lunes, 4 de marzo de 2013

¿HASTA CUANDO CUANTO MACHISMO?


¿HASTA CUANDO CUANTO MACHISMO?
Zenair Brito Caballero
El machismo y la falta de conciencia no necesitan forzosamente de una mente maligna, una incultura radical, o de una evidente mala voluntad, existiendo desde el origen de nuestra civilización, es parte integrante de los hombres y de la mayoría de las mujeres en nuestro país, lo es también en el resto del mundo en mayor o menor grado.
Incluso entre hombres cuyo trabajo es la concientización sobre los roles de género en busca de sociedades más incluyentes y equitativas, siguen repitiendo prácticas misóginas y comentarios estereotipados en su vida privada. El machismo como la mala hierba, se reproduce y vuelve a tomar el terreno con mucha facilidad.
Como la Ética o la Civilidad, la Igualdad y la Equidad de Género tienen un trabajo infatigable: nos toca pasar la vida limpiando la tierra, trabajándola, sensibilizando, porque la regresión esta al orden del día. Con los instintos de dominación y de destrucción tomando a cada momento el mando de los seres humanos, los grupos, los países; la evolución humana implica un trabajo, ya no solo de conocerse a sí mismo cada día para ser mejores personas, ese es el ideal, sino de "no detenernos" y permanecer alertas, porque, la consciencia humana es como una persona en una escalera eléctrica descendente; si nos dormimos en el esfuerzo, involucionamos.
Podemos ver por ejemplo, como los norte-americanos se están peleando por "mantener su 'sagrado' derecho de portar armas", porque es más importante para los grupos en cuestión, llevar esas extensiones fálicas, para ver quién es el que la tiene más grande, más tecnologizada, con más tiros; que el hecho de que sus niños estén siendo asesinados por sus propios adolescentes, enfermos por haber sido víctimas de la ley del más fuerte.
No importan las pérdidas humanas en sus propias casas, escuelas, ¡maternales! (Cuya "protección" por otro lado, es blandida como argumento de su famosa -absurda- 2ª enmienda) lo que les importa es poder poseer libremente una "herramienta de matar" al otro.
Mientras que los seres humanos sigan desbaratándose por mantener al centro de su vida la imagen fálica del más fuerte, habrá enfermos como la Asociación Nacional del Rifle (NRA) en los Estados Unidos o los cinco hombres que cometieron una violación masiva sobre una estudiante de 23 años a bordo de un autobús, en India.
Nos son muy diferentes esos hombres, no hay mucho que los separe de aquellos que prefieren que su sociedad se mate a sí misma por mantener un derecho que a penas en el siglo XVIII era válido, pero que hoy en día es, no solo obsoleto sino enfermo.
No son diferentes, decía, de aquellos hombres cuya "virilidad" los instó a desgarrar la vida de una mujer en un transporte público, dejándose llevar por su superioridad numérica, por sus complejos de inferioridad y su enfermo instinto de manada, que los lleva a la destrucción del blanco fácil, a su animalidad más brutal, más detestable, más artera.
Ni siquiera los animales son capaces de actos así, de hecho, leí en un diario de  México, el caso de las personas presuntamente destrozadas por una supuesta jauría en Iztapalapa, está siendo sujeto de la exigencia de la sociedad civil para su esclarecimiento. Los colonos saben que el cerro de la Estrella es un lugar de alta criminalidad y que los perros en cuestión, son una vez más, chivos expiatorios de la delincuencia humana. 
Si definimos al machismo como "la reproducción del dominio de lo masculino sobre lo femenino para perpetuar la cultura histórica de la violencia hacia las mujeres", si vemos que dicha reproducción de la violencia histórica afecta a hombres y mujeres gravemente, pero que sigue siendo defendida por aquellos que quieren ejercer una supremacía sobre el resto, podríamos entender de qué manera el machismo influye en el comportamiento de estos individuos, cuyo instinto de manada los mantiene ilesos frente a un Estado o unas leyes diseñadas por y para el mantenimiento de tal supremacía...
Pero, existe también el otro Derecho, otra forma de justicia, la de los seres humanos que no queremos involucionar hasta nuestra desaparición. En esos, los llamados Derechos Humanos, y en esta parte de la humanidad que busca ser mejores personas, para un planeta más ético, se funda toda mi esperanza. ¿Y usted, querido lector(a), con qué clase de humanidad se identifica?

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