NO ES
CASUALIDAD QUE SE HAYA PERDIDO EL PLACER DE APRENDER
Zenair Brito Caballero
Nuestra generación quiso
dar lo mejor a los niños y jóvenes actuales. Tuvimos grandes sueños para ellos.
No querían muchos padres que tuvieran las dificultades por las que ellos habían
pasado. Algunos padres colocaron Tv, compraron celulares, blackberry, IPAD, tabletas, video-juegos y computadora en las habitaciones de sus
hijos. Otros colmaron de actividades a sus hijos matriculados en cursos de
inglés, ballet, natación, futbol, informática, etc.
Todas eran excelentes
intenciones, solo que algunos no sabían que los niños necesitan tener infancia,
que van de inventar, correr riegos, frustrarse y maravillarse por la
vida. Los padres han creado un mundo artificial para los hijos y hoy
están pagando un precio carísimo. Veamos algunas consecuencias:
Estamos obstruyendo,
ahogando la inteligencia de los niños y adolescentes. Esperábamos que en el
siglo XXI los jóvenes fueran más solidarios, responsables, ambiciosos,
emprendedores y que amaran el arte de pensar, de cavilar, de reflexionar. Pero
muchos viven aislados, incomunicados, sin proyectos de vida.
En los colegios, la
situación es peor. Maestros, profesores y alumnos conviven durante años en las aulas,
pero son extraños entre sí. Se esconden detrás de los libros, de las
computadoras. Pero la culpa es del sistema educativo que venimos arrastrando
desde hace años.
Los jóvenes aprenden a
resolver problemas matemáticos, pero no saben resolver sus conflictos
existenciales. Se les enseña a hacer cálculos y solucionarlos pero la vida está
llena de contradicciones, las cuestiones emocionales no pueden calcularse, ni
dan una solución exacta. No se preparan los jóvenes para lidiar con las
decepciones, ya que se les educa solamente para el éxito. Vivir sin problemas
es imposible.
Un mal uso de las
funciones de la memoria. Estamos obstruyendo la inteligencia de los jóvenes y
el placer de vivir con el exceso de información que les ofrecemos, pues nuestra
memoria se ha transformado en un depósito de datos inútiles. El conocimiento se
ha multiplicado y el número de centros de enseñanza ha crecido como en ninguna
otra época, pero no estamos fomentando pensadores ni intelectuales. No es
casualidad que haya perdido el placer de aprender.
Simultáneamente los
medios de comunicación hacen un estímulo poco inofensivo, pues con el tiempo
los adolescentes pierden el placer por los pequeños estímulos de la rutina
diaria, necesitan hacer muchas cosas para disfrutar un poco, lo cual genera
personalidades insatisfechas. Es una generación de insatisfechos.
Estamos informando a los
jóvenes pero no formando su personalidad. Estos jóvenes conocen
cada vez más el mundo en que están, pero casi nada del mundo que son. El ser
humano es un extraño para sí mismo. La educación se ha vuelto seca, fría y sin
condimento emocional. Los jóvenes raras veces saben pedir perdón, decir lo
siento, colocarse en el lugar del otro. Miles de jóvenes se drogan pero ninguno
es feliz.
Buscando padres
brillantes y maestros o profesores fascinantes. Necesitamos saber algo sobre el
funcionamiento de la mente y cambiar algunos pilares de la educación. Los pocos
buenos maestros o profesores están estresados y generan alumnos sin preparación
para la vida. Los pocos buenos padres están confundidos y originan hijos con
conflictos, con problemas. Por ello amigo que me lees “un educador excelente aprende
dándose, entregándose y es abierto al conocimiento”.
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