viernes, 3 de agosto de 2012

ZENAIR BRITO CABALLERO, A PESAR DE LAS DIFICULTADES ATREVÀMONOS A CAMBIAR


“A PESAR DE LAS DIFICULTADES ATREVÀMONOS A CAMBIAR”
Zenair Brito Caballero
britozenair@gmail.com
Que la vida es difícil, nadie lo niega. Que la situación del país en estos momentos está en crisis, nadie lo discute (desempleo, violencia, analfabetismo, suicidios, homicidios, hambre, delincuencia, roscas, corrupción, etc.). Que cada persona enfrenta a diario vicisitudes, es innegable. En fin, la realidad nos confronta cotidianamente con alegrías, tristezas, miedos, desamores, desesperanzas, oportunidades, retos, llanto, risa, esfuerzo, superación y sobre todo, fe y optimismo que cada día puede ser mejor si nos lo proponemos.
A propósito de la realidad  venezolana y de las múltiples realidades personales de cada uno de mis lectores y de los que no lo son, quiero hoy, no escribir de política como lo hago casi todos los días en los blogs y en mis columnas periodísticas, sino como especialista en el área psicológica y psicoterapeuta inyectarle una gota de positivismo a la vida, ya que no todo es tan malo como parece.
Para ello, deseo compartir la lectura de un libro sencillo que leí hace unos años y que estaba revisando nuevamente hace unos días, porque pienso que puede aportar mucho a quien lo lea y que se adquiere en cualquier puesto de revistas o librería de cualquier ciudad, o en las avenidas principales, en las paradas de los semáforos para no ir tan lejos. El libro se llama ¿Quién se ha llevado mi queso? de Spencer Johnson, muy leído hace algunos años hasta por los estudiantes de los Liceos, y donde el autor cuenta en forma clara la historia de cuatro personajes.
Dos personitas llamadas Kif y Kof, además, de dos ratones llamados Oli y Corri. Estos personajes que simbolizan al Hombre (en este caso podría ser cada venezolano) viven en un laberinto, tienen queso a su disposición; pero un día el queso (las circunstancias de la vida) ya no está, es decir, que hubo un cambio en las condiciones de la existencia (empleo, afectividad, salud, relaciones socio personales, carencia de valores, corrupción, falsedades, demagogia, etc.) y uno de los personajes no estaba preparado para esas transformaciones (Kif).
Me llama la atención que esta historia coincide con la de millones de venezolanos, puesto que en muchos casos no somos buenos observadores del entorno en el que nos desenvolvemos y peor aún, no leemos adecuadamente la realidad. ¿Cuántos de nosotros por ejemplo, nunca tuvimos la precaución de ahorrar algo de nuestro sueldo y de pronto nos quedamos sin trabajo, de capacitarnos para asegurar mayor estabilidad laboral o de promoción, de reconocer que las condiciones del país han ido cambiando paulatinamente en eso que se llama el socialismo del siglo XXI, lo cual ha golpeado durante casi 14 años a miles de hogares y proyectos de vida, de cuidar comprometidamente nuestra afectividad familiar para no romper esas relaciones de vida?
Podría seguir enumerando otras situaciones y la conclusión sería igual: no nos preparamos o no nos dimos cuenta que el mundo está en constante transformación. Al darse esto, seguramente nos pillarán “fuera de base”. En otras palabras, por confiados o conformistas, el mundo se nos puede venir abajo (aunque no siempre es tarde).
De la lectura del libro que destaqué al inicio de este artículo, se puede evidenciar que también las personas podemos anticipar o prepararnos para asumir esos cambios inevitables que se dan por la dinámica de la vida. ¿Cómo? Seguramente siendo mejor observadores, empleados, amigos, más diligentes, inconformes, visionarios, optimistas, solidarios, luchadores, y especialmente, humildes en el deseo de aprender todos los días.
Personas como las mencionadas en el párrafo anterior, necesita  Venezuela y todas sus ciudades y pueblos. Hombres y mujeres buscadores por naturaleza, activos, trabajadores, visionarios.
Se necesita un Kof (personaje decidido en el libro) en cada hogar y representado en el líder modesto o encumbrado de los contextos referidos y especialmente, se requiere que cada persona venezolana tenga claro que las condiciones -las suyas- todos los días pueden cambiar.
Es hora en plena campaña electoral por la Presidencia de la República, de menos palabras y más acciones, de más compromisos y menos disculpas, de creer en la vida puesto que es hermosa, ya que está llena de oportunidades. Ojalá estemos a tiempo porque el mundo no se detiene. Hay un camino para lograrlo y es EL DEL PROGRESO.