“A PESAR DE LAS DIFICULTADES ATREVÀMONOS A CAMBIAR”
Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
Que la vida es difícil, nadie lo niega.
Que la situación del país en estos momentos está en crisis, nadie lo discute
(desempleo, violencia, analfabetismo, suicidios, homicidios, hambre,
delincuencia, roscas, corrupción, etc.). Que cada persona enfrenta a diario
vicisitudes, es innegable. En fin, la realidad nos confronta cotidianamente con
alegrías, tristezas, miedos, desamores, desesperanzas, oportunidades, retos,
llanto, risa, esfuerzo, superación y sobre todo, fe y optimismo que cada día
puede ser mejor si nos lo proponemos.
A propósito de la realidad venezolana y de las múltiples realidades
personales de cada uno de mis lectores y de los que no lo son, quiero hoy, no
escribir de política como lo hago casi todos los días en los blogs y en mis
columnas periodísticas, sino como especialista en el área psicológica y
psicoterapeuta inyectarle una gota de positivismo a la vida, ya que no todo es
tan malo como parece.
Para ello, deseo compartir la lectura de
un libro sencillo que leí hace unos años y que estaba revisando nuevamente hace
unos días, porque pienso que puede aportar mucho a quien lo lea y que se
adquiere en cualquier puesto de revistas o librería de cualquier ciudad, o en las
avenidas principales, en las paradas de los semáforos para no ir tan lejos. El
libro se llama ¿Quién se ha llevado mi queso? de Spencer Johnson, muy leído
hace algunos años hasta por los estudiantes de los Liceos, y donde el autor
cuenta en forma clara la historia de cuatro personajes.
Dos personitas llamadas Kif y Kof, además,
de dos ratones llamados Oli y Corri. Estos personajes que simbolizan al Hombre
(en este caso podría ser cada venezolano) viven en un laberinto, tienen queso a
su disposición; pero un día el queso (las circunstancias de la vida) ya no
está, es decir, que hubo un cambio en las condiciones de la existencia (empleo,
afectividad, salud, relaciones socio personales, carencia de valores,
corrupción, falsedades, demagogia, etc.) y uno de los personajes no estaba
preparado para esas transformaciones (Kif).
Me llama la atención que esta historia
coincide con la de millones de venezolanos, puesto que en muchos casos no somos
buenos observadores del entorno en el que nos desenvolvemos y peor aún, no
leemos adecuadamente la realidad. ¿Cuántos de nosotros por ejemplo, nunca
tuvimos la precaución de ahorrar algo de nuestro sueldo y de pronto nos
quedamos sin trabajo, de capacitarnos para asegurar mayor estabilidad laboral o
de promoción, de reconocer que las condiciones del país han ido cambiando
paulatinamente en eso que se llama el socialismo del siglo XXI, lo cual ha golpeado
durante casi 14 años a miles de hogares y proyectos de vida, de cuidar
comprometidamente nuestra afectividad familiar para no romper esas relaciones
de vida?
Podría seguir enumerando otras situaciones
y la conclusión sería igual: no nos preparamos o no nos dimos cuenta que el
mundo está en constante transformación. Al darse esto, seguramente nos pillarán
“fuera de base”. En otras palabras, por confiados o conformistas, el mundo se
nos puede venir abajo (aunque no siempre es tarde).
De la lectura del libro que destaqué al
inicio de este artículo, se puede evidenciar que también las personas podemos
anticipar o prepararnos para asumir esos cambios inevitables que se dan por la
dinámica de la vida. ¿Cómo? Seguramente siendo mejor observadores, empleados,
amigos, más diligentes, inconformes, visionarios, optimistas, solidarios,
luchadores, y especialmente, humildes en el deseo de aprender todos los días.
Personas como las mencionadas en el
párrafo anterior, necesita Venezuela y
todas sus ciudades y pueblos. Hombres y mujeres buscadores por naturaleza,
activos, trabajadores, visionarios.
Se necesita un Kof (personaje decidido en el
libro) en cada hogar y representado en el líder modesto o encumbrado de los
contextos referidos y especialmente, se requiere que cada persona venezolana tenga
claro que las condiciones -las suyas- todos los días pueden cambiar.
Es hora en plena campaña electoral por la
Presidencia de la República, de menos palabras y más acciones, de más
compromisos y menos disculpas, de creer en la vida puesto que es hermosa, ya
que está llena de oportunidades. Ojalá estemos a tiempo porque el mundo no se
detiene. Hay un camino para lograrlo y es EL DEL PROGRESO.