“ESTARÁ
EL MUNDO EN LOS INICIOS DEL APOCALIPSIS”
Zenair
Brito Caballero
El
origen de las profecías nace de los oráculos de las divinidades del Olimpo,
algunos con vaticinios apocalípticos otros de buena suerte, a veces con
aciertos; sin embargo, la extinción de la humanidad como castigo a su
codicia y desvíos, en realidad es utopía que sólo asusta a la gente incauta.
Según
la predicción de la primera de las siete profecías de los Mayas (civilización
precolombina mesoamericana), admirable por su avanzado conocimiento en el
cálculo del tiempo, el mundo desaparecería el 21 de diciembre del año 2012.
Quienes les creían, me imagino deben estar muy felices por seguir con vida en
el mismo mundo.
Ahora,
ante la renuncia del Papa Benedicto XVI, sale a relucir la “Profecía de
los Papas” de Malaquías, publicada en 1595, con relatos hipotéticos relativos a
los siguientes 112 papas que gobernarían la Iglesia católica, desde el Papa Celestestino hasta un
supuesto Pedro el Romano, con el cual terminaría el papado católico, ya que
sería el 112 Papa.
Entre
los posibles papables, para sustituir a Benedicto XVI, hay dos candidatos con
el nombre de Pedro, uno de ellos es el cardenal, Tarsicio Pietro (Pedro en
español) Bertone, nacido en la ciudad de Romano Canavese, Italia, en 1934
(tiene en contra su avanzada edad), pero en la actualidad es el cardenal más
influyente del Vaticano, el otro es el cardenal brasileño Odilón Pedro Scherer
de 63 años, edad en la que se conservan todas las facultades para ejercer el
liderazgo que le corresponde al Sumo Pontífice.
A
lo anterior se le agrega la profecía de Nostradamus, quien anunció que la
elección de un hombre de color negro como jefe supremo de la iglesia católica,
sería su fin. Tal alternativa es probable en vista de que hay tres cardenales
negros papables, dos nigerianos y uno ghanés. Pues, con la reelección de
Obama como presidente de Estados Unidos, la designación de un Papa negro ya es
posible.
El
reciente paso de un asteroides a 27 mil 650 kilómetros de la tierra y la sorpresiva
caída de un meteorito en Rusia, dejando más de mil heridos, aviva las amenazas
de las profecías apocalípticas con versiones de toda índole, principalmente de
tipo religioso; por ejemplo, el diluvio universal del que sólo se salvaron los
que DIOS indicó a Noé alojara en su arca; la tragedia del barco
Titanic, cuyo constructor tuvo la osadía de desafiar a DIOS, y en su primer
crucero por el impacto de un iceberg naufragó; la destrucción de las imponentes
torres gemelas del centro de New York -la capital mundial-, por orden del musulmán
Osama Bin Laden, ante la confusa e impotente mirada de G. W. Bush, en ese
momento el presidente más poderoso del mundo.
El
apocalipsis podría darse por múltiples formas, con fenómenos naturales y
artificiales, como choques de grandes meteoros, asteroides, astros y
estrellas, entre otros componentes del espacio sideral, terremotos, huracanes,
tsunamis, epidemias, guerra nuclear y biológica con mutación de
microorganismos. También el calentamiento global con deforestación de la
tierra, extinción de la fauna, de la flora y contaminación del ambiente,
pueden acabar paulatinamente a la humanidad. En fin, Nostradamus habla que
una civilización extraterrestre con tecnología superior conquistaría la
tierra.
En
todo caso, según la mayoría de las religiones habrá un juicio final, en el que
se revelarán las acciones buenas y malas de la humanidad. Y, por ejemplo,
en Venezuela, se conocerían los autores intelectuales de los asesinatos
del abogado Danilo Anderson, la muerte inhumana de Franklin Brito y de cientos
de jóvenes universitarios, hasta ahora en la impunidad y, definitivamente, se
sabría cuáles políticos se aliaron con, narcotraficantes y delincuentes de
cuello blanco para ganar elecciones presidenciales y de gobernadores.
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