lunes, 10 de diciembre de 2012

“HEMOS DESTRUIDO EL SER POR EL TENER”


“HEMOS DESTRUIDO EL SER POR EL TENER”
Zenair Brito Caballero

Una vez que pasan las vacaciones escolares de julio, agosto y septiembre, los comerciantes empiezan a sacar los sobrantes de sus mercaderías navideñas del año anterior y a ponerlas en realización para introducir al mercado las nuevas mercaderías que vienen a crear nuevas necesidades entre los consumidores.

Sin que hayan comenzado los vientos de octubre se empiezan a decorar de colores rojo, verde y plateado los almacenes, supermercados y centros comerciales y los mecanismos mentales que impulsan el consumismo compulsivo se ponen en acción.

Ahora, los cohetes, las luces de colores, el arbolito, el estreno, las hallacas, el pernil horneado, la ensalada de gallina, el dulce de lechosa y el juguete tradicional se han transformado en Noches de Compras y fiestas a lo gringo. Al Niño Dios lo cambió Santa Claus o Santa Tarjeta de Crédito. Los 14 años de gobierno socialista-comunista crearon un nuevo país, destruyendo el agro y la industria y formando un sector terciario, de servicios y comercio, que vino a enriquecer a los nuevos millonarios rojos-rojitos

La Reforma Agraria destruyó el agro y la dolarización el endeudamiento público la industria. De repente, empezaron a surgir centros comerciales como hongos, mientras los venezolanos salen a razón de unos 100 ciudadanos diariamente hacia el llamado “sueño americano”, lo que implica unos cuantos millones de dólares anuales que se inyectan en la economía en concepto de remesas y que favorecen un mayor nivel de consumo, casi siempre de bienes suntuarios, por parte de venezolanos que han dejado de trabajar porque solo aprendieron a recibir para gastar y no a ganarse la vida.

Esto atrajo a las grandes firmas de modas, productos electrónicos, telecomunicaciones, almacenes de departamentos, franquicias de comida rápida y se fue creando una nueva forma de ser y de vivir de los venezolanos que día a día enriquecen más a los comerciantes que manejan este sistema económico, son los que podríamos llamar “los dueños del circo”

La navidad de los pesebres, la misa del gallo, la cena familiar, los estrenos, las gaitas y los villancicos han sido sustituidos por un consumo irracional y obsesivo, el Niño Dios fue sustituido por Don Bancario y la familia quedó dividida por una competencia del tener contra el ser.

Todos han olvidado el origen de la Fiesta, todos han olvidado al Dios de la Historia que asumió la condición humana a través de Jesús de Nazaret, hijo de una adolescente y un carpintero judíos, se han olvidado de Aquel que nació en Belén de Judá, que nació para los Hombres de Buena Voluntad, que nació para reivindicar al hombre por ser hombre y no por lo que tiene.

Ahora muchas familias lloran en la noche de navidad por no haber podido consumir, por no tener el último blackberry, ni el último plasma, ni el último grito de la moda, ya no lloran por el familiar que ya no está o por los recuerdos de la niñez, cuando todo era más fácil, más sencillo, mucho menos se conmueven por el misterio de la Natividad, eso pasó a otro plano de menor importancia.

Los comerciantes, además de sustraer con engaños en ofertas de 2 x1 o de 3 x 2 los dineros del pueblo y adquirir privilegios con la compra de voluntades en el gobierno, han asesinado las tradiciones y los valores populares.

Mataron la Navidad. El socialismo revolucionario dividió a la familia conjuntamente con el mercantilismo de muchos, basta con observar una reunión familiar en la que cada quien está pendiente de su celular, los correos y los mensajes, se prefiere la comunicación impersonal de las redes sociales al contacto fraterno y directo con los amigos.

Cada adquisición tiene por finalidad comprar una especie de status, el cual se define por el mejor celular, la mejor computadora, el mejor vehículo, la mejor fiesta, la mejor ropa… Hemos destruido el ser por el tener, la apariencia ha sustituido la dignidad de la persona: si no vistes o tienes según los dictados de la moda eres un relegado, si obedeces eres una persona respetable, aunque seas un narcotraficante o un funcionario corrupto. El consumismo mató a la Navidad, la transformó en una orgía de consumo en la que los que no participan son unos enfermos que hay que marginar. Rescatar el sentido de la Navidad es devolverle el espíritu a nuestro Pueblo venezolano que tanto se lo merece. 


