamente mal, utilizando la mentira, la demagogia y la manipulación de las emociones de las masas populares y no pagar por ello un precio en las urnas es, realmente, un desafío al sentido común, a la razón y a lo que es tangible..
Pero tampoco es un fenómeno inédito. Muchos dictadores con su mala intención de perpetuarse en el poder adormecen a las masas cual encantadores de serpientes ofreciendo villas y castillos donde no los hay. Ese fue el caso de Perón, que nunca bajó del 70% de popularidad aunque hundió a la Argentina en la miseria y la pobreza. Como sucedió en la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini, los pueblos pueden conectar emocionalmente con un líder mostrenco y temerario que los lleva al desastre. Es una de las mil variantes del “Síndrome de Estocolmo” o el de la “Mujer maltratada”.
Acaso la tercera incógnita, relacionado con la anterior, es la más extraña de todas: ¿por qué  el comandante se mantiene fiel a una alianza absurda con Irán, Siria, Bielorrusia, Corea del Norte y otros Estados de la misma familia universalmente repudiada? ¿Por qué apoyó a Hussein y al dictador Gadafi hasta el último día de su tiranía?
Según denuncian los israelíes, Venezuela ayuda a Irán en su proyecto de construir armas nucleares. ¿Qué sentido tiene introducir a Venezuela en el peligroso avispero del Medio Oriente? ¿Por qué les condena ese daño a sus compatriotas? Es posible que Fidel Castro, padre y maestro prodigioso del comandante, le haya comunicado su pasión por las aventuras internacionalistas y sus sueños por construir una alianza capaz de enterrar a Occidente.
Pero si el teniente-coronel puede observar serenamente –algo así como pedirle a la rana que eche pelos–, descubrirá que lo único que su mentor comunista consiguió, realmente, en más de medio siglo de delirios y batallas, fue enterrar a miles de cubanos en cementerios africanos y en cuanto paraje agreste le resultó propicio para sus locas fantasías de guerrillero planetario. Así son los enigmas amigos lectores. Pura irracionalidad.