miércoles, 21 de agosto de 2013

“VIRTUOSOS O MANILARGOS”



“VIRTUOSOS O MANILARGOS”

Zenair Brito Caballero

Perseguir la corrupción, ha sido una tarea que le ha faltado al gobierno venezolano, y hoy Maduro Moros para legitimarse y como una mentira mas, hace creer al pueblo, que lo ha emprendido con nuevos ánimos. Debe quedar en el archivo del olvido la indolente promesa de capturar "peces gordos" y, que sólo fue una buena broma del funcionario que tenía la obligación de combatir este flagelo nacional.

La sustracción de dinero de los erarios estatales o municipales no es ni ha sido privativa o exclusiva de un gobernador, de un alcalde o de un secretario de despacho. Tampoco las acciones de nepotismo, colocando a todos sus familiares en cargos públicos o el uso indebido del cargo oficial, como utilizar helicópteros oficiales con fines románticos o la aparición súbita de decenas de propiedades.

Ahora lo importante es conocer la suerte que tendrán los implicados por los más recientes señalamientos en el famoso video de Mario Silva o los señalamientos del ex Magistrado Aponte Aponte, que puede considerarse como una advertencia para quienes tienen responsabilidades importantes, en especial para quienes ocupan la oficinas principales de los Palacios de Gobierno.

A últimas fechas se han difundido casos de desvíos de fondos públicos o de incrementos escandalosos de la deuda pública sin a que a la fecha se revelen los destinos de esos recursos de la nación.

En la era actual, se llevan a cabo investigaciones de carácter judicial, orientadas hacia ex gobernadores y ex alcaldes opositores al socialismo-comunismo, en atención a una instrucción específica de cerrar las puertas a la corrupción y a la impunidad, venga de donde viniere y sea del partido que fuere.

Todos tienen derecho a ser presumidos de inocentes, hasta en tanto un juez decida si son culpables o no, sobre su hipotética responsabilidad de haber cometido algún ilícito.

No es, ni será, la primera ocasión que se dan a conocer presuntos desfalcos de ciertos gobernantes. A últimas fechas los apellidos de renombre se repiten en todos los tonos y en todos los foros. La lista es larga. No son todos los que son, ni son todos los que están. Algunos inculpados pertenecen al pasado no tan lejano o reciente; también los hay del presente, son de varios colores partidistas; unos tienen señalamientos de "enriquecimiento inexplicable", otros de presunto peculado, también de uso indebido del cargo público o de abuso de autoridad y los que resulten...

Todos o la mayoría ya han sido condenados por ese juez implacable representado por la vox populi, que observa y comenta los ejemplos escandalosos como una muestra palpable de impunidad y de inmunidad, que protegen a quienes han llegado a ocupar cargos públicos relevantes. De norte a sur, las historias de estos usos y abusos de casos indebidos están latentes y han llegado a ocupar los principales espacios noticiosos.

Los que han sido señalados como posibles responsables de desvíos del patrimonio nacional, les han sido difundidas sus ostentosas propiedades no solo en territorio nacional, sino también en el extranjero, Quienes conocen el sistema jurídico venezolano intuyen que los resultados finales de los procesos pueden ser inciertos. Un pequeño error en la elaboración de la averiguación, puede salvar su
destino.

Las autoridades judiciales han actuado con mucha diligencia para deslindar responsabilidades y al final resolver conforme a derecho. Hasta donde se tiene conocimiento, no existe indicio que haga presumir que las autoridades hayan iniciado investigaciones por consigna o que parezca "cacería de brujas", en contra de cierto ex gobernador o ex alcalde.

Lo que esperamos todos los venezolanos de esta administración socialista-comunista, es que actúe con mucho rigor en contra de los que se han enriquecido a costillas de todos nosotros, bien y rápido, para acabar con tanta impunidad y el saqueo a las arcas nacionales.

De ahí que los partidos políticos tienen la palabra para impulsar en la Asamblea Nacional, a través de sus legisladores o diputados, todo lo necesario para reformar lo que tenga que reformarse, con el fin de que se castigue a quien tenga que castigarse.

¿Cómo se podrá prever que los altos funcionarios no cometan esta clase de ilícitos? ¿La Secretaría de la Función Pública o en el futuro la Comisión Nacional Anticorrupción, tendrá facultades punitivas? ¿Esta instancia se coordinará con la Auditoría Superior de la Federación? ¿O duplicarán sus actividades? 