“LOS VENEZOLANOS SOLICITAMOS SEGURIDAD”


“LOS VENEZOLANOS SOLICITAMOS SEGURIDAD”
Zenair Brito Caballero 
(britozenair@gmail.com)

El tema de la inseguridad ciudadana molesta a todos los gobiernos del mundo, pero, sobre todo, a la sociedad venezolana que la padece diariamente. Es una cuestión que tiene que ver con variados factores y que atacados frontalmente nos permitiría restablecer un ambiente de paz y confianza al caminar por cualquier lado o bien estando en nuestras casas y lugares de trabajo.
Ahora no tenemos esa paz, esa tranquilidad, esa ecuanimidad, pues la hemos ido perdiendo consistentemente y de manera acelerada en estos 14 años de desgobierno socialista-comunista.  Los malhechores se están sirviendo el sancocho con el cacillo más grande y tienen al país acorralado y con las manos arriba.  La población está paranoica, perturbada, trastornada, loca.  Vive atemorizada, como la gata tuerta, pues es y puede ser atacada desde cualquier rincón.
Está claro que en la medida en que se han engrandecido las brechas sociales venezolanas el ambiente se ha deformado, pero ese no es un axioma que podemos esperar resolver para tener una sociedad segura. Si bien es cierto que las razones del auge de la transgresión en nuestro país obedecen a muchos factores, no menos cierto es que también está relacionada con la falta de castigo severo contra quienes delinquen. 
Nuestra mal llamada democracia venezolana ha estado promoviendo más derechos que deberes, como si la sociedad pudiera vivir de manera unilateral este resultado de la economía, la madurez institucional y social. 
Tenemos las entidades que bien coordinadas pueden ayudar a resolver este serio problema que está padeciendo el país, y que conspira contra todos los esfuerzos que puedan hacer los Gobiernos locales y regionales como los de Miranda, Lara, Nueva Esparta, Carabobo, Zulia, Monagas, etc.  para mejorar las condiciones de vida de los venezolanos. 
El problema de la Inseguridad ciudadana amigos lectores, es el más urgente de todos los problemas que sin lugar a dudas enfrentamos los venezolanos, porque nuestra vida y la de los nuestros esta cada vez más en riesgo en cualquier parte que nos encontremos incluyendo nuestros propios hogares. El problema es que no solo depende de la policía como usualmente se entiende, es más bien todo un engranaje, donde el sistema judicial juega un papel protagónico.

Resulta frustrante para la fuerza del orden público que después de arriesgar su vida para atrapar quizás bajo un enfrentamiento a tiros a un delincuente, que este sea dejado en libertad o sea condenado a una pena que no se concuerde con la magnitud del delito cometido.

Sin embargo no podemos dejarle todo el problema al sistema también nosotros como ciudadanos debemos unirnos a esa lucha bajo el lema “Si  usted ve algo Diga algo”. Casi todo el mundo tiene teléfonos celulares lo cual pudiese ser de gran ayuda para alertar a la policía ante la posibilidad que se esté o se vaya a cometer un crimen. Es evidente que mientras vamos trabajando para resolver las causas económicas y sociales que puedan generar la actitud delictiva de muchos, debemos planear qué hacer para ponerle freno a este desenfado delictivo.  

Esperamos que las nuevas autoridades de los Estados Venezolanos que se elegirán el próximo 16 de diciembre, muchos de los cuales han ofrecido  mejorar el sistema educativo y aumentar la empleomanía entre otras, pero sobre todo con el mejoramiento de la policía, los venezolanos podamos disfrutar de un 2013, de mas libertad y seguridad ciudadana.

EL CLIENTELISMO ESTANCA LA DEMOCRACIA


EL CLIENTELISMO ESTANCA LA DEMOCRACIA
Zenair Brito Caballero 
(britozenair@gmail.com)

El clientelismo político se ha convertido en un maligno sistema que de una forma clara está frenando la evolución democrática de Venezuela y nos tiene a la vez sumidos y condenados a tener una clase política roja-rojita gobernante muy pobre de proyectos.

En nuestro país, estas relaciones existen en correspondencia a las estructuras de la sociedad política (elecciones, partidos, etc.). Y de esta manera se ha llegado a consolidar un estilo clientelar que involucra a “políticos profesionales” que utilizan discrecionalmente recursos públicos, ofreciéndolos a sus seguidores a cambio de legitimación y apoyo electoral.

Estas relaciones pues, se han convertido en el sello de un “patrón de conducta” política (aunque efectivamente una conducta pervertida) que se ha enquistado en nuestro medio, hasta el punto que para muchos políticos socialistas-comunistas en ejercicio, esa es una práctica “legítima” y hasta “deseable”, y un instrumento válido para hacer política partidista y para poder “asegurarse” triunfos electorales, apoyos políticos y financiamiento de militancia, a partir de una práctica que podríamos llamar “compra de voluntades” y de apoyos políticos sin ningún fundamento sustancial ni de contenido.

