martes, 7 de mayo de 2013

ESTAMOS PERDIENDO EL ALMA DE LA SOCIEDAD Y ES LA FAMILIA


ESTAMOS PERDIENDO EL ALMA DE LA SOCIEDAD Y ES LA FAMILIA

Zenair Brito Caballero 

(britozenair@gmail.com)

Hoy al escribir este artículo, no voy a referirme en lo absoluto a la situación política o económica de los venezolanos, pero si a la pobreza que según los datos del estudio presentado por el Banco Mundial, amenaza el desarrollo social, y es la carencia del debido cuido de los padres de familia para con sus hijos, lo que se llama: la pobreza de la construcción familiar.
Este es el déficit de pobreza más grande que tiene el país y del cual nadie está presentando soluciones, programas o ideas para minimizarlo, es a mi juicio la pobreza más devastadora, porque no solo tiene que ver con las incapacidades reales de generar riqueza, sino que  limita la capacidad de la sociedad para madurar emocionalmente.
La pobreza familiar consiste en no tener padre o madre, y en el peor de los casos, ninguno de los dos; como saldo, los jóvenes y niños, están a merced de referentes y principios de poca calidad, sin amor, sin orientación y sin el apoyo necesario para crecer como persona, lo cual ha dejado a muchos a merced de la educación que puedan dar los maestros, familiares o grupos de influencia, muchas veces negativos, que como valores tienen los que se reproducen en la condición de supervivencia.
Como parte de esta realidad y así lo destaca el informe, el 11% de los menores que participaron en el estudio dijeron además haber sido víctimas de abuso sexual, lo que complica mucho más la traumática situación emocional, y si uno hace cuenta de los déficits emocionales, los venezolanos estamos en muy mal estado, lo cual se refleja en la pobreza económica, la violencia y la migración; luchamos por vencer las estadísticas, pero éstas vencen al final ya que somos una sociedad lastimada emocionalmente por la falta de familias donde funcionen la comunicación, la responsabilidad del padre, la ayuda mutua, el respeto y lo más valioso, la transmisión de valores morales positivos que reproduzcan la solidez de esas familias; más que economía creo que es el momento de otra visión para recuperar el país y está en los cimientos emocionales, culturales y educativos.
A este informe podemos sumar otros que han estado revelando constantemente varios problemas que nacen de la desintegración y ahí tenemos el elevado consumo de alcohol y drogas en cortas edades, el manejo de armas y de la violencia como mecanismo de escape a las frustraciones, sumemos los hijos abandonados que no llegan a tener una buena relación con padre, madre o ambos, y tienen que ser criados por otras personas.
El daño que ha sufrido la familia venezolana es grande en su estructura y su conceptualización, por lo que también hay que tener mucho cuidado cuando creemos que lo único necesario es la información o capacitación de menores en la “educación sexual”, o cuando se propone que legalizando los abortos la situación tiene control.
Cuidado digo porque soluciones fáciles aparecen inmediatamente, pero las difíciles, las que llevan conceptos y valores morales, las comprometidas con principios y las que representan fundamentos, solemos dejarlas fuera porque nadie quiere comprometerse con soluciones que impliquen la espiritualidad, el amor a Dios y  creemos que el humanismo por sí puede ser solución.
La destrucción de la familia y los valores que ésta tiene, deben ser motivo de preocupación de todos los venezolanos, no de los políticos, donde también abundan los casos de mujeres maltratadas, hogares destruidos, padres irresponsables y donde los valores que se necesitan también están en escasez.
Somos los ciudadanos los que debemos reparar en este tipo de estudios que siguen revelando que es más importante educar para la vida, para la familia, para construir una mejor sociedad, por sobre educar para generar dinero, mejorar el trabajo o levantar la productividad.
La peor pobreza es la que tenemos en el corazón y en el alma, como dice la palabra de Dios: “de que sirve ganar el mundo, si hemos perdido el alma” y eso es lo que nos está pasando, estamos perdiendo el alma de la sociedad y es la familia, no habrá ley que pueda reconstruirla si no recuperamos antes los valores con los cuales ésta se fundamenta.