¿La Comisión Nacional Anticorrupción, tendrá mecanismos para inhibir la corrupción? Esperemos a ver qué ocurre, o es una mentira más de este gobierno farsante.  

¿QUIÉNES SON LOS FARISEOS Y MEDIOCRES DE NUESTRA SOCIEDAD?

¿QUIÉNES SON LOS FARISEOS  Y MEDIOCRES DE NUESTRA SOCIEDAD?

Zenair Brito Caballero

Son aquellos (as) que dan la apariencia de ser encantadores; todo lo fundan en la aceptación social o política. Hacen creer que están inundados de conocimientos y expresan sus opiniones, más bien sus prejuicios o caprichos, con un notorio desparpajo, con una soltura tal que por sí misma les conferiría la condición de hombres de mundo.

Engañan a los incautos. Se muestran como personas serviciales o solícitas, cuando no hacen sino obedecer a cálculos mezquinos, algo que luego cobran con el carácter de una recompensa. Arrastran un egoísmo insalvable. El interés es su motivación primordial. Nunca conceden nada a cambio de nada. En su interior se saben poca cosa, pero eso lo compensan con maneras cortesanas y un andar insolente que les granjea, en ocasiones, aplausos de compromiso. Y eso los envanece.

Hablan en los pasillos, despotrican a espaldas de los incriminados, se hacen los valientes detrás del burladero de la cobardía y llevan y traen cuentos en tono de murmuración. No soportan la existencia de alguien que sea independiente u honrado, porque ellos necesitan prosperar a la sombra de alguien, con la aquiescencia de alguien. En esto son expertos. Halagan, intrigan y dejan caer ante el interlocutor de turno unas falsas migajas de preocupación sobre temas éticos.

Por supuesto, confunden ética con moral. Como no tienen un sentido de lo universal, lo pequeño les merece una atención neurótica, obsesiva. El chisme y la burla les interesan como una forma de dañar un prestigio, no como una opción de ridiculizar la solemnidad.
Tienen tan poco sedimento cultural que cualquier tontería les parece una muestra encomiable de ingenio. Confunden la sabiduría con el ardid, se ufanan de sus pequeños éxitos materiales y suponen que el espíritu se reduce a la exhibición impúdica, con ojos entrecerrados, de una fe dominguera y sospechosa.
La noción de Dios, por supuesto, se les prefigura como un patético cuadro de viernes Santo, con truenos, lluvia torrencial y nubes arreboladas. Quien más les recuerda su propia idiosincrasia es Poncio Pilatos. Lavarse las manos es, para ellos, una forma de genialidad o de viveza. Nunca aparecen, nada hacen con el pecho por delante, jamás se exponen a una cornada.

La oscuridad es su reino, donde más cómodos se sienten. Allí urden y alimentan envidias, recelos y aversiones, los cuales expresan con la advertencia de que eso no es de su coleto sino que proviene de la maledicencia ajena, siempre tan ruin y desvergonzada, según piensan para sí.

Después que se cruzan con un hombre de bien, en su intimidad hacen una mueca de perplejidad y descreimiento. Les parece irreal. No conciben que haya alguien distinto a ellos, que repose en sus antípodas, sin hacerle venias a la liviandad o al oportunismo. Son, en el lenguaje común, unos paquetes que se autocomplacen.

Sin jamás haber dictado una clase en una universidad de prestigio o una conferencia, ni nunca haber escrito una página siquiera aceptable en un periódico de los más leídos, fungen con vana prepotencia de poseer una inteligencia noble y cultivada.

Mostrarse como son les significaría el descrédito o la muerte pública. Los libros les son ajenos. La literatura o el arte les son indiferentes, tal vez fastidiosos o innecesarios. Creen que la vida es el cuerpo, la ropa, los zapatos y un andar vanidoso por los pasadizos de un club.

Lo subjetivo nada les dice, y lo objetivo lo conminan a las apariencias, donde el ser humano se siente igual a los demás, es decir, donde es más fácilmente aceptado por los demás. Los errores humanos, los de los otros, los califican en blanco y negro. Excepto los suyos, los yerros merecen el infierno.

Nunca ven colores, jamás miran la contrafaz de las cosas, porque su talante tiende a excluir por conveniencia y a complacer por abyección. El amor no les atrae sino como un detalle instrumental, objeto de vanagloria. La simplicidad de sus almas se regodea en la televisión, en el cine barato o en las telenovelas de truculento acontecer. Pero lo que más los distingue es la superficialidad.

