¡¡CUANDO
LAS PALABRAS OFENDEN!!
Zenair
Brito Caballero (britozenair@gmail.com)
Las palabras pueden herir más que los puñales. Y
como la forma de expresarse que tienen los miembros de este gobierno
socialista-comunista casi siempre resulta demoledora, pienso, que deberían
ser más prudentes a la hora de abrir la boca. ¿A qué viene el consejo? A que muchas
veces, movidos por las peores emociones
y por la ambición de poder los políticos rojos-rojitos pronuncian
palabras que no convienen al oyente y, sin medir el alcance de ellas,
terminan ofendiendo al propio pueblo. Y es precisamente esto, lo que le
sucede al sr comandante y a sus seguidores al dirigirse a los venezolanos que
le adversan.
¡Cuidado con lo que se dice, sobre todo si se
alberga algún tipo de rencor en el alma y más aun cuando se tiene una
enfermedad tan terrible en su cuerpo! El comandante habla demasiado en sus
peroratas de cadenas, sin pensar el malestar que causa. ¿Cuántas personas se
habrán alejado de su lado por una palabra mal dicha, por una ofensa o cambian
de canal para no escuchar sus insultos? Sus asesores aparentemente tan
comedidos, deberían velar porque las opiniones del presidente sean
edificantes, antes que destructivas. Lo que ese señor dice, no debe ser un
instrumento para hablar contra las personas disidentes, para propiciar
polémicas sin sentido; ni tampoco para engañar o dejarnos enredar y ser
engañados.
Las groserías y las descalificaciones a los
contrarios, por citar un ejemplo, atropellan más de la cuenta. Con ellas no
sólo se demuestra una mala educación, sino que además se irrespeta a los
demás. De manera adicional, se hiere y le baja la autoestima a quien las
escucha. Al pronunciar palabras soeces, ordinarias y groseras se maltrata
verbalmente. Eso, sin lugar a dudas, es una de las más frecuentes formas de
violencia en nuestra vida diaria y lo triste es, que el comandante da el
ejemplo mientras sus seguidores aplauden como focas.
El comandante debería abandonar los juicios negativos
y dejar atrás la ira, el odio y el resentimiento que le embarga Antes que pronunciar
palabra alguna; debería aceptar lo que
recibe, sin importar lo grande o lo pequeño que sea. En el momento menos
indicado, una sola palabra le destruye una ilusión o le mata los sueños a
quienes le rodean, sean familiares o aduladores.
Ahora bien, pronunciar palabras fuera de tono,
agresivas, descalificadoras y escatológicas, no tiene nada que ver con el
nivel intelectual de cada quien. No es necesario ser político, presidente de
la república, diputado, orador, ni poeta, ni mucho menos artista. Hay políticos
que hablan por hablar y otros que hablan muy bien; pero muy pocos son los que
lo hacen con el verdadero sentimiento que traen sus palabras.
Pienso que se debe llevar una vida consecuente con
lo que se dice. En la absoluta sinceridad al hablar y en el testimonio que se
de la vida diaria, están las cosas que nos transmiten la verdadera energía de
la palabra pronunciada y mucho más cuando un presidente se dirige a su
pueblo. Debería evitarles a los demás aquella frase que les amarguen de
manera inútil sus vidas. ¿No nos gusta que hablen mal de nosotros? Si eso es
así, no tenemos derecho a criticar a nadie y más quien se dice socialista,
humanista y seguidor de la palabra de Cristo.
No es necesario creo yo, acreditar nuestra forma de
ser ‘desacreditando’ las de los demás. No le gusta al comandante y a sus
seguidores que les critiquen el mal gobierno, la demagogia, la manipulación
de las emociones de los pobres y la mentira con que envuelven a sus
seguidores, pero se la pasan criticando a la oposición en los programas de
los medios gubernamentales. Pues bien, andar por ahí ‘rajando del vecino’ genera
mucho dolor y lastimosamente los politiqueros del socialismo-comunismo no
atropellan con carros, pero sí lo hacen con sus palabras descalificadoras y
ofensivas. Tenemos un camino para cambiar esto EL DEL PROGRESO.
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martes, 12 de junio de 2012
¡¡CUANDO LAS PALABRAS OFENDEN!!
