UN
AÑO DE HABILITANTE PARA ACABAR CON LA CORRUPCIÓN
Zenair
Brito Caballero
A la luz de la historia de Venezuela, puede parecer una
ingenuidad que el socialista-comunista Presidente Nicolás Maduro, pida un año
de superpoderes y de plazo para acabar con la corrupción de nuestro país, un
fenómeno tan antiguo como lo es en nuestra nación.
Porque no es gratuito —y toda Venezuela lo sabe, que en
mediciones, en especial las de Transparencia Internacional, Venezuela aparezca
sin excepción entre los 15 países más corruptos del planeta.
La corrupción en Venezuela es tan vieja como su propia
historia. Un investigador, cronista e historiador de la época escribió que
“entre 1810 y 1811, los gobiernos de los patriotas malgastaron alegremente
millones en celebraciones, fiestas, regalos, grados militares, entre otras
muchas cosas”. Y reveló que el cargo público, cualquiera que fuera, era como
una propiedad para aquel que lo ejercía.
Todo esto me supongo debe saberlo, el Señor Maduro, si pide el plazo de un año para acabar con la podredumbre en nuestro país. Sin embargo, no parece que conozca en detalle la historia venezolana, porque sería sensato, que un mal congénito no se puede curar con los emplastos que se alcanzan a elaborar en un plazo como el que pidió el mandatario.
Todo esto me supongo debe saberlo, el Señor Maduro, si pide el plazo de un año para acabar con la podredumbre en nuestro país. Sin embargo, no parece que conozca en detalle la historia venezolana, porque sería sensato, que un mal congénito no se puede curar con los emplastos que se alcanzan a elaborar en un plazo como el que pidió el mandatario.
A todos los gobiernos de la llamada democracia o IV República
les han atribuido hechos que dejan mal parados a sus presidentes en materia de
ética, pero finalmente no ha sido posible establecer responsabilidades, salvo
en el caso de Carlos Andrés Pérez, por el manejo que dio a los fondos
reservados de la Presidencia, con los que ayudó a Violeta Chamorro a ganar la
presidencia de Nicaragua, y a sostenerse allí.
La razón de la impunidad quizás se pueda resumir en la
declaración de magistrados en los tiempos del presidente Jaime Lusinchi, según
la cual “a los altos funcionarios de un gobierno es muy difícil comprobarles un
delito”.
Los mecanismos cambiarios han llevado siempre a que algunas élites muy vinculadas al gobierno de turno se enriquezcan, lo mismo que han hecho otros a la cabeza de la petrolera Pdvsa o sus subsidiarias. Al menos de enriquecerse con el petróleo siempre han sido acusados los miembros de la élite política gubernamental venezolana.
Los mecanismos cambiarios han llevado siempre a que algunas élites muy vinculadas al gobierno de turno se enriquezcan, lo mismo que han hecho otros a la cabeza de la petrolera Pdvsa o sus subsidiarias. Al menos de enriquecerse con el petróleo siempre han sido acusados los miembros de la élite política gubernamental venezolana.
A Maduro le va a tocar trabajar muy duro para erradicar la
corrupción del país, pero surgen las dudas de si al menos podrá ubicar los
focos principales. Para que un país figure entre los 15 más corruptos de la
Tierra es porque, en verdad, el fenómeno está muy extendido y profundamente
arraigado.
Por las redes sociales circulan con frecuencia algunas listas
en las que figuran los más altos funcionarios de la revolución chavista y
miembros del actual gobierno socialista-comunista, con elevadas sumas de dinero
en dólares depositadas en bancos extranjeros, todo producto de actos de
corrupción.
Si Maduro quiere realmente enfrentarse al fenómeno corrupto,
podría comenzar por despejar las dudas que dejan esas listas. Sólo que tendría
que despejar unas dudas sin sembrar otras. britozenair@gmail.com
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