miércoles, 11 de julio de 2012

ZENAIR BRITO CABALLERO, “SI LADRAN SANCHO ES PORQUE CABALGAMOS”


“SI LADRAN SANCHO ES PORQUE CABALGAMOS” 
Zenair Brito Caballero

Es frecuente acudir a la conocida sentencia: “Si ladran es porque cabalgamos” cuando nuestras acciones relevantes dejan huellas y nuestros detractores nos ladran como una manera de acallarnos, de acorralarnos, de perseguirnos como lo hacen los revolucionarios con los opositores a su gobierno comunista.
Vale aclarar que esa expresión que se le ha adjudicado a Cervantes en boca de Don Quijote, no aparece en ninguna de las páginas de su libro, porque su autor es Goethe, sí, el que sólo se conoce por Fausto, su obra cumbre, en su poema El Labrador, donde dice: “Vanos ladridos ahogados por el viento / cabalgamos por el mundo en busca de fortuna y de placeres / Mas siempre atrás nos ladran / ladran con fuerza, / pero sus estridentes ladridos / sólo son señal de que cabalgamos…”.
En la primera mitad del siglo XX, en España se usó la expresión y se le agregó el nombre de Sancho y la acomodaron: “Si ladran, Sancho, es porque cabalgamos”, se hizo común y hoy le pasa como a la sentencia “Ayúdate, que yo te ayudaré” que para los que la usan está en la Biblia y no es así, no aparece en el libro sagrado ni la dijo Dios.
Hecha esta aclaratoria, que no está de más, quiero utilizar esa socorrida frase de Johann Wolfgang Goethe para los que constantemente se aponen a las acciones que sólo tienen un noble interés, y no hacen más que  ladrar, porque son personas que sienten el roer de la envidia o del odio ante el logro, el accionar, el buen obrar de los demás, odio y envidia que no son más que ladridos de impotencia  porque sólo se hacen notar rechazando todo, oponiéndose por oponerse o ladran a falta de argumentos contundentes.
En nuestra Venezuela es muy común el concierto de ladridos de perros chandosos que estropean acciones, obras, decisiones que pueden ser redenciones para muchos problemas, pero no las pueden aceptar porque hay sentimientos turbios ya sea por disputas familiares o políticas que los llevan a oponerse al que se destaca o propone algo en beneficio de la comunidad.
Esta vez me refiero a la lucha constante de los estudiantes opositores al gobierno socialista-comunista a favor de una educación democrática y plural, un mejor presupuesto para las universidades públicas venezolanas no afectas a la ideología gubernamental y a la guerra sucia que se le hace a nuestra UCV ¡cuánta urticaria provoca en los jerarcas gubernamentales!, y muchos más ladridos roncos  de perros sin pedigrí.
Pues bien, nuestros muchachos y el grupo Rectoral de la UCV, han protestado el ensañamiento del gobierno contra la Alma Mater porque “cabalgan” los que deben ser, los llenos de afecto por la universidad, porque no necesitan un bus o un trago de licor o una promesa que no se cumple, para movilizarse.
Plantearon el problema de inseguridad, de un  mejor presupuesto universitario para el aumento a los profesores, empleados y obreros, para el aumento de becas a los estudiantes, mejoría de los comedores, del transporte y mas presupuesto para la investigación y la extensión y están seguros que su presencia es importante.
Y  la protesta de estudiantes, profesores y grupo Rectoral de la UCV es el comienzo de un trabajo permanente por la paz, por la tranquilidad, que lo seguiremos con escritos de opinión, con todo lo que imprima beneficio para encontrar la serenidad de un pueblo que por sus arraigos de mansedumbre, se merece una mejor vida.
Aun sigue la protesta de estos dignos estudiantes y profesores ucevistas en contra de grupos subversivos que han dañado nuestra Alma Mater, que quieren salir de esta Venezuela desbancada para obtener los beneficios presupuestarios.
 Es seguro que a los ladradores o detractores del gobierno socialista-comunista les serviría  participar en todos los actos  democráticos de la universidad, para que conjuren el negativismo y el ardor que sienten ante lo que ellos no pueden manejar.
Únanse a una educación democrática, al camino hacia el progreso, ya verán que bien se sienten, se les alivianará el alma aunque sea por un ratito. Andrea Alciato escritor italiano del siglo XIV, escribió: “Para el perro, es la luna un gran espejo;  /Ve su reflejo creyéndolo  otro perro, /Vanos ladridos ahogados por el viento. /La luna sorda, prosigue su camino”. Y no más, sólo hago votos para que los ladradores, al final, no se conviertan en solitarios aulladores a una luna indiferente y que triunfe la democracia y la paz en la UCV” Amanecerá y Veremos”.

