“LA
AMISTAD PARECE QUE TAMBIEN ESTÁ EN CRISIS”
Zenair
Brito Caballero
(britozenair@gmail.com)
Escribió
Phil Bosmans, un excelente escritor y sacerdote holandés, que la amistad
es un tipo de afecto que lleva a la luz, a la paz y a la alegría
profunda. Lo recordé ahora cuando alguien me comentó que ya las amistades no
eran como las de antes, que hasta eso estaba en decadencia y por ello hoy
escribo este artículo sobre dicho tema.
A mí también me parece que así como lo está la familia, la amistad también está
en crisis y si fuera así, ¿qué sentido tendría la vida? Lo único que sostiene a los seres humanos, en estos
tiempos difíciles, es una mano amiga tendida, un hombro que nos ayude a moderar
el peso de alguna pena, un abrazo sincero, una sonrisa a tiempo y hasta un
disgusto sobre el que tengamos que ceder, pedir perdón y hasta llorar.
Creo eso sí, que la amistad sólo existe entre amigos verdaderos y que se cuenta con los dedos de una mano, aunque esto suene a enredo idiomático, NO, la amistad hace falta entre esposos para que no se derrumben: el amor solo, sin la amistad, sucumbe; entre hermanos; entre padres e hijos, en fin, toda relación debe estar fortalecida por la amistad. Es más, por una verdadera amistad, esa que no decepciona nunca, que deja libre al otro y no te busca solo por interés cuando tú estás en la bonanza.
Hoy vemos que hay un miedo a expresar afecto por un amigo y se habla de cariño, y esa limitación nos lleva a hacer unas raras distinciones que no se les encuentra razón de ser: uno quiere al porta-retrato que le regaló la abuelita, o siente afecto por el señor que en el kiosco vende los periódicos cada día, y hay muchos ejemplos parecidos, pero no puede decir que quiere al porta-retrato.
El
amor es una palabra que se compara con Dios, que se confunde con Dios,
entonces no puede ser exclusivo de un hombre y una mujer. Hay connotaciones y
lo aclara muy bien el psicólogo norteamericano ERICH FROM en su excelente libro
“El arte de amar”: amor materno, amor filial, entre otros, pero el sentimiento
es único, viene de la esencia divina. Lo que confunde es la entrega entre un
hombre y una mujer que no necesariamente es amor. Según Bosmans: “…cuando se
manifiesta en ternura física, permanece puro”.
Ese
es el afecto dentro de la amistad, pero cuando se quiere poseer al otro para bienestar
personal, se destruye al ser que se pretende apreciar, se destruye la amistad.
Ya lo dijo Jorge Luis Borges, en una de las frases que más me gustan: “Loado
sea el amor en donde no hay poseedor ni poseído, pero los dos se entregan”.
Ante la grandeza de la amistad sólo nos queda conservar las que tenemos y acoger con felicidad las que llegan. La llegada de una amistad es tan inesperada y se le reconoce inmediatamente, comienza muchas veces en situaciones de la vida diaria: en el mismo sitio de trabajo, en las aulas escolares, en el ejercicio de un deporte, en una fiesta o en el grupo de compañeros de los años de juventud; esa es la amistad que más perdura a través del tiempo, de la distancia y más allá del dejar de ser.
Hagamos de nuestros amigos, los viejos y los que acaban de llegar a nuestras vidas, un enclave de reconciliación permanente con la vida, así se nos vuelve más placentera; aunque nos parezca imposible vivir una amistad ideal, debemos siempre tender hacia ella.
Puedes soportar y experimentarlo todo siempre que junto a ti esté un verdadero amigo, aunque este no pueda hacer más que darte aliento. En la vida el amigo es como el pan y el vino: una bendición; en las dificultades, un consuelo. Un amigo es para siempre, con sus virtudes y sus defectos, lo importante es el afecto que nos dé y el cariño que le demos.