LA
FRACTURA SOCIAL DEL SISTEMA POLITICO VENEZOLANO
Zenair
Brito Caballero
En
los años recientes se ha hablado con insistencia de la "fractura del
tejido social venezolano", lo que ciertamente nos escandaliza, nos
preocupa. Sin embargo, basta reflexionar un momento para darnos cuenta que, la
referencia excesiva, gasta la expresión y le resta sentido, sin que la misma
pueda cobrar una dimensión comprensible, que aporte un conocimiento de lo que
estamos haciendo con nuestra Venezuela.
Ha
sido una expresión que se utiliza para hacer alusión a la idea que nuestra
sociedad está claramente descompuesta, lo que desafortunadamente se convierte
en un postulado axiomático, algo evidente por sí mismo. Es claro que nuestra
sociedad se descompone a un ritmo vertiginoso.
Hace
apenas unos cuantos años nos escandalizaba la noticia, por extraordinaria, de
la comisión de algún homicidio, de un robo, o de una violación. Hoy nos hemos
acostumbrado a referir una cifra que puede ir de los 60, hasta los 100 mil
muertos en los últimos seis años y de alrededor de 30 mil desaparecidos, lo que
no incluye la cifra de delitos del fuero común, sino que se asocia
exclusivamente a la guerra contra el narcotráfico.
Quien
delinque se ubica al margen de la sociedad; se enfrenta al conjunto social
negándose a formar parte de un todo, ignorando que al agredir a la sociedad, se
está agrediendo a sí mismo. Se agrede a la sociedad cuando se tiene la
conciencia de no formar parte de ella, cuando se le percibe como enemiga, como
rival a vencer.
Mayoritariamente,
actúan en contra de la sociedad quienes se saben marginados, excluidos de la
sociedad, porque no han recibido de ella los satisfactorios más elementales:
alimento, cobijo, afecto, educación, servicios médicos, empleo ni, desde luego,
estímulo alguno que les permita comprender que la única forma de sobrevivencia
individual es la integración al grupo.
Es
necesario tomar conciencia que, mientras la sociedad no logre distribuir y
hacer accesibles satisfactorios básicos a la universalidad de sus miembros, los
excluidos se revelarán en contra de ella y la habrán de agredir de manera
violenta, a través de cualquier conducta contraria al derecho, que es la
institución que da cohesión y sentido a la vida en común.
De
suerte que cuando la sociedad es incapaz de integrar, en su seno a todos sus
miembros, a través de garantizar el acceso universal al conjunto de derechos
sociales, se está sembrando la semilla del descontento, de la violencia, de la
agresión, del rechazo; en una expresión, del delito.
Pero
cuando esta conducta se masifica y se organiza para vivir al margen de la ley,
entonces la sociedad, en su conjunto se ve amenazada y sus lazos de cohesión,
es decir de unión, de identidad, quedan afectados y el tejido social se
fractura y, cuando la falla es generalizada se llega a las riberas del Estado
fallido.
Eso es lo que ha pasado en éstos años recientes y es esta realidad la que busca revertir la Política Social, a través de la instrumentación de acciones que concentren la mirada en la estructura y funcionamiento de la familia, del acceso universal a la educación, y a los servicios médicos, a la cultura, al deporte, a la recreación, a los valores colectivos, pero sobre todo, al ejercicio pleno de derechos de la persona.
Eso es lo que ha pasado en éstos años recientes y es esta realidad la que busca revertir la Política Social, a través de la instrumentación de acciones que concentren la mirada en la estructura y funcionamiento de la familia, del acceso universal a la educación, y a los servicios médicos, a la cultura, al deporte, a la recreación, a los valores colectivos, pero sobre todo, al ejercicio pleno de derechos de la persona.
Ese
disfrute pleno de derechos colectivos es lo que da cohesión al conjunto de
relaciones que se dan en el seno de la sociedad y a ese fenómeno de cohesión es
a lo que llamamos tejido social. De ahí la necesidad que los beneficios
sociales alcancen a todos, por igual.
Por ello, comparto íntegramente la idea
que ha expresado el autor que en este momento se me escapa su nombre en su libro
"Estado Eficaz" cuando se refiere a que "nuestra generación
tiene el reto de acabar con el miedo y renovar la esperanza... hoy contamos con
la fuerza para lograr un nuevo pacto social que construya un estado eficaz...
en el que los derechos de todos los venezolanos no sean sólo ideales plasmados
en la Constitución, sino que en verdad los disfrutemos en la vida cotidiana ,
es decir, que pasen del papel a la práctica." De suerte que, mientras como sociedad
no logremos garantizar el acceso de todos los venezolanos al ejercicio pleno de
sus derechos sociales, el tejido social seguirá fracturándose.