lunes, 2 de septiembre de 2013

LA APATÍA GENERALIZADA DE LOS VENEZOLANOS

LA APATÍA GENERALIZADA DE LOS VENEZOLANOS

Zenair Brito Caballero

Al parecer, en lo único que estamos actualizados los venezolanos durante estos 15 años de desgobierno socialista-comunista, es en la apatía generalizada frente a la suerte de la nación. Hemos sustituido la calidad de ciudadanos solidarios por la condición de simples habitantes ajenos a los compromisos colectivos que demanda la vida en comunidad.
El aspecto más inquietante de la mencionada displicencia empieza por la cabeza que dirige al país, donde permanece un presidente ausente, distante y lejano. Quizás su breve trayectoria vital y pública no le permite comprender a cabalidad la inmensa tradición que le ha dado a Venezuela respetabilidad y categoría en la geografía latinoamericana y que de manera formal está obligado, al menos, a preservar.
No de otra forma se explican los preocupantes signos de decadencia que vienen sitiando las ciudades venezolanas en flancos tan sensibles como esenciales en la salud de las localidades. Este desgobierno socialista-comunista a la cubana, se evidencia en una inseguridad pavorosa, la indisciplina social, la anarquía en el espacio público y el caos vehicular, entre otros síntomas del franco deterioro del clima de convivencia, que convierten nuestra singular y bella topografía en territorio de nadie.
La apatía también es resultado, en gran medida, de un penoso seriado de administraciones miopes, arrogantes, improvisadas e indolentes, cuando no incompetentes o voraces, que son incapaces de transmitir e imponer autoridad y liderazgo.
Ahora el mérito radica en sostener una celebridad postiza o cifrar el éxito de la gestión, no en la capacidad de aglutinar la voluntad de los conciudadanos, sino en pavimentar indiscriminadamente el paisaje y proteger una popularidad dudosa, en vez de invertir ese precario capital en el bienestar de los asociados. A cambio de respuestas a los sueños comunes, se impone la ambición de un poder politiquero cada vez más nocivo, deshumanizado e insensible.
No puede subestimarse el daño que les hace a los pueblos la corrupción política multiplicada por el clientelismo pernicioso, estéril para el progreso general, pero pródigo para el lucro personal y del estrecho círculo de amigos. Así las cosas, encontramos que la única coherencia se encuentra en la mediocridad de los dirigentes, tanto del sector público como privado, en cuyos predios campea el individualismo.
Si intentamos otro tipo de ejercicio alrededor de las causas de la apatía ciudadana, nos topamos con una marcada ignorancia de nuestra valerosa y meritoria parábola histórica. Venezuela ha sorteado innumerables retos y dificultades, se ha levantado con dignidad después de superar dramáticos episodios que han puesto a prueba su imaginación y pujanza. Dicha desinformación le ha dado vía libre a la incultura cívica, a las malas costumbres sociales, al descuido de su fisonomía, al caos desbordado de su atmósfera apacible, de su clima mental y su inconfundible magia aérea.
Ahora bien, quienes han trabajado durante décadas en la consolidación de la identidad venezolana, y actualmente hacen parte de la cruzada para rescatar su núcleo urbano ancestral, son conscientes de los obstáculos -públicos y privados, legales e ilegales, colectivos e individuales- que deben superarse para desarrollar programas de recuperación de la conciencia y los valores fundadores de nuestra civilidad.
No se justifica que una nación altiva y moderna, dueña de un formato familiar, gobernable y atractivo, no pueda hablar el mismo idioma del respeto y la amabilidad productiva que le ha dado renombre, reconocimiento y memoria alrededor del mundo en la llamada IV República.

Puede que suene a romanticismo trasnochado, pero todavía es posible soñar con una Nación de ciudades acogedoras y cordiales, en la que los peatones tengan prioridad sobre el tráfico vehicular, y donde pueda ponerse en marcha una juiciosa estrategia encaminada a sensibilizar a la población con el formidable propósito de reinventar la emoción, la jactancia y el orgullo de ser ciudadano venezolano. 

