“PUEDE EL DINERO DAR LA FELICIDAD A
LOS SERES HUMANOS”
Zenair Brito Caballero
(britozenair@gmail.com)
Siempre me
ha preocupado este tema y por ello hoy decidí escribir este articulo, porque desde
el principio de las discusiones (es mejor decirlo así, suena a generalidades, y
a un poco de despreocupación hacia la filosofía), al ver que muchos seres
humanos suelen sostener que el dinero puede dar la felicidad. Y existen otros,
los de la acera de enfrente, que son más radicales aún, y aseguran que el
dinero es “todo” en este mundo.
Muchos,
teniéndose a sí mismos por circunspectos, prudentes y sensatos, opinan que el
dinero ayuda, a través de su buen uso, y de su mérito indiscutible, a llevar
una vida más cómoda y más relajada. El dinero libera de los pesares que caen
sobre las espaldas de los pobres, de los miserables. Yo creo que el dinero
ayuda. ¡Y cuánto! ¡Y cómo! ¡Y cuán oportunamente!
Para ganar dinero,
y por un poco de muchas cosas importantes como criar y educar bien a mis hijos,
comprar una vivienda en una buena urbanización y darles una vida más o menos
holgada, yo he trabajado desde muy joven, desde que me gradué en la universidad.
Pero siempre he estado pensando por el miserable sueldo que ganamos los
docentes universitarios, temiendo quedar pobre ante la situación crítica que
vive nuestro país socialista-comunista y ansío, como el resto de los mortales,
juntar una suma de billetes importantes, para pasar dignamente los últimos años
de mi vejez.
No digo que
vivo en escasez, pero parece que sí a veces, pues a menudo me encuentro pensando
qué compraré hoy, si tengo poco dinero, y especulando en esto, las ideas que
pudieran poblar con felicidad mi mente se fugan por un orificio de mi cabeza.
La pobreza amigos lectores deshonra, a veces, al ser humano. Le quita el buen
semblante. Castigo es la pobreza. Ella deja llagas, y multiplica la miseria,
como si esta, de por sí sola, ya no fuera suficiente mal.
Cuántos
individuos hay en Venezuela que no teniendo dinero con que sustentar a su
familia se ven arrastrados, en un momento de desesperación, a cometer delitos
de cualquier naturaleza. Claro que también hay pobres felices, que encuentran
en la simpleza de su vida franciscana, motivos suficientes para despertar con
buen semblante, pues no conocen más que las razones de un pasar campechano, sin
lujos ni ostentaciones. Ya se acostumbraron a esa vida.
Así, a la
población más pobre de nuestra Venezuela con sus ranchos, sus hojalatas, sus
perros, sus gallinas, sus pollos, sus cochinos y sus maticas se han acostumbrado
desde niños (as). Y duermen el sueño de los justos, y están siempre de ánimo
para charlar sobre las posibilidades de una lluvia o un aguacero. No se
preocupan por la crisis o por lo que sucede a su alrededor.
Quien quiera
oír, que oiga: Bueno es el dinero. Néctar, florecimiento del talento que Dios
nos ha dado, luz que corona la frente del trabajador honesto, perla sobre perla
que guardamos en el cofre familiar para que nuestra descendencia no pase
privaciones ni sea motivo de deshonra para nuestro apellido.
Busca, sin
prisa y sin pausa, el modo o la manera de ser una persona que tiene siempre en
la cartera los billetes para pagar los impuestos y saldar cualquier deuda. Ya
lo sabes: Hay que dar a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César.
No seas anheloso ni insaciable.
Simplemente
gana el pan con el sudor de tu frente, y que esa ganancia mantenga en estado de
tranquilidad tu corazón y te alcance para dar oportunidades de progreso a ti y
a tu familia. Malditos los que roban a los trabajadores.
Sobre sus
cabezas debe caer la ira de Dios. Malditos los gobernantes que arrastran al
pueblo a la pobreza mientras ellos se enriquecen. ¿Cuántas personas, en nuestro
país, pasan hambre y se acuestan sin comer? Dios guarde tus pasos amigo que me
lees. Dios te dé sabiduría para administrar tus bienes de modo que se
multipliquen y practiques la caridad. Y creo que por espacio eso es todo y ¿tú que piensas?