No les interesa la ciencia, que poco entienden, pero hacen de sus vidas una especie de ciencia-ficción, la cual adoban con un vano apego al dudoso brillo de los desechos tecnológicos. Aprovechan, claro, cuanta oportunidad aparezca de hacerse invitar, sea viajes o fiestas. En aquéllos no ven más allá de lo que permite la ventanilla de un avión, el concreto de unos edificios o el ambiente selvático y lujurioso de ciertos parques; de éstas sólo les interesa la posibilidad de lucirse con trivialidades o de adquirir nuevas víctimas para sus indeclinables y prosaicas apetencias. Son, en resumidas cuentas, pequeños hombres y mujeres de medianos triunfos, endebles notoriedades, infatuados fariseos, mediocridades irremediables…  

britozenair@gmail.com


“LEGALIZANDO LA TRANSGRESIÓN”

“LEGALIZANDO LA TRANSGRESIÓN”
Zenair Brito Caballero
Algunos mandatarios de América Latina parece que han ignorado la crisis que vive Venezuela, aunque conocen los antecedentes retorcidos del chavismo para imponer un gobierno totalitario encubierto, en una mal llamada pseudo-democracia de un vociferado socialismo del siglo XXI.
Cómplices, encubridores y compinches, son todos aquellos que sabiéndolo o sospechando, se quedan calladitos, muditos, reservaditos o aceptan la perversidad como si fuera normal para no meterse en problemas o para sacar provecho. Los hay por acción u omisión, pero ambas maneras son condenables, vergonzosas y reprochables.
Cómplice es Enrique Peña Nieto, actual presidente de México, quien se negó a recibir a Henrique Capriles, reconoció a Nicolás Maduro, pero, sin embargo, dijo que “no podemos ser parte de un conflicto interno” en Venezuela. Si fuese cierto su enunciado, recibiría al opositor para mantenerse imparcial. ¿No lo cree usted?
Cómplice también es Juan Manuel Santos, Presidente de Colombia quien, además, añade la ambigüedad y la imprecisión. Primero se sentó a platicar con Capriles y después con Maduro con quien derrochó elogios y adulación, casi al punto del servilismo, poniendo a Hugo Chávez como un “líder” para el bien y no para el mal, como realmente lo fue.
Cómplice es Dilma Rousseff Presidenta de Brasil, quien recibió a Maduro con banda de guerra y otros honores que merecen jefes de Estado elegidos legalmente, dándole una bofetada a la mayoría del pueblo venezolano que no quiere más chavismo socialista-comunista en nuestro país.
Cómplice es Ollanta Humala, Presidente del Perú, quien sacó un pretexto de tener un compromiso lejos de Lima, para evadir la reunión con Capriles… Y la lista sigue……….
No debemos ignorar u olvidar el fraude electoral del CNE que puso ilegalmente en el poder a Maduro el 14 de abril pasado.
No se puede borrar de la memoria, que su gobierno mantiene contacto clandestino con las FARC y sigue permitiendo que los guerrilleros se escondan en su territorio. Tampoco pasemos por alto que funcionarios chavistas permiten el narcotráfico por Venezuela.
No excusemos las instrucciones que dan los hermanos Castro desde Cuba y cómo cientos de socialistas-comunistas hacen parte del ejército y la red de salud en Venezuela. El chavismo le da empleo a extranjeros que son espías consentidos por el régimen, como lo hacen en la isla las milicias que vigilan los barrios, buscando inconformes de la revolución para delatarlos.
Ser compinches de una copia del chocarrero y payaso de América, como lo era Chávez, es un error histórico. ¿Lo hacen por petróleo? ¿Lo respaldan porque están de acuerdo con la represión al pueblo, la coartación de la libertad de prensa, la expropiación de bienes, empresas e industrias? ¿Toleran esos mandatarios latinoamericanos que una minoría gobernante se enriquezca y narcotrafique en aras de la revolución bolivariana?
Se entiende, pero no se acepta, que otros gobiernos, algunos de ellos igualmente con sospecha de imponerse de manera ilegal como el de Daniel Ortega en Nicaragua, glorifiquen el chavismo. Incluso se entiende que Rafael Correa de Ecuador, quien realmente tiene respaldo popular, avale las porquerías de Maduro y su pandilla roja-rojita. Pero, no se concibe por qué lo apoyan los gobiernos que la democracia real eligió. Revolcándose en la tumba debe estar Simón Bolívar, al saber que su ideal fue despojado por una manada de coyotes hambrientos de poder y dinero.