“NO SE NOS EDUCA PARA VIVIR CON CONCIENCIA”

“NO SE NOS EDUCA PARA VIVIR CON CONCIENCIA”

Zenair Brito Caballero

Desde España, viendo el Noticiero de Antena3 como lo hago a diario, observé como el maquinista del descarriado tren de Salamanca, lo dijo de la manera más natural que pudo. “No sé qué pasó, yo no estoy loco, de pronto sucedió”. Sin embargo, su inconsciencia costó más de 80 vidas y me inspiró para escribir este artículo..
Los especialistas es psicología sabemos que esas expresiones, son reacciones automáticas que impregnan diariamente la vida de cantidades de personas. Lo delicado es que termina siendo la misma respuesta de muchos, frente a acontecimientos trascendentales o a nimiedades que a diario suceden. “No sé qué pasó”. “No me di cuenta”.
Automática, mecánica, como robots, se vive la vida en una total inconsciencia. Me imagino que muchos de los ebrios al volante que atraviesan calles, avenidas y autopistas de nuestras ciudades venezolanas, también actúan automáticamente. Estar ‘dentro’ del cuerpo pero totalmente robotizados es en los momentos actuales, parte del comportamiento que tipifica a los seres de esta era tecnológica.
Tenemos un empaque, que es nuestro cuerpo, pero estamos atrapados en él, lo que no impide que podamos manejar aparatos y más aparatos, hundiendo botones, moviendo teclas o tocando pantallas. ¡No se necesita más! No hay tiempo ya para pensar ni para crear. El ser humano pareciera estar Idiotizado. Como si estuviéramos hipnotizados, hechizados o embriagados.
¿Y qué tal el ejercicio de twitear? Allí si está la prueba más contundente de nuestro automatismo, cuando lo instantáneo se manifiesta en la conexión de nuestro cerebro reptiliano con la acción, sin mediar ni un solo minuto de reflexión.
Ese famoso psicólogo que fue Williams James decía: “que conciencia es una palabra que se refiere a complicidad entre el mundo exterior y el testigo interior”. Algo así como tener, dentro de nosotros, un observador que nunca pierde de vista su oficio y siempre está atento. Ayudando a caer en cuenta, a permanecer como testigo de nuestra vida y por lo tanto no puede distraerse ni automatizarse.
Tiene que llevar un registro de nuestras acciones, de allí su nivel de conciencia. Debe observar cada minuto, cada segundo, porque en un instante de descuido, nos podemos perder y caer en el automatismo. Está atento: ¡allí hay conciencia! Pero no es fácil vivir así.
Aun más no nos enseñan ni en el entorno familiar, ni en la escuela: ni de niños, ni de adultos, no se nos educa para vivir con conciencia. Por el contrario pareciera que la consigna cada vez mas es automatizar, volvernos parte de una red, de una masa, donde todos hagamos lo mismo. Pensemos lo mismo, sintamos lo mismo, hablemos de lo mismo.
La vida  automatizada es un escape, la forma más elemental de evasión, hablando en términos psicológicos conductistas Skinerianos. Miedo de tener eco interior, miedo a tener conciencia. No se educa para mirar para adentro sino para hacer cosas, ser eficiente y producir resultados.
En un mundo ‘externo’ no hay tiempo para pensar y mucho menos para tener silencios. Hay que hacer muchas cosas y ojalá al mismo tiempo: esto, diría la cultura, es inteligencia, eficiencia, éxito.
Usted amigo que me lee, es una “máquina de trabajo” y se prueba que es muy “valioso” porque al finalizar el día su balance de actividades es apoteósico. Pero... la fragilidad interior es aterradora. No sabe por qué vino a este mundo (¿se lo ha preguntado alguna vez?) no sabe cuál es el sentido de la vida y menos aún se le ocurre pensar en la muerte. Se vive en un presente eterno.
Pero no en el presente con conciencia sino con el presente “aturdido”, sin caer en cuenta de dónde se viene y para dónde se va. Congelado, como si estuviera anestesiado. Sin embargo, lo importante al existir, es tener conciencia que las acciones humanas deben tener un sentido, saber que vinimos a algo y que estamos de paso, para “regresar a casa”.