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HAY UN CAMINO,
OFENSIVAS,
PALABRAS,
PROGRESO,
ZENAIR BRITO CABALLERO
“LA JUSTICIA DEBE SER EXPEDITA Y LIMPIA”
“LA JUSTICIA DEBE SER EXPEDITA Y LIMPIA”
Zenair Brito Caballero (britozenair@gmail.com)
El juego de la balanza entre izquierda y derecha,
permite a los países; por un lado mantener la estructura de instituciones que
protegen la estabilidad y por otro poner en cuestión y enfrentar la inmovilidad
que dichas instituciones pueden presentar. Ambas alas del pensamiento juegan un
contrapeso que permite el equilibrio y ambas son legítimas e igualmente
importantes, reflexionaba conmigo en una conversación reciente el Dr. Antonio
Laghouati amigo y compañero de los seminarios de ampliación postdoctoral que
hicimos hace ya varios años en (CIPOST) en la UCV.
.
Pienso al oír estas palabras de mi amigo en las
contiendas electorales. La legitimidad de cada grupo político reside en un
ánimo pacífico, ¡sí apasionado, vehemente, impulsivo,! pero nunca provocador, sedicioso,
irrespetuoso, irreverente o iracundo, todo lo contrario a lo que observamos en los
personeros gubernamentales rojos-rojitos.
Las personas que nos identificamos con un pensamiento democrático;
en defensa de los derechos humanos, de igualdad, de fraternidad, de
solidaridad, debemos entender la importancia que tiene nuestra convicción y
nuestros actos frente a quienes prefieren resguardarse en la certidumbre y la
comodidad de una mirada vigilante y el uso del miedo para controlar, manipular
y mantenerse en el poder.
La «Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano» (DDHC) sabemos que surgió de las ideas de la ilustración, de un grupo de demócratas que pensó un mundo más igualitario, para acabar con los privilegios de los nobles, llevando a la sociedad a un país democrático (con sus deficiencias ya que en 1979 había aún muchas taras discriminatorias y el derecho avanza lentamente).
Hemos visto en ésta misma historia, que la sangre sólo
lleva a más sangre y que, por otro lado, los ideales de dignidad y cambio han
ganado en casi todos los terrenos, y eso hace aún más interesante ver como
ahora, la izquierda se adjudica, se confiere, se asigna estos principios
humanistas, y la iglesia intenta apropiárselos a su manera. Si la inserción de
una mirada agitadora, como fue la de dicha DDHC ha sabido permear al interior
del pensamiento moderado, podemos reconocer que el trabajo de los distintos
pensadores históricos ha sido enorme. Gracias a los ideales democráticos evolucionamos.
Quiero pensar, que lo mismo pasará con los principios jurídicos que han sido planteados desde las Naciones Unidas en materia de igualdad, y que se han expuesto como condición sin equanon para la sobrevivencia de un mundo justo.
Tengo la esperanza que instrumentos jurídicos como la
«Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Contra
la Mujer>> terminarán por ser entendidos por los cautelosos e incluso por
aquellos y aquellas que diciéndose demócratas, siguen negando la desigualdad de
las mujeres frente a los hombres en nuestro país.
Estas ignoran la obligación que tiene el Estado de
equilibrar la balanza, a través de políticas con perspectiva de género y de acciones
afirmativas. Luchar por un bienestar general, significa establecer medidas que
pongan a todos los individuos al mismo nivel frente a la ley, tanto en derechos
como en obligaciones.
Esa misma esperanza tengo, en el urgente reconocimiento y la toma de decisiones para curar el hostigamiento sexual; enfermedad de ésta cultura falogocéntrica, que cobra a las mujeres «su derecho a trabajar decentemente», permitiendo en muchos casos (miles de casos de hostigamiento sexual, incluso al interior de aquellas instituciones cuya vocación es la de defender los Derechos Humanos de las Mujeres.
Esa misma esperanza tengo, en el urgente reconocimiento y la toma de decisiones para curar el hostigamiento sexual; enfermedad de ésta cultura falogocéntrica, que cobra a las mujeres «su derecho a trabajar decentemente», permitiendo en muchos casos (miles de casos de hostigamiento sexual, incluso al interior de aquellas instituciones cuya vocación es la de defender los Derechos Humanos de las Mujeres.
Aterra imaginar que la misma CNDH termine por
reproducir prácticas discriminatorias con sus empleadas. Y se me viene de golpe
la frase de Edmund Burke que dice: «Todo lo que es necesario para el triunfo
del mal, es que los hombres de bien no hagan nada». Es aquí donde entra nuestra
responsabilidad, la necesidad de nuestra acción y nuestra vocación de rectitud,
para ejercer el equilibrio: ¡Hay que hacer, particularmente en casos como éste,
que la justicia sea expedita! Y no inmoral y sucia a conveniencia. ¿Y usted que
piensa?
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