sábado, 23 de febrero de 2013

UN BUEN CIUDADANO


“EL VENEZOLANO REQUIERE SER UN BUEN CIUDADANO”
Zenair Brito Caballero
Ser buen ciudadano, no es algo difícil; no es algo que tenga que estudiarse en una universidad; no es seguir un cúmulo de normas y aprenderlas de memoria. Basta el sentido común; el no hacer nada que nos contraríe a nosotros o a las demás personas.
Se pueden resumir las acciones de un buen ciudadano, en estas sencillas normas: Respetar las leyes y normas que rigen la vida de la sociedad, Cumplir con sus obligaciones de impuestos. Ser un celoso cumplidor de las normas de tráfico. Celoso guardián del medio ambiente.
 Cumplir con su deber de participar en las elecciones. Sentir las necesidades de los demás, como si fuesen propias. No ser agresivo ni violento. Ser siempre solidario.  Tener bien claro, el compromiso social. Observar y darle el justo a los pequeños detalles.
Las leyes no deben tenerse como una serie de normas que debemos cumplir,  porque se nos impone. Miremos estas leyes como una necesidad de la misma persona. Acatemos las normas y procuremos que otros lo hagan, pero no como una imposición o por evitar castigos. Hagamos del cumplimiento de las normas, una expresión de respeto a los demás.
Tomar nuestra obligación de contribuir con el Estado, como algo absolutamente necesario. No prejuzguemos sobre cómo se han de invertir esos recursos. Miremos esos impuestos, como nuestra contribución para que el Estado pueda cumplir con las obras de beneficio comunitario, pagos de salarios a quienes laboran, pago de servicios públicos y todos los gastos que tiene. Evadir el pago de estas contribuciones, origina la comisión de delitos, que son penados por la ley y sancionados económicamente.
Un buen ciudadano, cumple las normas de circulación y tránsito, porque con ello protege su vida y protege la vida de las demás personas. Cuando respetamos el semáforo; cuando no excedemos la velocidad; cuando nos cuidamos de sobrepasar otro vehículo en sitio prohibido; cuando cruzamos la calle por los sitios indicados para ello, estamos cuidando nuestra propia vida y con nuestro ejemplo, protegiendo la vida de los demás.
No podemos mirar de soslayo, las campañas que procuran mejorar el entorno ambiental, porque este trabajo no es para que algunos “locos” encuentren oficio. Miremos estas actividades como algo beneficioso para mí y lógicamente para todos los que me rodean. Conservando la naturaleza, conservamos nuestra propia vida.  Conservando la naturaleza hoy, podemos ofrecer a nuestros hijos y a nuestros nietos, en el día de mañana, un medio ambiente sano.
Siempre que se convoque a elecciones, debemos participar con agrado, sin presiones. Procuremos favorecer con nuestro voto a los más capaces. Si participamos en la elección, podemos exigir a nuestros elegidos el cumplimiento de su deber. No es criticando   por fuera ni absteniéndonos de votar, que se solucionan los problemas del país.
Cuando nos decimos buenos ciudadanos, hacemos nuestras las necesidades de los demás. No miremos por encima las necesidades de los demás. Seamos sensibles ante estos hechos y procuremos buscar solución a esos problemas, como si fuesen nuestros propios problemas. Miremos los ancianos, los niños, los enfermos, como nuestro prójimo; como la imagen de Jesús Misericordioso y recordemos sus palabras: “Cuando serviste a uno de ellos, a mí me servías”
No podemos ser agresivos o violentos. Huyamos de estas situaciones. La violencia genera más violencia. Con nuestra agresividad, no solucionamos nada. Antes por el contrario, agravamos más el problema. Nunca nos burlemos ni despreciemos a otras personas. Esto genera hacia nosotros, sentimientos de rechazo y marginamiento. Nada nos cuesta ser comprensivos y tolerantes. Antes de exasperarnos, contemos hasta diez, para emitir un juicio. Este tiempo nos permite pensar muy bien lo que vamos a decir o hacer.
Este es un llamado que hoy hago a la solidaridad. No seamos insensibles ante un hecho, porque no es con  nosotros. Si una persona residente en un sitio ubicado lejos de nuestra residencia, tiene un problema, no decir: eso no es conmigo. Antes pensemos: ¿cómo puedo ayudar a solucionar esta problemática? Interesémonos en los demás. Algún día, otros se interesaran por mí.
 No seamos miembros pasivos de la sociedad. Seamos siempre activos y dispuestos a desarrollar un compromiso serio con esa sociedad donde vivimos. Busquemos participar en todas las actividades, donde se busque el bienestar comunitario.
Ser fiel observador de esos pequeños detalles, que se convierten en grandes acciones, que nos benefician. Reconozcamos lo que otros hacen por mí; tratar de no molestar a nadie; procurar ser servicial, antes que mostrar antipatía o disgusto. Iniciemos esta tarea, con nuestros familiares, luego proyectemos este sentimiento hacia nuestros vecinos y luego a otras urbanizaciones. Así sembraremos buenos hábitos y buenas costumbres.

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