“ORDEN, DISCIPLINA Y AUTORIDAD MORAL”
Zenair
Brito Caballero
(britozenair@gmail.com)
¿Qué hacer en este país? Esta es la pregunta que muchos nos hacemos y que parece no tener respuesta. Mucha gente quiere saber a donde vamos, con este gobierno revolucionario que no avanza sino que como el cangrejo retrocede al pasado. De la democracia al socialismo ¿Cuál socialismo? O del socialismo a la democracia ¿socialdemocracia?
Los
hombres y mujeres demócratas venezolanos no queremos retornar al pasado
oprobioso de la Unión Soviética o de la China comunista que empujaba con
fuerza, con una mano dura, autoritaria que aparentaba poner orden, disciplina,
a cualquier costo, mientras alimentaba el hambre, la miseria y la pobreza.
Muchos
y muchas tememos por el porvenir de nuestra nación, que se torna inseguro a
pesar del alto ingreso que le llega al gobierno revolucionario por el chorro
petrolero y la entrada de millones de bolívares que cobra con impuestos el
SENIAT, que no cierra la brecha de hambre y de la pobreza ni propicia el
desarrollo humano donde los desesperanzados cifran sus esperanzas.
Son
demasiados los que se sienten abatidos o desalentados, ¡es la desesperanza
aprendida! afirmamos los especialistas en Psicología. Faltos de fe, de
confianza, sintiéndose engañados, avergonzados, humillados o derrotados. Son
muchos los martillazos recibidos. A cada nuevo impulso, le sigue una nueva
decepción.
Otros
temen quizás que se abra un nuevo rumbo radical en pueblos y barriadas. El
cambio cuando es verdadero, no de fachada, tiene siempre sabor y aroma de
cambio. El orden y la disciplina que moralmente le inspira y acompaña,
concebidos, aprehendidos, practicados por convicción, puede que atemorice a
quienes del desgobierno han vivido y se aprovechan.
Soplan
nuevos vientos, que se mueven casi imperceptiblemente, aunque ya se siente su
brisa fresca. Cambios profundos son iniciados y extendidos como olas marinas en
una cadena patriótica de solidaridad con el progreso: estudiantes
universitarios, intelectuales, artistas, deportistas, políticos destacados de
la oposición, profesionales universitarios, medios de comunicación
independientes, amas de casa, empleados, obreros, en fin, todos y todas,
venezolanos y venezolanas.
Es
el signo de la esperanza, de la libertad y del cambio. De las metas del pueblo
venezolano, que espantan por su belleza casi irreal. En nuestro país se
requiere retomar la fe, la confianza, la certidumbre. Unir esfuerzos aislados.
Aumentar la potencialidad de cambio mediante la solidaridad humana, civilista,
auténtica. Preocupada legítimamente en redescubrir y darnos un nuevo Estado
verdaderamente democrático: más justo, más equilibrado, más eficiente, que
garantice el bienestar y la protección de todos los venezolanos y venezolanas,
cualquiera que sea su condición humana.
Solidaridad
expresada en la lucha social permanente por la superación personal y colectiva
que requiere del ejemplo del buen comportamiento y de un ordenamiento social
disciplinado en el quehacer cotidiano, en la familia, en la escuela, en el
liceo, en la universidad, en la iglesia, en el taller, en el comercio, en la
industria o empresa, en la vecindad comunitaria, de abajo hacia arriba,
imprescindible para el desarrollo y el progreso de la nación como necesario
para atacar en sus raíces, enérgicamente el desorden provocado por el socialismo-comunismo
que nos amenaza y nos acosa.
El llamado
socialismo del siglo XXI con nuevas alianzas con viejos impostores, con los
líderes gobernantes de países con similar pensamiento ideológico, rojos rojitos
repartidores de cargos a sus partidarios y genuflexos, demagogos, populistas,
manipuladores de las emociones populares, son incapaces para enfrentar el caos
institucional.
El socialismo-comunismo
que nos llega desde más allá de nuestra frontera, de la propia Cuba Fidelista y
se cobija aquí, alimentando la drogadicción, la delincuencia criminal, la
corrupción, la impunidad, los abusos y todo los demás males sociales padecidos
como nunca antes en estos casi 14 años de gobierno revolucionario, pero que afortunadamente
no es irreversible ni inevitable, si nos unimos en el ideal de la patria
democrática.
Empecemos
con inteligencia y desprendimiento. Con seriedad. Iniciemos poniendo orden y
disciplina en casa, con austeridad y eficiencia. Impulsemos el plan nacional de
desarrollo integral empezando por priorizar el desarrollo humano y la educación
en valores de manera racional y sin extravagancias. Con transparencia. El
pueblo y la sociedad civil organizada sabrán responder con su ejemplo democrático
y constitucional, al ejemplo moral que ojalà nos de el futuro Presidente de la
República Henrique Capriles Radonski al ganar las elecciones del próximo 7 de
octubre.