lunes, 25 de junio de 2012

ZENAIR BRITO CABALLERO, “LUCHEMOS TODOS LOS VENEZOLANOS POR UNA EDUCACIÒN DE CALIDAD”


“LUCHEMOS TODOS LOS VENEZOLANOS POR UNA EDUCACIÒN DE CALIDAD”
Zenair Brito Caballero (britozenair@gmail.com)
La educación es un valor público incalculable y está establecido en nuestra Constitución del 99 como una obligación primaria del Estado. El “bien público” se puede definir de varias formas, en general se trata del producto de primera necesidad al que el pueblo no tiene acceso en el mercado. Sobre todo cuando se involucran los derechos de las personas. Esto justifica y obliga la intervención del Estado, para asegurar a todos los ciudadanos, el suministro de bienes diversos como la seguridad pública, la preservación del ambiente, la salud pública, entre otros.

La necesidad de los venezolanos en la actualidad, debería obligar al Estado a la regulación, supervisión y aseguramiento de la calidad educativa. El socialismo del siglo XXI, considero, que no es capaz de asegurar esta calidad y cobertura necesaria de una educación “socialmente aceptable”. Es decir, lo que pregona el socialismo-comunismo: un valor convencional en el mundo actual, educación para todos por igual, para así asegurar la integración e independencia nacional, el crecimiento económico y la superación de la pobreza no ha dado ningunos resultados.

Desde la lógica pragmática, el sistema educativo se analiza en relación a tres ideas fundamentales: eficiencia, eficacia y calidad, que fueron originalmente acuñadas por la pedagogía de hace cerca de 20 años  como del “eficientismo” industrial que traslada al campo pedagógico y, en general al de las ciencias humanas, conceptos empresariales obtuvo brillantes efectos.

En este momento la desigualdad educativa en Venezuela sigue siendo el principal problema a resolver, reflejo de la desigualdad social profundizada por las malas políticas educativas del régimen actual. Casi 14 años de socialismo-comunismo aplicado a rajatabla nos dejan una educación pública de mala calidad para las clases empobrecidas, una educación privada subsidiada a regañadientes  para algunas universidades y una educación cuasi exclusiva solo para quienes puedan pagarla. Aun con la creación de las llamadas misiones educativas que el actual Gobierno  revolucionario hizo de manera paralela al sistema formal y que para transformar esa realidad, una lacerante desigualdad sigue vigente.

Un tema impostergable en la agenda educativa de nuestro país, es redoblar esfuerzos a fin de que las escuelas que atienden a las comunidades más remotas y marginadas cuenten con los elementos necesarios para brindar una educación inclusiva y de calidad. Este carácter de bien público de la educación, lleva a un principio inalienable en este campo, las subvenciones estatales deben dirigirse a los empobrecidos y excluidos y este socialismo-comunismo dice hacerlo pero es falso y no lo hace.

Sin embargo, la educación es también un bien privado, para los que tengan las condiciones de acceder a ella. El aprendizaje se refleja en cada estudiante, es un “bien divisible” dicen los economistas y significa una alta rentabilidad privada. Las sociedades modernas determinan el status del individuo, en el ingreso económico (capital), el poder (político) y el prestigio, como afirma Max Weber.

La ambivalencia de la educación como bien público, establece que la “educación privada” suministra un “bien público”, el cual el Estado debe garantizar y regular. Los intereses privados son un bien legítimo, en tanto no contradigan el interés público. Un Estado democrático y de verdadero derecho, por lo tanto, debe mostrar una dedicación de manera exclusiva e inalienable de las autoridades, a la provisión de bienes públicos.

La debilidad del proyecto político y público del socialismo-comunismo en Venezuela, se manifiesta de muchas maneras y tiene consecuencias múltiples, resumiéndose en que la educación no ha contribuido a la integración nacional, al crecimiento económico y a la superación de la pobreza, como lo demuestran estudios e investigaciones recientes, nacionales e internacionales.

En la educación, existe una barrera de cristal que separa la educación de las clases altas de la del resto de la sociedad, ya que el propio gobierno ha dividido al país en patriotas y apátridas. En Venezuela el sistema educativo formal-misiones, por regla general, es un mecanismo de abierta segregación social y no como complemento de masificación de la educación. Una el sistema educativo formal pareciera según el gobierno para los privilegiados y la otra, la de las llamadas misiones educativas, es para las mayorías o lo que ellos llaman excluidos. Y el privilegio de acceder a la calidad, se traduce en cuánto se paga.

