¿QUÉ SE HA HECHO LA POLÍTICA DEL EMPLEO
EN VENEZUELA?
Zenair Brito Caballero
Algunos
aprendimos que el pleno empleo es representativo de una condición idónea donde
el balance entre oferta y demanda de éste, satisface los deseos de laborar de
la población económicamente activa. El pleno empleo es una meta explícita de la
política económica en casi todo el mundo, y en algunos países se ha logrado
algo muy cercano a esta condición.
Aquí
en Venezuela, este balance siempre es una constante en los ideales, tanto de
los economistas y gobernantes, como de la sociedad en general. Lograr un
aumento real a la cifra de empleos es así mismo una promesa de campaña
electorera, una meta macroeconómica y un sueño de la mayoría de las y los venezolanos.
Y es
que mientras en Latinoamérica se han reducido las tasas de desempleo al 6.4%,
lo que representa el mínimo en 22 años en toda la región, Venezuela (a la par
de países como Belice o Barbados) es de los pocos que ha aumentado su tasa de
desempleo del 3.9 al 6.0 por ciento.
Según
cifras de la OIT, cerca del 30% de los latinoamericanos viven aún en la
pobreza. La realidad es que se está generando empleo, pero en la mayoría de las
ocasiones éste es de mala calidad, está mal pagado o no cuenta con una certeza
jurídica que ampare la situación laboral de los trabajadores. Se ha creado
principalmente en sectores con índices de baja productividad, como la
construcción y el comercio informal o buhonería.
Nuestro
país es lamentablemente uno de los pocos, donde no ha bajado la informalidad
laboral, es común ver gente empleada de varias formas en las calles, en las
aceras, que viven de las facilidades y el riesgo que representa trabajar fuera
de un esquema legal. Las cifras hablan que cerca del 60 por ciento de los
jóvenes que cuentan con empleo, carecen de seguridad social, así como de todas
las prestaciones inherentes a la misma.
La
informalidad prevalece en niveles elevados casi en la misma proporción entre
hombres y mujeres; con una tasa de 54.2%, mientras en países como Brasil o
Argentina, el aproximado fue de 38.4 por ciento.
Pero
como lo hemos señalado permanentemente en otros artículos de opinión, la
desigualdad de ingreso también se concentra por género, siendo aquí el doble de
la que prevalece en el promedio de América Latina. Según cifras del Banco
Mundial, las mujeres trabajadoras en Venezuela reciben en promedio una
remuneración 20 por ciento menor que los varones por la realización del mismo
trabajo.
En
este contexto no es arriesgado considerar que la Reforma Laboral en Venezuela,
se ha pugnado más por reducir la cifra de desempleados y ampliar la base
tributaria, que por ofrecer una solución integral a esta problemática compleja
y creciente desde hace ya hacen 14 años en
nuestro país.
Las supuestas
reformas aprobadas al marco jurídico laboral venezolano, pareciera que
establecen medidas paliativas al problema, buscando eso sí incentivar la
contratación de nuevos empleos, aligerando los beneficios legales obtenidos en
tiempos pasados, y demeritando de esta manera garantías legales para los
trabajadores, algo que a la fecha es bien sabido por el grueso de la población.
No
se trata que la ley sea retroactiva, sino que al abrir un abanico de
posibilidades dentro de los esquemas contractuales, la calidad de la oferta
laboral ergo se ve disminuida. En esta búsqueda para la generación de más
empleo, no podemos menoscabar la justicia social.
El
pleno empleo tiene beneficios directos en los individuos, sus familias, y en la
economía en general, pero a su vez tiene una tarea pendiente en la promoción de
equidad y estabilidad social.
El
mayor obstáculo para lograr esta condición no es sólo proveer de empleos
aquellos que no lo tienen, sino ofrecer trabajo legal y de calidad. Hace ya
varios años, escuche una frase a un
político muy inteligente, una frase que conservo en mi mente: “El empleo es una
situación ineludible que los seres humanos requieren para vivir con dignidad y
es la única manera de entender un Estado de derechos plenos”. britozenair@gmail.com
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