¿HASTA
CUÁNDO TENDREMOS TANTA CORRUPCIÓN EN VENEZUELA?
ZENAIR BRITO CABALLERO
La
corrupción como excusa siempre será un motivo para no entrarle al problema de
fondo que se manifiesta en la escasez de recursos del Estado, para cumplir con
sus obligaciones constitucionales.
Cuando
hablamos de corrupción deberíamos concretar en qué ámbitos la misma se produce
y quiénes son los actores, porque no lo olvidemos: Hay corrupción porque hay
corruptores. La corrupción debe ser objeto de combate permanente: Fijemos prioridades,
hagamos una hoja de ruta de brega contra la corrupción, señalemos los
objetivos, establezcamos los medios y los recursos para bregar contra este
flagelo, pero empecemos por decidir cuánto y de qué manera vamos a invertir en
lucha contra la corrupción.
¿Tiene
el Estado los recursos y los medios para llevar a cabo la hoja de ruta que
tendríamos que dibujar entre todos? ¿Y quiénes somos todos? Actores en esta
brega deben ser, en primer lugar, nuestros legisladores, aprobando un código de
buenas prácticas, de obligado cumplimiento en todos los ámbitos de la
administración del Estado; deberíamos continuar reformando una administración
pública suficiente, competente y motivada, que cuente con los mejores
profesionales en su ámbito de actividad, quienes deben recibir buen trato y
mejores salarios.
Sigamos
con los actores sociales: ¿Están los grandes empresarios de este país
“realmente” interesados en acabar con la corrupción? ¿Están dispuestos a
abandonar la práctica de llevar varias contabilidades — las que se enseñan a
ciertos accionistas, normalmente los mayoritarios — y las que se muestran y
presentan ante las autoridades? ¿Están dispuestos a respetar las leyes y los
convenios internacionales firmados por Venezuela en el ámbito laboral?
¿Nuestras cámaras empresariales aceptarían el principio de funcionar
democráticamente, publicar el listado de sus asociados, convocar con toda
transparencia sus elecciones internas y transparentar sus recursos? Porque
recordemos que, al fin y al cabo, son asociaciones privadas de interés público.
Efectivamente,
la corrupción es un cáncer para las finanzas públicas, no se tributa
correctamente ni se pagan las cotizaciones al sistema de seguridad social, se
utilizan todos los malabares posibles para evadir dichas responsabilidades y
todo esto se facilita gracias a la inexistencia de verdaderos servicios
públicos de inspección, con sus correspondientes instrumentos de sanción hacia
los infractores. Este ambiente de corrupción/impunidad generalizada es el que
se da en el aparato productivo de nuestro país, y no es tolerable por más
tiempo que los evasores y defraudadores gocen de impunidad casi total.
Impunidad
y corrupción son la consecuencia, la causa de un sistema fiscal débil e
injusto, por tanto, poco creíble para la ciudadanía. Se trata de reforzar al
Estado, dotarlo de medios para hacer eficaz, transparente y justa tanto la
recaudación como el gasto. Para ello también son necesarios los recursos;
saneemos nuestro aparato estatal y productivo, porque todos debemos aportar y,
como dice La Constitución,
deben aportar más los que más se benefician de la producción y la riqueza
generada por todo el país.
Este
régimen revolucionario socialista-comunista, tiene el deber de asumir sus
competencias y responsabilidades constitucionales y las mismas son conocidas,
están escritas negro sobre blanco y hay que cumplirlas. El esfuerzo es de país,
de Estado y no valen las excusas para seguir con el nivel de deterioro y
postración en la que se encuentra la mayoría de la población venezolana britozenair@gmail.com
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