Salir del automatismo, misión necesaria, indispensable y salvadora si queremos sobrevivir en un mundo cada vez mas robotizado. Los zombies del mundo de hoy sólo podemos superarlos con momentos de conciencia. No es fácil pero hay que atreverse. Hay que salir del automatismo…hay que educar a las nuevas generaciones  para vivir con conciencia. britozenair@gmail.com

DEMOCRACIA O DICTADURA

DEMOCRACIA O DICTADURA

Zenair Brito Caballero

La divergencia entre una democracia y una dictadura, consiste que la primera se rige por la Transparencia garantizando con ello seguridad jurídica. No así la dictadura que se arrastra en la corrupción propiciando impunidad y desequilibrio institucional ya que la vergüenza una vez perdida se perdió para toda la vida.
Ejemplo de ello el bloque toxico PSUV y partidos afines, que insiste en continuar lo que proponía el difunto presidente Chávez, la construcción de un socialismo-comunismo a la cubana en el que funcione a expensas de cúpulas obscuras que recurren a la fuerza para acallar a las fuerzas vivas de la sociedad.
Tal como se ve en la intención de coaccionar la justicia mediante el vil ataque hacia la Sala de lo Constitucional. Preocupante dicho accionar y aún más cómo esto incide en el panorama social de la nación, cuando ésta necesita oxígeno que solo la iniciativa empresarial puede aportar a la agonizante economía local.
Tengamos presente que ante la situación actual, la sociedad venezolana en todo su conjunto: de manera especial un cierto porcentaje que se muestra indiferente sentada en el escepticismo etc.
Debemos tener muy claro, que es necesario prever todos los peligros que se ven en el horizonte cercano y así enfrentarlos cuando algunos lleguen a hacerse inevitables, ya que diferentes variables pueden agravarse de no frenar esta acción déspota, la cual lo único que busca es limitar uno de los derechos fundamentales que nos provee la constitución como es la justicia.
Más bien vemos una estrategia de venganza y resentimiento por parte del bloque chavista citado, que emplea los medios y recursos estatales, los cuales al verse amenazados su falta total de gestión y transparencia muestra su rol cínico lo cual lo descalifica aún más.
Venezuela, no puede correr el riesgo de verse desprovista de protección jurídica ya que ésta es indispensable para captar y sostener confianza en un mundo en el que las crisis se mueven según la certeza o no que poseen las naciones. Los retos sociales, tales como el narcotráfico que aquejan a las naciones carentes de orden y derecho no pueden enfrentarse con dosis de corrupción e impunidad.
Por el contrario, éste y otros males ven en escenarios como el nuestro tierra fértil para su posicionamiento. Las acciones autoritarias así como de forma masiva y sistemática deben terminar, de continuar dicha operatividad lo único que gana terreno es la impunidad a través del manoseo de las instituciones para sostener los poderes de los impulsores de dicha canallada.
La administración de la hacienda pública y sus recursos monetarios, para uso partidario como foráneo es lo que tanto temen perder, lo cual es fácilmente constatable, sumado a ello no dar cuentas del uso eficiente de recursos. Más bien se ve, la fuerza que éste puede dar a manos de sujetos que se niegan a regirse por la jurisprudencia. Ya que dicha resistencia aporta al estancamiento propiciado por los agente públicos  que no conlleva a un acuerdo de posibles políticas de estado, las cuales contribuyan a la transformación de  la nación en un verdadero polo de desarrollo.
Estos escenarios confirman aún más la incertidumbre que poseen los operadores jurídicos y económicos. Lo cual no puede negarse, ya que salimos mal evaluados constantemente en diferentes reportes: World economic fórum, Brookings Institution, Transparencia internacional y otros think tank.
El fin que se pretende alcanzar por parte del oficialismo y sus cómplices es: doblegar el estado de derecho, en el que los jueces, magistrados, etc. no puedan hacer otra cosa salvo aplicar la ley no de la mano del justo derecho, sino excluir a todo ciudadano enemigo a esta partidocracia que ha hecho del estado una piñatacracia que presiona por mecanismos en los que apuestan a un Tribunal Supremo de Justicia que legisle a conveniencia de las cúpulas partidarias y no al mandato del ciudadano contribuyente.
Patético ver a funcionarios que en el pasado se jactaban de estar en contra de prácticas corruptas, y hoy día dado su doble carácter, personalidad se muestran tal como son. Y es normal ya que la falsedad debe ser un don ya que hay ciertos agentes públicos que la practican con tanta habilidad.
Si de desarrollo de país se espera con este proceder, podemos asegurar que la anemia que padece el entorno se agrava más. Dicho proceso es poco factible si las relaciones entre estado y ciudadano no se basan en el ideal de la seguridad jurídica, ya que ésta suple la necesidad de certeza en la vida cotidiana.

