¿POR QUÉ VENEZUELA ES UNA SOCIEDAD DONDE IMPERA LA VIOLENCIA?
Zenair Brito Caballero (britozenair@gmail.com)
Empecemos por definir el vocablo
castigar: Imponer castigo al que ha incurrido en una falta. Obligar a alguien a
que sufra física o moralmente por haber cometido alguna falta o haber tenido un
mal comportamiento. Sus sinónimos son: azotar, fustigar, vapulear, corregir,
disciplinar, flagelar, golpear, meter en cintura, escarmentar.
Es éste un tema que nunca pierde
actualidad y mucho menos en la Venezuela actual; siempre estará presente de
generación en generación. El castigo físico, se utilizaba en las generaciones más
viejas de nuestros ancestros con sus hijos, siempre y por cualquier falta por
pequeña que fuera.
Creían los padres de ese
entonces, que así los levantarían correctamente, con una disciplina férrea, con
la creencia, que esa era la manera más adecuada para hacer de ellos, personas
de bien. Los maestros o profesores a su vez, utilizaban la regla o cualquier
objeto parecido, con el convencimiento que “la letra entra con sangre”.
De tal educación, no vamos a
decir que todo fue malo; por el contrario, sabemos que a muchos les dio buenos
resultados y sacaron hijos buenos trabajadores, honrados, decentes, virtuosos, disciplinados
y otras tantas cosas satisfactorias. Pero…ahí viene lo peor: Algunos se
excedían; las pelas que ellos llamaban así, eran verdaderos martirios,
suplicios, torturas; con excesos cometidos por padres furiosos, casi dementes
en el momento de aplicar el castigo.
Esos hijos e hijas, por el temor,
por la angustia que tal reprimenda les significaba, se sometían, obedecían, y
prometían no volverlo a hacer. Otros, más osados, más valientes o más rebeldes,
encontraban otra solución: Volarse de la casa al llegar a la mayoría de edad;
se iban a recorrer el mundo, aún en edades muy tempranas; algunos regresaban,
otros no.
Factores como la mala educación,
la poca instrucción académica y la ignorancia, hacían de esos padres unos
dictadores, unos verdaderos tiranos, con un dominio absoluto de su esposa y de
sus hijos; estos últimos, con unos enormes traumas, que vinieron a exteriorizar
en su vida adulta, con graves repercusiones en su personalidad tan duramente
maltratada.
Pasaron los años; una gran
mayoría de esos hijos, siguieron el ejemplo del castigo físico que les dieron
sus padres, de pronto, no tan exagerado como el aplicado por muchos progenitores,
pero al fin y al cabo, también castigo, con consecuencias más malas que buenas:
Hijos disciplinados a la fuerza, con actitudes rígidas, estrictas, que llevaron
a estas nuevas generaciones a situaciones de rebeldía, de no aguanto más y
entonces, buscaron un desahogo, una liberación, en acciones no tan santas: La
droga, las malas compañías, la delincuencia, la prostitución, el embarazo adolescente
y esto llevó a las familias a determinaciones un tanto equivocadas, tratando de
salvar a niños y jóvenes.
Hoy, en este siglo XXI de enormes
adelantos científicos, de alta tecnología, de generaciones de niños y
adolescentes precoces, que tienen tanto para enseñarnos desde muchos puntos de
vista, tenemos a un buen número de padres que se preocupan por su educación,
por su formación y han tratado a toda costa de eliminar el castigo físico,
recurriendo a la disciplina de la privación, de la prohibición: ¿Te fue mal en
el colegio o en la universidad? Este fin de semana no sales, no recibes
llamadas, no ves televisión ni te metes en Internet.
Algunos padres hacen esto; pero
aún quedan los que siguen con la aplicación del castigo físico o psicológico con
insultos, vulgaridades, descalificaciones y además lo están haciendo con una
crueldad increíble. La psicóloga Martha Ordóñez, publicó su libro: El castigo físico y
psicológico en los niños y adolescentes y sus consecuencias.
Es un doloroso diagnóstico sobre
la una y mil formas de castigo que se aplican en los hogares Latinoamericanos y
Venezuela no escapa de ello. Dice la autora citada que: “Esta forma de crianza,
no conduce a enseñar valores, sino que es un factor generador de intolerancia y
violencia. No hay derecho a que traigamos hijos al mundo, para destruirlos por
fuera y por dentro. Nos preguntamos: ¿Por qué tenemos entonces una sociedad
donde impera la violencia?”Es urgente cambiar hacia una sociedad con valores y
principios democráticos que solo una verdadera familia bien constituida y una
educación de calidad y excelencia logre
esa transformación. Hay un camino: EL DEL PROGRESO
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