lunes, 25 de junio de 2012

ZENAIR BRITO CABALLERO, “LA MAGNIFICENCIA QUE SE LE ESTÀ DANDO AL BLACKBERRY”


“LA MAGNIFICENCIA QUE SE LE ESTÀ DANDO AL BLACKBERRY”
Zenair Brito Caballero britozenair@gmail.com
Cuando el ser humano presume de ser libre, la realidad lo desmiente. Él mismo ha creado una esclavitud, disimulada de desarrollo y progreso, tanto o más agresiva que la de los trabajadores de las minas en la época de la colonia española o la de los negros del sur de los Estados Unidos, a quienes les amarraban las cadenas desde el vientre de la madre.
Lo que se ha visto en los últimos cien años es una vertiginosa creación de elementos tecnológicos para la comodidad de los seres humanos, con la que se hace cada vez más patética y agresiva la sociedad de consumo. Y bajo el oropel de los instrumentos de la tecnología se esconden el estrés, la angustia, la ansiedad, la gastritis, los accidentes cerebrales, el deterioro del medio ambiente, la desintegración de las familias, el “sálvese quien pueda”, el afán de enriquecimiento y, como consecuencia de éste, una extensa gama de delitos que los jueces no alcanzan a calificar o califican mal, a conveniencia.
Con una amiga de mi generación analizábamos el caso del teléfono, como ejemplo de lo anterior, que en nuestra infancia estaba en pañales y lo que se veía en las tiras cómicas de Dick Tracy, un detective que tenía un reloj de pulsera que era radioteléfono y en su pantalla se veía al interlocutor, era una utopía. Pues ahora es una realidad.
Quién iba a imaginar, cuando hacíamos cola en las casetas telefónicas de nuestras ciudades  para hacer una llamada a Caracas, o a cualquier pueblo, por cercano que fuera, lo que podía durar hasta una hora, que algún día pudiéramos llamar desde un aparatico de bolsillo a cualquier parte del mundo. Y que a esos artefactos tuviera acceso cualquiera persona, “sin distingos de raza, religión, sexo, edad o condición económica”, como dicen los demagogos politiqueros en campaña.
Pero el asunto de los teléfonos inteligentes se está desmadrando. Éstos, como el agua, se filtran por todas partes y no respetan intimidad, ni protocolo, ni ceremonias…Y al usuario le puede faltar hasta la ropa para salir de la casa, pero que no se le vaya a quedar el blackberry. Cuando éste timbra, la gente se idiotiza con el recibo del pin y no respeta que esté en consulta médica u odontológica, en una entrevista con gente de respeto o en misa, para contestar, porque primero hay que atender al teléfono inteligente.
Pocos apagan el  fulano blackberry o le ponen silencio en estos eventos, porque les parece que van a quedar desconectados del mundo, aislados, como en medio de la selva o del desierto. Parece amigos lectores que se está exagerando la nota y que se les está dando demasiada preponderancia, se está endiosando, se le está reconociendo estatus de rey, a un aparato que no es más que eso: un aparato tecnológico. Hasta los modales de la gente se han alterado, porque primero hay que atender el BLACKBERRY, sin respetar el lugar, la ocasión o al interlocutor que le está hablando, así se cometa cualquier descortesía o irreverencia. Primero atiendo y escribo un pin sin importar quien habla y que dice y luego se pregunta (¿y que fue lo que me dijiste?)

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