¿POR QUÈ
VENEZUELA TIENE UNA DE LAS PEORES EDUCACIONES DEL MUNDO?
Zenair
Brito Caballero* (britozenair@gmail.com)
La información aparecida en los medios impresos y en los
noticieros televisivos, que la Asamblea Nacional ha venido recortando
sustancialmente el presupuesto de las universidades públicas no genuflexas al
gobierno socialista-comunista es verdaderamente indignante y los gremios de
docentes, empleados administrativos y obreros han tenido que ir a paros durante
esta semana.
Recuerdo hace varios meses, en una de mis columnas de opinión haber
elogiado el programa de donaciones a las escuelas básicas de “computadoras
Canaimitas” como una necesidad imperiosa para la educación y para cerrar la
brecha entre quienes pueden y quienes no pueden pagarse un ordenador o
computador personal.
Tal parece que en este país todo proyecto positivo, constructivo
y digno de elogios termina por ser condenado al “oparei” por la falta de
interés, la necedad o la mala voluntad de algún sector decisivo. Confirman
estos hechos lo que he venido escribiendo en muchos artículos de opinión: “…el
mantenimiento de niveles de pobreza mucho más altos de lo que justifican las
limitaciones de la economía del país y la persistencia de las miserias de
nuestro catastrófico sistema educativo no son una casualidad, sino a la vez
causa y consecuencia de la necesidad de los corruptos de unos “consumidores”
que les permita sostenerse en los puestos de decisión y responsabilidad a
través del clientelismo político”.
Entretanto, en el último estudio internacional sobre educación
en la región, Venezuela aparece entre los últimos países en todos los niveles
de enseñanza y en todos los aspectos analizados; la Asamblea Nacional, que
infló irresponsablemente la gran mayoría de los rubros, incluyendo los ingresos
a la Fuerza Armada y a los gastos presidenciales, en cambio recorta
drásticamente el dinero destinado a las universidades públicas no afectas a su
ideología, para lograr que no se apliquen las normas de homologación, que los
estudiantes universitarios no tengan acceso a la investigación, a la extensión,
a buena comida en los comedores y al menos aumentar las pírricas becas
estudiantiles.
Es realmente indignante y pinta de cuerpo entero a nuestros
legisladores en particular y a nuestra clase política en general. Casos como
este ya no se pueden adjudicar a la falta de ética o a la indiferencia social,
sino que se trata de abierta y descarada mala fe.
Siempre he defendido la institucionalidad del Estado de derecho
y creo firmemente que la peor democracia con el peor de los parlamentos
posibles es en todos los casos mucho mejor que cualquier autoritarismo, sea de
la tendencia que sea(de izquierda, de centro o de derecha). Pero hay que
reconocer que nuestros legisladores –varios de ellos honorables de título, pero
deshonrosos de acciones– se especializan en dar argumentos valederos a cuanto
aventurero propone “que es lo que se debe hacer en el Parlamento”.
Un estudiante que sale de una universidad sin saber manejar bien
una computadora y utilizar internet para
ser un investigador, es un candidato seguro a una vida adulta, en el mejor de
los casos, de trabajos manuales mal remunerados y, más probablemente aún, de
marginalidad y desempleo, cuando no de delincuencia.
Cuesta creer que se esté boicoteando a propósito la educación
pública universitaria que tiene rectores opositores, pero ¿Qué otra explicación
cabe de medidas definitivamente destinadas a obstruir cualquier intento de
mejora educativa?
Ante casos de pasividad y de desinterés se podría argumentar que
simplemente no entienden la esencial interrelación entre educación y progreso
económico y social que siempre ha sido muy íntima, pero que hoy por hoy es la
clave de cualquier crecimiento económico y cualquier desarrollo social
sostenible.
Un país que es lo suficientemente rico para incrementar los
ingresos de los legisladores, para comprar armamentos y para regalar a otros
países de igual ideología no puede ser al mismo tiempo tan pobre para carecer
de recursos que invertir en la educación universitaria del sistema educativo
formal.
Pero evidentemente, la educación superior no solo no es una
prioridad, sino que es una molestia, es una piedrita en el zapato de los que
gobiernan para el modelo de acción política socialista-comunista que hoy se ha pretendido
imponer en el país. Cuanto mayor nivel educativo tienen las personas,
menos probable es que vendan cédulas o que voten al color de un pañuelo rojo-rojito
en lugar de a la calidad o moralidad de un candidato.
Cuanto mayor es el nivel de formación y mejor la oportunidad de
conseguir buenos trabajos de una persona, menor es su dependencia del
clientelismo. Cuanto mayor es el acceso a información y conocimiento –y en eso
internet es una fuente inagotable– más difícil resulta basar la acción electoral
en publicidades engañosas y promesas imposibles de cumplir.
¿Qué la falta de educación también empobrece al país? Eso no
preocupa mucho a los que pueden subirse el sueldo a sí mismos o regatear con
tráfico de influencias. ¿Qué en un ambiente de educación catastrófica es
imposible generar un desarrollo social sostenible? Eso no tiene importancia
para quienes se benefician del clientelismo político basado en la injusticia
social.
En resumidas cuentas: no creo que sea casual la miseria
educativa del país. Es el resultado de una clase dirigente y que
socialista-comunista, que prefiere una ciudadanía pobre, con poca educación y
ninguna cultura cívica para continuar perpetuándose en el poder.