domingo, 10 de junio de 2012

¿CÒMO EL QUE ESCRIBE PUEDE TOREAR LA ENVIDIA?


¿CÒMO EL QUE ESCRIBE PUEDE TOREAR LA ENVIDIA?
Zenair Brito Caballero (britozenair@gmail.c
Dijo una vez un párroco que el pecado que más acusaban los devotos católicos es el de la murmuración y el descrédito. Yo creo, más bien, que ese es un mal que nació con el ser humano, pero que se ha ido agigantando, en lugar de ser lo contrario. A medida que el mundo crece, basta con fiarse en  el mal llamado periodismo del espectáculo o del corazón, que se ha llegado a extremos grotescos, porque en él meten hasta a los intelectuales y escritores más eminentes, que solo viven en la soledad de  sus mundos, los que ellos mismos crean.

En nuestras ciudades venezolanas, donde la mayoría nos conocemos, el chismorreo se aumenta, no sólo en las mujeres, que siempre hemos sido las señaladas como las “corre ve y dile”, sino también en los hombres que nos superan en crudeza y mordacidad
.
Pensemos, que mientras menos nos metamos en la vida personal, no pública, de los demás, seremos mejores seres humanos, la elegancia se hará presente en nuestro actuar permanente y con la mente sana nos volveremos críticos, pero de situaciones que valgan la pena, de obras literarias, de calidad  y excelencia educativa, de buena política, de hechos internacionales, siempre con sapiencia o erudición, porque el tiempo que se utilizó en leer, en escuchar programas interesantes, y no en chismorrear, nos va llenando de un acervo cultural que nos  aleja de cosas tan banales como pasarnos una hora criticando el vestido de marca de la señora fulana de tal que fue a tal fiesta, de las jóvenes participantes del concurso Miss Venezuela,  o las relaciones de los vecinos, o la forma de hablar de alguien y hasta de su delgadez o gordura.

Me ha llamado mucho la atención, con cada publicación en mis blogs, que algunas personas que  no me conocen, pero viven enviándome correos comentan en ellos: Doctora, usted tiene un excelente trabajo de investigación. Me pregunto: ¿por qué no aceptan el acervo cultural que se ha ido acumulando año tras año en quienes escribimos por afición?, es muy bueno investigar cuando no se conoce de un tema, pero es también irresponsable el que escriba un articulo o una columna de opinión  y hable de un tema sin que sepa de él, sin que le guste, sin que le apasione ¡Eso pienso yo!

Todos los temas que trato en mis artículos de autoayuda, de psicología, de educación y de política los quiero, los he ido madurando en noches de lectura de buenos libros y de extraordinarios autores, viendo programas televisivos de opinión, en charlas con políticos de altura, que ya no están, en entrevistas que me concedieron durante mis más de treinta años de profesora titular universitaria de pregrado y de postgrado, a ello acudo para escribir y a la memoria que Dios me ha dado.

Investigar es excelente, es maravilloso, yo admiro a los investigadores y como profesora universitaria de postgrado he sido una de ellos, pero mis columnas y artículos, hasta ahora, no requieren de un trabajo intenso de investigación, porque son escritos desde mis adentros, desde mis conocimientos, desde mis recuerdos

Con este tema quiero llegar a los jóvenes que se inician en la escritura para que no se asusten con las críticas y se defiendan con altura cuando los ataquen sin sentido; para que toreen la envidia, esa es la palabra y no hay que andar con eufemismos; ¿cómo se torea la envidia? Alzándose de hombros y pensando que si lo envidian es porque está haciendo las cosas requete bien.

Pero piensen también, jóvenes escribidores, que van a encontrar en número superior a lo que he mencionado, la generosidad de la gente que los lee, esa misma que lo despierta temprano para decirles, por un mensaje de texto, me gustó tu columna de hoy, o en un correo electrónico no me gustó esto, pero aquello sí, o quizás un artículo, un comentario en un periódico, eso supera todo lo otro, que manejan los que no hacen nada en la vida.

Esta labor es como todas: como la del albañil, o el del señor que  cambia los cauchos de un carro; ellos también reciben críticas o satisfacciones por su labor; es la vida amigos lectores, es la condición humana.

Sólo que hay que aclarar o protestar cuando es necesario, pero no diga nombres porque da importancia a los que lo molestaron, usted siga adelante y cuando lo ataquen solo diga: yo escribo porque me gusta, se hacerlo y punto.