Así como la existencia, conservación y desarrollo de toda sociedad. Sin seguridad jurídica es inviable todo planteamiento económico. Ningún Businessman puede operar si no se presenta la legalidad como sistema de convivencia, lo cual solo puede legitimarlo un sólido sistema de justicia que se soporte en la Constitución. En síntesis: venezolanos todos, recordemos que: El silencio es el mayor cómplice de la corrupción, quien lo oculta al final de cuenta se termina convirtiendo en cómplice. ¡Exijamos entonces!   

“VENEZUELA Y EL ESTADO COMUNAL”

“VENEZUELA Y EL ESTADO COMUNAL”

Zenair Brito Caballero


Las revoluciones anticapitalistas del siglo XX se especializaron por tener un sistema político de partido único y una economía bajo control estatal. La transición al socialismo en Europa (antigua URSS y otras naciones del Este) fracasaron. China mantiene su sistema político pero ha ido modificando su sistema económico, sobre todo con la apertura al capital extranjero. Y Cuba está optando por descongestionar el Estado e incentivar la pequeña propiedad, en el marco de un sistema político basado en el partido único, el comunista.

La economía estatizada es un avance frente a la propiedad capitalista pero no garantiza el fin definitivo de ésta, pues siempre hay un riesgo, que la burocracia del Estado acumule riquezas y al cabo de un tiempo restablezca el capitalismo. Eso pasó en la URSS y en Europa del Este, pero no pasó en Cuba, que ahora disminuirá el peso del Estado en la economía, para desarrollar la pequeña propiedad y las fuerzas productivas.

En Venezuela la transición difiere de las otras experiencias y se sustenta en el desarrollo económico y político de las comunidades, las cuales se agruparían en comunas y en ciudades comunales (varias comunas) para conformar el Estado Comunal.

Las comunas son amigos lectores, entidades locales socialistas, creadas por iniciativa de la población e integradas por comunidades vecinas con rasgos históricos y culturales parecidos. En ellas se conforma un régimen de propiedad social y un modelo de desarrollo endógeno acorde a lo establecido en el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social.

En definitiva, las comunas, tal como están diseñadas, son espacios comunitarios con sus propios autogobiernos y sus empresas productivas y de servicios. El desarrollo de las comunas y de las ciudades comunales ampliaría supuestamente el poder político del pueblo y fortalecería la economía venezolana, bajo un esquema de propiedad social, no capitalista sino socialista-comunista.

Para el despegue o la expansión de las comunas, el Estado Nacional les otorgaría  recursos y les apoyaría para que desarrollen sus capacidades de gestión y administración. Eso se viene haciendo desde hace algunos años en muchas comunidades, con resultados desiguales.

Si las comunas llegan a generar el 30% o 35% del PIB y si el Estado Nacional mantiene un aporte de alrededor del 30%, la propiedad capitalista no podría sostenerse por muchos años más. El avance de las comunas y del Estado sería irreversible

Como las comunas se desarrollarían con recursos propios y del Estado (que los canalizaría directamente) y como manejarían servicios públicos, la existencia de las alcaldías y las gobernaciones no se justificaría en el largo plazo. Una nueva reforma constitucional podría suprimirlas e integrar a la nación en un Estado Comunal.

Esa vía de tránsito al socialismo evitaría que la burocracia del Estado acumulara riquezas y desarrollara nuevas propiedades capitalistas. En la propiedad social es muy difícil (no imposible) que se generen riquezas individuales, al margen del colectivo, y que surjan nuevos núcleos burgueses. Para evitar que eso ocurra es decisivo el desarrollo cultural y político de las comunidades.


Naturalmente, Venezuela no llegará sola al socialismo, pues como el socialismo sería una sociedad sin explotación, es decir, sin clases, solo podría construirse a escala planetaria. Maduro y el gobierno, son conscientes de ello. Por eso, en el cierre del Foro Social Mundial realizado en Venezuela en enero de 2006, se dijo lo siguiente: “Es absolutamente imposible la revolución en un solo país. Estamos debilitando las columnas del sistema capitalista, pero, o cae en todo el mundo o no cae en ninguna parte”.