“EL VENTAJISMO ELECTORAL EN
LOS COMICIOS VENEZOLANOS”
Zenair Brito Caballero
El proceso y la
campaña electoral para los comicios del pasado domingo14 de abril estuvieron
viciados por el ventajismo estructural y coyuntural que ejerce el régimen
socialista-comunista que impera en el país. Vicente Díaz, único miembro
no-chavista del Consejo Nacional Electoral (CNE), lo describió como “grosero y
descarado”. No es un proceso libre ni justo.
Un proceso
electoral distorsionado, encubierto, disimulado y solapado: por el uso y abuso
de los recursos gubernamentales (petrodólares, bienes públicos, funcionarios)
del Estado para los gastos de campaña (transporte, afiches, movilización,
actos, anuncios de radio y TV), así como para aumentar demagógicamente las
promesas, las prebendas, las donaciones de (electrodomésticos: neveras,
cocinas, microondas, lavadoras, etc.), la inauguración de obras inconclusas,
los subsidios y servicios sociales.
El propósito oportuno
de los chavistas socialistas-comunistas, fue mantener y movilizar la mayoría
electoral de un 54% más o menos, captada desde 1998. Esta mayoría “estructural”
(unos 8 millones de votantes) se logró en elecciones pasadas con los programas
asistencialistas de las llamadas “misiones” en vivienda, salud, educación y
seguridad social que, según el decir de los chavistas, supuestamente redujeron la pobreza de un 50% a un 20% (4
millones todavía) de la población.
El extinto Chávez
empoderó con su populismo, demagogia y manipulación de las emociones de los
desposeídos, esta mayoría estado-dependiente con una capacidad de consumo y un
nuevo sentido de identidad, pertenencia y dignidad chavista. Por ello lo veneraron
y hay muchos que todavía lo hacen.
Pero, uno de los
elementos más delicados, es el control que tiene el régimen de todos los
poderes del Estado. Chávez utilizó su mayoría electoral en el poder legislativo
para copar el poder judicial y el CNE con adeptos acérrimos, y así modificar
las reglas electorales a su favor, y perseguir e intimidar opositores políticos
y medios independientes.
Inclusive así forzó
el uso de un sistema sofisticado de votación automatizada, cuestionado por la
mitad de los votantes venezolanos y
debido a su desconfianza en la neutralidad del CNE.
Además, ante la no
juramentación de Chávez por su gravedad en Cuba, para su nuevo término
presidencial, el régimen así inventó la figura inconstitucional de la
“continuidad administrativa”, para efectuar un autogolpe que aseguró la permanencia
indebida de Maduro, primero como vicepresidente, y luego como presidente a
cargo y candidato para las elecciones que fraudulentamente acaba de ganar.
Las Fuerzas
Armadas, encargadas de la seguridad de los comicios, han jurado defender a todo
costo la revolución bolivariana, siendo su misión la defensa de la patria y la
de los venezolanos.
Con una campaña de
intimidación de los funcionarios que trabajan para el gobierno y que son votantes generando dudas sobre el secreto del
voto. Dirigida principalmente a funcionarios del régimen y de sus empresas, el
gobierno alienta a sus simpatizantes y amedrenta a los opositores con el
mensaje: “El gobierno sabe por quién votas. La tecnología lo permite”.
A través de la
manipulación, dominación y abuso de los medios de comunicación del Estado y de
sus aliados (controlan el 80% de los medios), los canales oficiales
discriminaron contra la campaña de la oposición y el ministro de comunicaciones
intimidando a los candidatos y medios independientes.
La oposición tenía
solamente 4 minutos diarios disponibles en los medios televisivos para su
campaña, mientras que el gobierno tuvo los mismos, más 10 minutos reservados
para publicidad institucional, además de las cadenas nacionales por tiempo
indefinido cada vez que le daba la gana. Ni debate hubo por miedo del candidato
Maduro a enfrentarse al candidato opositor Henrique Capriles Radonski.
Este ventajismo amigos
lectores, viola preceptos constitucionales y no es sancionado por el CNE ni la
Contraloría General. Pero solo así, con trampas y funcionarios incondicionales
el chavismo podrá superar el voto castigo que debería sufrir como consecuencia
de la deteriorada situación del país, incluyendo el desabastecimiento y la
inflación (la más alta en América Latina), la inseguridad y la criminalidad (de
las más altas en el mundo) y los deplorables servicios del Estado. Un 50% de
venezolanos cree que el país está en mal camino y hay sospecha de un fraude en
los comicios.
Se requiere ese
ventajismo del régimen para asegurar el continuismo en el poder de un gobierno
autoritario en control de una democracia incompleta, donde el régimen cree que
por haber ganado con fraude las elecciones tiene el derecho de ignorar o
violentar los principios y libertades fundamentales de la gobernanza
democrática.
Esta distorsión
electoral es también una clara violación a los principios y prácticas
fundamentales de elecciones libres y justas, acordados por todas las
democracias del continente en la Carta Democrática Interamericana de la OEA.
Quizás por ello el
chavismo socialista-comunista rehusó invitar la observación electoral de la OEA
y la Unión Europea. Flaco favor le hacen a un probable amañado y fraudulento
triunfo chavista en estas condiciones electorales: su gobierno será cuestionado
por la oposición y la comunidad internacional y no gozará de legitimidad de
origen.