¿CÓMO NO VALORAR LOS BIENES QUE UNO
TIENE EN SU EXISTENCIA?
Zenair Brito Caballero
(britozenair@gmail.com)
Felices los
felices, los que llevan el corazón contento y van por la vida con pensamientos
positivos y una sonrisa puesta en sus labios. Hay tantos seres humanos que
tienen razón para sentirse plenos pues alcanzan las metas que se han propuesto,
no padecen de afanes y sienten que están en paz con su conciencia y con la
existencia.
Bien por aquellas personas que han
abierto un negocio y les va de perlas pues la prosperidad económica es un gran
tesoro en estos tiempos de crisis. Se sabe que el dinero no da la felicidad,
pero cuánto ayuda para llegar a ella.
Bien por los padres que ven crecer a
sus hijos sanos y abocados al estudio impartido en escuelas competentes. La
enseñanza que va alumbrando sus mentes, el día de mañana será una de sus
mejores herramientas para poder abrirse paso en un ambiente donde la ignorancia
suele hacer estragos, lastimosamente.
Bien por aquellos padres que envían
a sus hijos al exterior a realizar sus estudios pues el nivel educativo de
países como Brasil, Colombia, Chile, Estados Unidos, por citar solamente cuatro
ejemplos, es muy superior al nuestro.
Bien por quienes tienen pagados sus
impuestos y se acuestan a dormir un sueño nocturno libre de todo temor, porque
las deudas suelen ser la pesadilla de la gente. Quien debe dinero a alguien y
no tiene cómo pagar su cuenta sabe lo que es sentirse apremiado por las
circunstancias.
Bien por aquellos pequeños que
crecen sanamente alimentados, pues su mente y su cuerpo se ajustarán, cuando
vayan creciendo, a las muchas e inesperadas exigencias que irán apareciendo en
su camino.
Podrán cuando sean mayores seguir
una carrera universitaria y desenvolverse, luego de haber obtenido sus diplomas,
con idoneidad y solvencia en la sociedad.
¿Pero qué ocurre y ocurrirá con
aquellos jóvenes que no reciben la alimentación adecuada?
Hay un alto grado de desnutrición infantil en el país. Esos pequeños, pena enorme, no tienen ni tendrán futuro. Esa es la realidad contundente, dolorosa, que debería tener en permanente estado de alerta a los gobernantes.
¿Y qué decir de aquellos niños que
huyen de sus casas porque la violencia intrafamiliar, los malos tratos
recibidos por parte de sus propios padres, hacen que prefieran vivir en las
calles?
Y en las calles se drogan, caen
víctimas del crack y hasta de abusos de desconocidos, pues son frágiles y de
muy fácil manipulación. Están en cualquier esquina de la ciudad y del interior
del país, a la vista de la gente. Desafortunadamente se ha vuelto ya casi una
costumbre para la sociedad su triste presencia.
Por otra parte, supongo que los
usuarios de nuestros viejos y destartalados transportes públicos no la pasan
muy bien. Cubriendo largas distancias para estar presentes en sus puestos
laborales, cuando llegan a su sitio de trabajo ya han perdido gran parte de su
buen humor. Y el buen humor es fundamental para estar con el ánimo abierto a un
mejor rendimiento.
¿Y qué pasa con aquellas personas
que apremiadas por la carencia de empleos deben dejar su hogar, su patria, para
ir a trabajar en condiciones no muy dignas, a veces, en países extranjeros? En
fin. Cómo no valorar los bienes que uno tiene en su existencia, aunque no sean
muchos, pero ya alcanzan para llevar una vida normal, libre de preocupaciones y
de fatigas.
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