“EMBRIAGADOS POR EL DESPOTISMO”
Zenair Brito Caballero
(britozenair@gmail.com)
En las últimas semanas tuvimos una fuerte
arremetida por parte del teniente coronel. Su propósito es absolutamente
coherente con la línea de acción que mantiene en nuestro país. Seguir avanzando
en el continente de modo a mantener lazos directos con los gobiernos afines
para exportar lo que el mismo comandante denomina “revolución bolivariana”.
Esta “revolución”, y tal como su principal propulsor afirma, consiste en lograr la unidad latinoamericana sobre la base de un modelo político de democracia “participativa”, de la sumisión de la propiedad privada y del Poder Judicial a los dictados del gobierno “bolivariano” y la fuerte influencia del Poder Ejecutivo sin control por parte de la Asamblea Nacional sobre el presupuesto público.
Esta “revolución”, y tal como su principal propulsor afirma, consiste en lograr la unidad latinoamericana sobre la base de un modelo político de democracia “participativa”, de la sumisión de la propiedad privada y del Poder Judicial a los dictados del gobierno “bolivariano” y la fuerte influencia del Poder Ejecutivo sin control por parte de la Asamblea Nacional sobre el presupuesto público.
Estos tres elementos no son democráticos en la
expresión correcta de lo que es la República de sustrato constitucional. Es en
realidad un proyecto totalitario con fuerte base de lo que en las ciencias políticas
y la filosofía se denomina “la ingeniería social” o el “constructivismo”
político como también se lo conoce y cuyo nombre en su momento fuera acuñado
por F. Hayek.
El objetivo de la “revolución
socialista-comunista” no es llegar a la planificación central tal como lo
propugna el comunismo marxista, pero es una simple variable de igual
naturaleza. La “revolución bolivariana” pretende mantener intacto el
mercantilismo para repartirse el botín que significa un Estado monopólico
compuesto por seudoempresarios seguidores y beneficiados del modelo político
económico.
Tal como estamos viendo en los últimos días a
muchos políticos poco o nada les interesa esa fuente de inspiración que es
absolutamente autocrática. Casi todos nuestros dirigentes están seducidos por
el autoritarismo. Aunque escalofriante, la razón es sencilla, pues a los
políticos profesionales que viven de la política y no para la política en el
fondo les encantaría ser como Chávez, orador histriónico, grandilocuente,
seductor de masas, dueño de vidas y haciendas.
Esta seducción tiene larga data. El estatismo
por estas tierras está a flor de piel. Y aunque muchos ni siquiera conocen el
proceso de la historia, esa propensión de creer que el Estado es una entidad
sagrada ya nos ha costado demasiado caro no solo en Venezuela sino en varias
partes del mundo.
Todavía se añora a Robespierre, aquel político
francés que años después de la Revolución Francesa con su Teoría del Gobierno
Revolucionario se convirtió en el primer dictador moderno, diciendo que para él
sus enemigos eran enemigos de Francia y con eso justificaba el exterminio de
sus adversarios.
Hoy el exterminio les está vedado a los
autoritarios como el Comandante. Este ya se “moderniza” y los tiempos son
otros. Pero tiene un as bajo la manga. La escasa propensión de los políticos
latinoamericanos a defender la libertad, la propiedad y la justicia hace que
los emuladores de Robespierre tengan el camino allanado.
Esta tendencia es una reminiscencia de la que
aún en Latinoamérica no podemos despojarnos. De hecho, gran parte de nuestros
dirigentes, como les encantaría ser como el Comandante, están dispuestos a
verlo todavía más cerca para contemplarlo tal como un mesías al que hay que hay
rendirle culto.
Sin duda que el ingreso al Mercosur por parte
del Comandante le permitirá a nuestro gobernante ampliar sus redes de conexión
directa con sectores políticos de los países miembros. Esta vez la intromisión
en los asuntos internos de los demás países componentes del Mercosur tendrá el
fuerte incentivo de la participación legítima como miembro del grupo.
Pero hay todavía mucho más determinante. El
Mercosur por su característica de tratado internacional no se confeccionó como
una entidad supranacional sino que es de carácter intergubernamental. Esto
significa que los diversos grupos que conforman el tratado pueden aprobar
normas denominadas de derecho derivado, esto es, sus decisiones están
supeditadas nuevamente a las decisiones de cada gobierno.
Pero el Mercosur hace tiempo que se muestra
débil e inoperante. Sus Estados le han cerrado la navegación a los barcos
ingleses con banderas de las islas Malvinas, pese a que este tipo de decisiones
deben pasar por el Congreso dado que el Mercosur no es una entidad
supranacional sino intergubernamental. El comandante, le da una mano a la
presidenta Cristina Kirchner y de este modo se convierte en uno de los
constructores del puente de playa para seguir con los lineamientos de la
“revolución”. Están seducidos por el autoritarismo.