De esa manera, el clientelismo político venezolano se ha convertido en un siniestro sistema socialista- comunista que de una forma clara está frenando la evolución democrática del país y nos tiene a la vez sumidos y condenados a tener una clase política gobernante socialista-comunista muy pobre de proyectos, muy atrasada en sus concepciones ideológicas y bastante proclive al uso patrimonialista del aparato estatal y de los recursos públicos.

Ello lo podemos ver con suma claridad en los actuales momentos, cuando se han activado las campañas electorales para gobernadores (de ahí que se suelen hacer con mucha más anticipación de la debida), pues los candidatos han iniciado  (convocatorias) a sus “clientelas políticas”, las cuales empiezan a “comprar” con todo tipo de prebendas que van desde dádivas materiales (láminas de acerolit para casas, bolsas de comida, juguetes, zapatos, dulces, gorras, franelas, neveras, cocinas, lavadoras, microondas y hasta un bono especial navideño de 2000 Bs para los damnificados que viven en los refugios, etc.) hasta incluso, una forma más perversa: el ofrecimiento de plazas o empleos en instituciones públicas, que el partido político de pertenencia del candidato “controle” o diga controlar.

De ahí la “importancia” y el “interés” de la partidocracia gobernante roja-rojita de agenciarse el control de instituciones, que las muchas de las veces terminan convirtiendo en grandes “fábricas de empleos” para militantes, simpatizantes, familias, amigos, etc., con el objetivo de “premiar” a aquellos que les facilitan votos o a aquellos que pueden tener un “sueldo”, pero en realidad dedicar su tiempo a hacer “trabajo” político para su partido.

Lo anterior es lo que ha ocurrido en forma muy recurrente en nuestro país, y ha sido práctica en estos 14 años de la llamada “izquierda revolucionaria”, y ha sido  práctica recurrente durante administraciones  de gobernaciones y alcaldías en el pasado, así como partidos de su “bloque de apoyo” que en aquel momento también se dedicaron a “controlar” instituciones para ejercer de manera abierta y sin ninguna vergüenza el clientelismo descarado

El clientelismo estanca la democracia, porque impide que los electores puedan en realidad enfocarse en lo que es importante y esencial de la democracia: las propuestas. El clientelismo privilegia el “regalo” frente al proyecto político serio y equilibrado; la “prebenda” frente a la oferta mesurada, viable y sensata para gobernar; las “dádivas” frente a las plataformas correctas, adecuadas y correspondientes con los problemas de gobernabilidad que existen en el país.
 Además el clientelismo político impide que los partidos que tengan propuestas de avanzada y adecuadas, puedan siquiera competir con aquellos aparatos electorales que a base de mayor “gasto” electoral clientelista, logran “comprar” la voluntad de los “clientes”. Y lo que es todavía más perverso que eso, es que muchos electores, cual borregos domesticados, se comportan y actúan como clientes políticos, hasta el absurdo de expresar que su voto “es caro”, que para “ganárselo” le tienen que dar muestras de “amor”, “darse a querer”, queriendo significar con eso que si no ven las prebendas, las dádivas y los regalitos, no endosarán su voto por el candidato que se los pide. Y así, bajo ese perverso círculo, la partidocracia roja-rojita ha logrado retener los “apoyos” político-electorales y lo mantienen “comprando los favores” de los clientes.

Si lo anterior ya de por si es nefasto, no puedo dejar de lado referirme a lo que ha ocurrido en el Tribunal Supremo de Justicia y la aprobación de un jugoso bono para los empleados de dicho órgano a petición del sindicato que “incondicionalmente” apoya los inconstitucionales nombramientos de los magistrados de la TSJ. A todas luces, esa no es más que la aplicación por “extensión” del clientelismo político de pago de favores y compra de voluntades a la que está acostumbrada la partidocracia socialista-comunista en las instituciones.

Ahora me pregunto yo ¿Adónde está la austeridad en el gasto público por la crisis económica por parte de los  Magistrados del TSJ? ¿Cuál es el empecinamiento en despilfarrar el dinero de un pueblo que sufre tantas carencias y necesidades? ¿No son suficientes los altos salarios que devengan acaso? ¿Ese es el tamaño y la estatura moral de su conciencia social? ¿Para repartirse esa “piñata” es que les urge tanto llegar al TSJ? ¿Por qué razón no son capaces ante tantas carencia y necesidades del pueblo de darse a sí mismos un Código Deontológico de conducta ética y moral en el ejercicio del cargo, del servicio público, que se rija por los principios de “dignidad, sobriedad, eficacia, ejemplaridad, transparencia y solidaridad”?

Los Magistrados deberían renunciar de inmediato a estas medidas y elevarse a la estatura que su cargo les impone y no rebajarse al mezquino clientelismo con el que, desgraciadamente actúan. De no hacerlo, deberán encarar las consecuencias de su actuación, empezando por la falta de toda credibilidad en cuanto a la independencia con el ejecutivo a quien sigue todos sus mandatos.