miércoles, 1 de agosto de 2012

ZENAIR BRITO CABALLERO, “EMBRIAGADOS POR EL DESPOTISMO”


“EMBRIAGADOS POR EL DESPOTISMO”
Zenair Brito Caballero 
(britozenair@gmail.com)
En las últimas semanas tuvimos una fuerte arremetida por parte del teniente coronel. Su propósito es absolutamente coherente con la línea de acción que mantiene en nuestro país. Seguir avanzando en el continente de modo a mantener lazos directos con los gobiernos afines para exportar lo que el mismo comandante denomina “revolución bolivariana”.
Esta “revolución”, y tal como su principal propulsor afirma, consiste en lograr la unidad latinoamericana sobre la base de un modelo político de democracia “participativa”, de la sumisión de la propiedad privada y del Poder Judicial a los dictados del gobierno “bolivariano” y la fuerte influencia del Poder Ejecutivo sin control por parte de la Asamblea Nacional sobre el presupuesto público. 
Estos tres elementos no son democráticos en la expresión correcta de lo que es la República de sustrato constitucional. Es en realidad un proyecto totalitario con fuerte base de lo que en las ciencias políticas y la filosofía se denomina “la ingeniería social” o el “constructivismo” político como también se lo conoce y cuyo nombre en su momento fuera acuñado por F. Hayek.
El objetivo de la “revolución socialista-comunista” no es llegar a la planificación central tal como lo propugna el comunismo marxista, pero es una simple variable de igual naturaleza. La “revolución bolivariana” pretende mantener intacto el mercantilismo para repartirse el botín que significa un Estado monopólico compuesto por seudoempresarios seguidores y beneficiados del modelo político económico.
Tal como estamos viendo en los últimos días a muchos políticos poco o nada les interesa esa fuente de inspiración que es absolutamente autocrática. Casi todos nuestros dirigentes están seducidos por el autoritarismo. Aunque escalofriante, la razón es sencilla, pues a los políticos profesionales que viven de la política y no para la política en el fondo les encantaría ser como Chávez, orador histriónico, grandilocuente, seductor de masas, dueño de vidas y haciendas. 
Esta seducción tiene larga data. El estatismo por estas tierras está a flor de piel. Y aunque muchos ni siquiera conocen el proceso de la historia, esa propensión de creer que el Estado es una entidad sagrada ya nos ha costado demasiado caro no solo en Venezuela sino en varias partes del mundo. 
Todavía se añora a Robespierre, aquel político francés que años después de la Revolución Francesa con su Teoría del Gobierno Revolucionario se convirtió en el primer dictador moderno, diciendo que para él sus enemigos eran enemigos de Francia y con eso justificaba el exterminio de sus adversarios. 
Hoy el exterminio les está vedado a los autoritarios como el Comandante. Este ya se “moderniza” y los tiempos son otros. Pero tiene un as bajo la manga. La escasa propensión de los políticos latinoamericanos a defender la libertad, la propiedad y la justicia hace que los emuladores de Robespierre tengan el camino allanado. 
Esta tendencia es una reminiscencia de la que aún en Latinoamérica no podemos despojarnos. De hecho, gran parte de nuestros dirigentes, como les encantaría ser como el Comandante, están dispuestos a verlo todavía más cerca para contemplarlo tal como un mesías al que hay que hay rendirle culto. 
Sin duda que el ingreso al Mercosur por parte del Comandante le permitirá a nuestro gobernante ampliar sus redes de conexión directa con sectores políticos de los países miembros. Esta vez la intromisión en los asuntos internos de los demás países componentes del Mercosur tendrá el fuerte incentivo de la participación legítima como miembro del grupo.
Pero hay todavía mucho más determinante. El Mercosur por su característica de tratado internacional no se confeccionó como una entidad supranacional sino que es de carácter intergubernamental. Esto significa que los diversos grupos que conforman el tratado pueden aprobar normas denominadas de derecho derivado, esto es, sus decisiones están supeditadas nuevamente a las decisiones de cada gobierno.
Pero el Mercosur hace tiempo que se muestra débil e inoperante. Sus Estados le han cerrado la navegación a los barcos ingleses con banderas de las islas Malvinas, pese a que este tipo de decisiones deben pasar por el Congreso dado que el Mercosur no es una entidad supranacional sino intergubernamental. El comandante, le da una mano a la presidenta Cristina Kirchner y de este modo se convierte en uno de los constructores del puente de playa para seguir con los lineamientos de la “revolución”. Están seducidos por el autoritarismo.