lunes, 4 de marzo de 2013

“CONDENSEMOS LA FELICIDAD Y ASIMILEMOS EL VIVIR MEJOR CON MENOS”



“CONDENSEMOS LA FELICIDAD Y ASIMILEMOS EL VIVIR MEJOR CON MENOS”
Zenair Brito Caballero

A propósito de la crisis económica que arrastra Venezuela desde hace 14 años, se  ha intensificado el debate sobre los límites que la naturaleza le impone a la producción de bienes y servicios. La modernidad trajo consigo la idea del crecimiento económico como el camino hacia el bienestar y la felicidad.

El crecimiento del PIB se convirtió en la meta de cada país. La consigna es incrementar de manera constante la producción y el consumo. Ese modelo dio origen a un modo de vida que nos hizo esclavos del dinero, del trabajo y del consumo, en un mundo caracterizado por las desigualdades, los desequilibrios y los afanes hegemónicos de unos cuantos países.

Neciamente se procura que la economía crezca infinitamente empleando para ello unos recursos planetarios que son finitos, limitados,  se agotan y su renovación toma demasiado tiempo. La biosfera tardó cerca de 300 millones de años en producir los combustibles fósiles que la era industrial ha consumido casi a  la mitad en 300 años.   

Es un modo de producción depredador y por eso mismo insostenible; no es sólo un problema de contaminación, deterioro ambiental y agotamiento de recursos. Está en juego la supervivencia misma de la especie humana

El cuestionamiento de este modelo de producción ha llevado a algunos pensadores, académicos y políticos a lanzar una propuesta novedosa aunque poco atractiva y quizás difícil de comprender, suena utópica. Se trata de crecer menos o de no crecer a partir de la reducción de la jornada laboral y  del freno al saqueo de los recursos naturales.

En Venezuela y particularmente en la región del Amazonas y en La Guajira encontramos evidencias contundentes de lo que implica la sobreexplotación minera que de continuar al mismo ritmo hará inhabitables extensas áreas de esta zona.

En otros lados se dan guerras por el petróleo, por el agua,  por el litio, en fin, por los recursos que demanda un ritmo de producción y consumo que no quiere parar. El decrecimiento es, desde luego, contrario a la ideología imperante, por eso mismo nos exige cambiar de mirada, revisar muchos conceptos, reestudiar y reaprender otros para ser capaces de imaginar una sociedad alternativa basada en nuevos valores y, a partir de ahí, construir un nuevo proyecto de vida compatible con la defensa y conservación de la naturaleza.  

Se argumenta a veces que el aumento de la población exige una mayor producción pero en realidad si el proceso evolutivo de las especies ha hecho posible que los pobladores  humanos seamos más de 7 mil millones es porque es factible la convivencia en un entorno armónico.
Es cuestión de hacer compatible el ritmo de consumo con los ciclos regeneradores del planeta. Tenemos que aprender a vivir con menos, de forma más sencilla, para que la vida humana pueda continuar y para que también nuestros descendientes puedan habitar este planeta

Desde luego, la gran responsabilidad en esta materia le cabe al mundo de los ricos, a los países del norte, Europa, EEUU, Japón que deben modificar sustancialmente sus estilos de vida. Nadie puede esperar, por ahora, que sean los países del sur los que deban decrecer cuando faltan por satisfacer necesidades vitales para millones de sureños, pero sí es una exigencia el crecer de otra manera y producir sólo los bienes indispensables para garantizar una vida sana y digna.

Hay que aprender de los pueblos orginarios de Bolivia y Ecuador que han consagrado en sus nuevas Constituciones EL BUEN VIVIR como un derecho legítimo y dicen que éste debe ser el objetivo fundamental de la política Pero no se trata solamente de preservar la naturaleza y cuidar el planeta.

Todos debemos frenar el consumismo voraz generador de ansiedades y de estrés  y de variados problemas de orden síquico, advertimos los sicólogos convencidos de que la disponibilidad de más bienes no significa mejor calidad de vida.

El incremento del PIB no implica aumento de la felicidad de los ciudadanos. Hay que aprender a vivir mejor con menores niveles de consumo, más vínculos familiares,  mejores relaciones sociales y una mayor sincronización  entre la vida laboral y la vida familiar. Quizás no sea fácil pero es posible! britozenair@gmail.com


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