Este dualismo tiene una implicación adicional: la educación pública del sistema educativo-formal no figura entre las preocupaciones vitales de este gobierno socialista-comunista. Esta ausencia es mayor entre más segregada este la sociedad y en particular el sistema escolar. Al contrario, de hecho la educación pública o sistema educativo formal no percibe más que como fuente de problemas: déficit fiscal, huelgas magisteriales, marchas estudiantiles y de empleados administrativos y obreros

Con un Estado hecho para servir a un gobernante Egománico, dominante,  hostil y desintegrador, no será fácil para el gobierno nuevo popular y democrático que viene en camino Dios mediante, crear la escuela integradora y “poli-clasista” que existe en mayor o menor grado en otros países. Este proyecto en mente del candidato de la oposición, debe fundamentalmente tener a la base el involucramiento activo y permanente de todos los actores en un proyecto genuinamente nacional de educación.

Entendamos por tanto, que la educación venezolana en los momentos actuales, es uno de los escenarios fundamentales, donde los poderes económicos de facto desarrollan sus ofensivas ideológicas. No hay que olvidar que la lucha de clases se desarrolla en tres planos sociales esenciales, el plano económico, político e ideológico-cultural.

Ahora lo complejo del hecho educativo es que es un arma de doble filo, así como por un lado, puede alienar para lograr el mantenimiento del statu quo, por el otro, puede ir brindando los elementos de conciencia necesarios para la emancipación del pueblo. Nuestra lucha entonces, debe ir en la dirección de transformar la educación, como derecho de todos los venezolanos, en un factor clave para romper la transmisión intergeneracional de la pobreza y la obediencia pasiva de los pueblos a los poderes arbitrarios.
Hay un inmenso camino para lograrlo amigos lectores y es el DEL PROGRESO.

ZENAIR BRITO CABALLERO, “LA MAGNIFICENCIA QUE SE LE ESTÀ DANDO AL BLACKBERRY”


“LA MAGNIFICENCIA QUE SE LE ESTÀ DANDO AL BLACKBERRY”
Zenair Brito Caballero britozenair@gmail.com
Cuando el ser humano presume de ser libre, la realidad lo desmiente. Él mismo ha creado una esclavitud, disimulada de desarrollo y progreso, tanto o más agresiva que la de los trabajadores de las minas en la época de la colonia española o la de los negros del sur de los Estados Unidos, a quienes les amarraban las cadenas desde el vientre de la madre.
Lo que se ha visto en los últimos cien años es una vertiginosa creación de elementos tecnológicos para la comodidad de los seres humanos, con la que se hace cada vez más patética y agresiva la sociedad de consumo. Y bajo el oropel de los instrumentos de la tecnología se esconden el estrés, la angustia, la ansiedad, la gastritis, los accidentes cerebrales, el deterioro del medio ambiente, la desintegración de las familias, el “sálvese quien pueda”, el afán de enriquecimiento y, como consecuencia de éste, una extensa gama de delitos que los jueces no alcanzan a calificar o califican mal, a conveniencia.
Con una amiga de mi generación analizábamos el caso del teléfono, como ejemplo de lo anterior, que en nuestra infancia estaba en pañales y lo que se veía en las tiras cómicas de Dick Tracy, un detective que tenía un reloj de pulsera que era radioteléfono y en su pantalla se veía al interlocutor, era una utopía. Pues ahora es una realidad.
Quién iba a imaginar, cuando hacíamos cola en las casetas telefónicas de nuestras ciudades  para hacer una llamada a Caracas, o a cualquier pueblo, por cercano que fuera, lo que podía durar hasta una hora, que algún día pudiéramos llamar desde un aparatico de bolsillo a cualquier parte del mundo. Y que a esos artefactos tuviera acceso cualquiera persona, “sin distingos de raza, religión, sexo, edad o condición económica”, como dicen los demagogos politiqueros en campaña.
Pero el asunto de los teléfonos inteligentes se está desmadrando. Éstos, como el agua, se filtran por todas partes y no respetan intimidad, ni protocolo, ni ceremonias…Y al usuario le puede faltar hasta la ropa para salir de la casa, pero que no se le vaya a quedar el blackberry. Cuando éste timbra, la gente se idiotiza con el recibo del pin y no respeta que esté en consulta médica u odontológica, en una entrevista con gente de respeto o en misa, para contestar, porque primero hay que atender al teléfono inteligente.
Pocos apagan el  fulano blackberry o le ponen silencio en estos eventos, porque les parece que van a quedar desconectados del mundo, aislados, como en medio de la selva o del desierto. Parece amigos lectores que se está exagerando la nota y que se les está dando demasiada preponderancia, se está endiosando, se le está reconociendo estatus de rey, a un aparato que no es más que eso: un aparato tecnológico. Hasta los modales de la gente se han alterado, porque primero hay que atender el BLACKBERRY, sin respetar el lugar, la ocasión o al interlocutor que le está hablando, así se cometa cualquier descortesía o irreverencia. Primero atiendo y escribo un pin sin importar quien habla y que dice y luego se pregunta (¿y que fue lo que me dijiste?)