LA CRISIS DE NUESTRAS UNIVERSIDADES Y EL MOMENTO
PARA EDIFICAR FUTURO
Zenair Brito Caballero (britozenair@gmail.com)
La protesta, la crítica, la
acusación derechos inalienables en una verdadera y auténtica democracia, da un
mensaje a los gobernantes socialistas-comunistas hoy de turno, en el sentido de
inquietudes que el pueblo considera deben ser revisadas. No se trata de una
actitud beligerante, es una forma de hacer sentir la voz común que de otra
manera se podría extraviar en el vacío.
El movimiento de las
comunidades educativas universitarias dependientes del Estado, no se inició con
su masivo levantamiento, ni con paros indefinidos: basta con hacer un juicioso
seguimiento de lo que se produjo en otros escenarios, hace ya varios meses y
años, para entender que los estudiantes no están solos, los Rectores de las Universidades,
la Asociación Venezolana de Rectores Universitarios AVERU, asociaciones de
docentes y sindicatos por mencionar algunos como FAPUV y FAPICUV, habían
emitido comunicados manifestándole al gobierno nacional serios reparos.
Es histórica la oportunidad para trabajar el tema sometiéndolo a un profundo análisis en el que participen proactivamente todos los sectores de la comunidad, no solo el universitario, con miras a construir una política educativa pertinente a las necesidades del país que clama por la protección y el respeto a los derechos fundamentales, evitando comprometer a través del tiempo la viabilidad económica de las instituciones públicas, la calidad de los procesos formativos – asunto complejo en el que se engloban varios factores - y garantizando que todos los jóvenes accedan a una educación con calidad, como política de estado.
Es histórica la oportunidad para trabajar el tema sometiéndolo a un profundo análisis en el que participen proactivamente todos los sectores de la comunidad, no solo el universitario, con miras a construir una política educativa pertinente a las necesidades del país que clama por la protección y el respeto a los derechos fundamentales, evitando comprometer a través del tiempo la viabilidad económica de las instituciones públicas, la calidad de los procesos formativos – asunto complejo en el que se engloban varios factores - y garantizando que todos los jóvenes accedan a una educación con calidad, como política de estado.
En estos tiempos
preelectorales, en los que pareciera asomar una luz en el proceso que nos lleve
a generar condiciones para lograr la tan anhelada paz, sería insulso dar la
espalda a un asunto perentorio como lo es la educación universitaria ¿Hasta cuándo?
Está demostrado que nunca
habrá paz mientras se conviva con la ignorancia, nunca existirá futuro si no
hay empleo, es imposible salir de la pobreza si no se garantiza lo esencial; la
educación al igual que la salud y el derecho a una vida digna no pueden ser
enfocados como negocio, como empresa con ánimo de lucro a través de un espiral
en el que la tercerización, la intermediación y otros intereses terminen por
conducirnos a un
fracaso similar al ya suficientemente sufrido como consecuencia de la aprobación entre gallos y medianoche, de la Ley Orgánica de Educación,
fracaso similar al ya suficientemente sufrido como consecuencia de la aprobación entre gallos y medianoche, de la Ley Orgánica de Educación,
Hay que soltar ese tipo de
modelos extranjeros (el socialismo-comunismo a la cubana) con esquemas
fracasados entendiendo que podemos construir nuestro propio proyecto, nuestro
camino, nuestro mañana. ¿Qué tal, por ejemplo, asignar los recursos de un uno
por mil que se desmontara del sistema financiero, a la educación?...
Mucho se puede sugerir desde
nuestra propia creatividad. Sin embargo es necesario entender que nada bueno se
obtiene cuando la radicalización conduce a desangrar lo que hoy tenemos y
cuidamos con gran esfuerzo; la infraestructura de las instituciones y sus
procesos administrativos deben ser protegidos y respetados con la misma firmeza
con la que se protesta: eso también forma parte de una protesta sana y
coherente.
Hay que evitar politizar el
movimiento o que manos oscuras, con intereses muy alejados a la verdadera
inquietud, se infiltren y desdibujen la noble causa. Momento histórico que
exige profunda responsabilidad. Hay un camino y es EL DEL PROGRESO.
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