LA
DEPRAVACIÓN POLITICA VENEZOLANA
Zenair
Brito Caballero
(britozenair@gmail.com)
Los niveles
de perversión y depravación en la política venezolana han llegado a límites
intolerables, ya que el cinismo y el descaro con que se manejan los asuntos
políticos del país han pasado ya al terreno de calificativos inexpresables.
Abundan hoy
día las denuncias de los partidos políticos de oposición sobre supuestas
“compras de voluntades” o de votos en
las elecciones presidenciales del pasado 7 de octubre y en las que se
realizarán el próximo 16 de diciembre para elegir gobernadores y alcaldes, con
cantidades de dinero exorbitantes y fuera de cualquier contexto que haga pensar
en la existencia de crisis económica alguna.
Y como si no
fueran suficientes los problemas de este país (la mencionada profunda crisis
económica y fiscal, la vulnerabilidad, la pobreza, el brutalmente inequitativo
reparto de la riqueza, las corrupciones, el desempleo, etc.), ahora se le suman
los escándalos de supuestas “compras de politiqueros que brincan la
talanquera”.
Si ya de por
sí la clase política de este país se encuentra profundamente desprestigiada y
desacreditada, con instituciones como la Asamblea Nacional, el CNE, el Tribunal
Supremo de Justicia, la Fiscalía General de la República y las Fuerzas Armadas
en el fondo de los lugares de impopularidad frente a la ciudadanía, ahora le
encaraman al pueblo un escándalo de corrupción que simplemente sepulta
cualquier posibilidad de ganar credibilidad alguna frente a la gente.
Con las
acusaciones y señalamientos antes dichos, se han metido los rojos-rojitos en
una vorágine de más descrédito y desprestigio frente al pueblo. Ahora en la
población se perciben no sólo muestras de desaprobación y repugnancia frente a
la actuación de la clase política gubernamental y la electoral, sobre la base
de la percepción que ni por cerca son los intereses de la población los que se
anteponen a la hora de tomar decisiones políticas, más bien la de los partidos
o sus cúpulas (los llamados intereses de la partidocracia), sino que ya se
escuchan y se perciben en la población, signos de rabia y enojo mayúsculo, que
abatida y afligida por la profunda crisis económica que enfrenta, no se siente
acompañada por la dirigencia política, la cual percibe viviendo en un mundo
irreal y artificial de prebendas y favores (que no se condice con la realidad
del pueblo), sino que además ve con cólera e indignación mayor como se habla en
la “novela” de corrupción que se ha desatado, de cantidades de millones de
bolívares que están en medio de dicha trama, sin alcanzar la ciudadanía a
entender absolutamente nada.
¿De dónde
salen esas estratosféricas cantidades de dinero, si ni siquiera hay para
medicinas en los hospitales? Ni para pagar aguinaldos y deudas salariales
pendientes a miles de trabajadores, que deben acudir a las huelgas permanentes
a ver si logran su objetivo ¿Cuáles son los “poderosos” intereses políticos que
están a la base de que se involucren tales cantidades de dinero para “comprar”
voluntades para elegir el Presidente de la República, a gobernadores y Alcaldes? ¿A quién le
interesa tanto elegir a unos funcionarios que sirvan a sus intereses
particulares y no a los más caros intereses del país?
Es la manera
más insensata que he visto de botar dinero (que tanta falta hace a la población
venezolana), de montar circo, de chiste, si la manera idónea y adecuada de
ganar credibilidad es actuando con transparencia, con salarios e ingresos
modestos, devolviendo los dineros sobrantes de los viáticos, sin montar
correlaciones nefastas que socaven la institucionalidad del Estado, respetando
la Constitución, sin “madrugonazos”, sin auto-recetarse prebendas palaciegas,
siendo austeros en sus propios gastos, sin autorecetarse “carrazos” a costa del
erario público, sin insultos a ultranza, de frente al pueblo, verdaderamente
impulsando una reforma profunda política y electoral del estado, impulsando una
ley de partidos políticos, etc.
Esa es la
forma en que podrán ganar credibilidad, frente a la población. Lo demás, es
derroche y gasto de recursos en querer a pura publicidad y “marketing”, pintar
de rojo lo que es de otro color y
aromatizar de flores lo que huele a cloaca, y por todos los señalamientos que
se escuchan de corrupción en los últimos días, a una cloaca muy nauseabunda.
Es
el momento de plantear el fin de la autocracia roja-rojita. Debe tomar control una
nueva clase política en el país, pero para ello se requiere UNIDAD sin
intereses partidistas mezquinos y usted que piensa amigo lector ¿HAY UNIDAD EN
LA OPOSICIÓN VENEZOLANA? Yo no lo creo.