ZENAIR BRITO CABALLERO, LOS DISCURSOS DEL COMANDANTE EN SUS CADENAS


LOS DISCURSOS DEL COMANDANTE EN SUS CADENAS
Zenair Brito Caballero  (britozenair@gmail.com)

Lo primero que hay que tener en cuenta cuando se dice o se lee un discurso es el trillado pensamiento que reza: “Lo bueno si es corto es doblemente bueno”. Luego, antes de cavilarlo o de escribirlo hay que pensar a qué público va dirigido y para qué momento; si es un público heterogéneo se hablará con un lenguaje sencillo, si es un auditorio de intelectuales se puede dar rienda suelta a la sapiencia; en cuanto al momento, es sencillo: distinguirlo si es folclórico, político, religioso de duelo y demás situaciones frecuentes que enfrentamos.
Por último hay que leerlo, releerlo y volverlo a leer, aunque se lo haya escrito alguien en quien usted confía lo mismo si es de su propia inspiración,  para tratar de no equivocarse y pronunciar bien las palabras; cuando un término se pronuncia mal los oyentes  sienten vergüenza ajena ante los concurrentes. Leer y releer, esa es un clave importante y si no se conoce una palabra no hay que usarla, es mejor cambiarla, existen muchas para escoger y quieren decir lo mismo
Cuando se habla en cadena por televisión, hay que ser concreto y hay que hablar de eso: del tema específico, de la razón de ser de la reunión, de la convocatoria, es un momento que no admite otro tema, especialmente en un acto tan protocolar como lo es una graduación de cadetes donde los ojos y oídos del país están puestos en él.
En la que acaba de pasar la nota la dio el señor presidente Comandante: ¡Qué manera más impactante de comenzar un discurso para los estudiantes graduandos y para los televidentes y más en cadena nacional como acostumbra el teniente coronel! “Señores, vengo a contarles…” Nos dio, desde el principio, de lo que no nos gusta, de lo que se  trataba la fiesta, habló de sus correrías en el llano y en Maracay con sus amigos militares, del 4 de febrero, del arpa y los cantos llaneros, desplegó, historias de su vida como lo hace siempre y habrá gente que le gusta como a las focas que le aplauden, pero a quienes lo ven por televisión, prefieren cambiar al cable o apagar el aparato.
A pesar de que el Comandante es un conocedor de la ignorancia de muchos venezolanos y venezolanas, seguro que se preparó para poder dar con las citas que hacia referencia y a pesar  que sus peroratas son tan extensas, se observaba un público aburrido y cansado de tanta verborrea inútil que ha debido ser protocolar, echó por tierra la frase o sentencia que cité al principio. A veces lo bueno, lo muy bueno, resiste una mayor extensión. Ahora, que si el presidente se salió varias veces del tema como ya es su costumbre para alargar las cadenas, quizás fue presionado por unas peticiones que no eran para el momento, pero él las empató con el aire folclórico que siempre le da a su discurso y como siempre habló y habló hasta el cansancio sin desfallecer.
¡Cómo aburren los discursos, disertaciones, homilías, exposiciones tautológicas! Y qué fastidio la mala pronunciación de términos tan sencillos, el hecho que los espectadores para él seamos venezolanos borregos y serviles que piensa que todos le escuchamos como una homilía religiosa, no da licencia para presentarnos con una dicción tan deficiente, eso es vergonzante, porque por uno nos califican a todos.
Preparase para hablar en público es vital para hacer una buena disertación: analizar cada párrafo, ver ¿qué le sobra y qué le falta?, evitar los chistes ramplones, cantar con voz desafinada creyéndose un excelente cantante, no confiarse en la memoria porque, ante una multitud que está pendiente de escuchar belleza, nos puede fallar. Un funcionario público de tal jerarquía debe saber que tiene la responsabilidad de representar a un pueblo entero y no tiene derecho a dejarlo mal.
La oratoria es un arte, es además un género literario, es emocionante, pero hay que cumplir con ciertos requisitos antes de atrevernos a practicarla, especialmente ahora cuando se avecina una lluvia de disertaciones políticas electorales; recalco dos que no se deben olvidar: hacer un discurso digno y elocuente y tener respeto por quienes lo van  a ver y a escuchar en sus ya fastidiosas cadenas desde hace 14 años-