LA PAZ
SÓLO ES POSIBLE EN UNA SOCIEDAD TOLERANTE
Zenair
Brito Caballero
(britozenair@gmail.com)
Tolerar
es aceptar la pluralidad en todos sus campos y expresiones. Es respetar las
ideas, visiones, credos y prácticas de los demás, aunque difieran de los propios,
siempre y cuando todas se ajusten a los principios, valores e instituciones
sobre los cuales se sustenta la democracia.
La
tolerancia como virtud cívica y como valor ético sigue extraviada en el
ambiente político venezolano. Parece imposible lograr ese consenso mínimo,
indispensable para que la democracia funcione civilizadamente; la convivencia
pacífica, en medio de las diferencias, sigue siendo una asignatura pendiente en
nuestra Venezuela, porque históricamente ha prevalecido la intolerancia como práctica
política nociva. De ahí han surgido los radicalismos y la larga confrontación.
El
diálogo constructivo entre contrarios no ha sido posible y parece que no bastan
los cientos de miles de muertes y asesinatos de manos de la delincuencia
desbordada en este socialismo del siglo XXI, para entender y aceptar que el
único camino hacia la paz pasa por la tolerancia y el debate civilizado. La
cultura de la paz sólo es posible en una sociedad tolerante, caracterizada por
la diversidad ideológica y cultural.
Tolerar
es aceptar la pluralidad en todos sus campos y expresiones. Es respetar las
ideas, visiones, credos y prácticas de los demás, aunque difieran de los
propios, siempre y cuando todas se ajusten a los principios, valores e
instituciones sobre los cuales se sustenta la democracia.
La
tolerancia, junto a la justicia, la libertad, la igualdad ante la ley, la
participación ciudadana y la soberanía popular son pilares sobre los que debe
sostenerse todo régimen democrático. Obviamente no hay que confundir la
tolerancia con la indiferencia ni con la permisividad ante posiciones o
prácticas socialmente perjudiciales
La
diversidad, la heterogeneidad, las diferencias y la pluralidad, son, desde todo
punto de vista, enriquecedores y vitales porque generan interacciones, cambios,
transformaciones y dinamizan los procesos sociales. La homogeneidad absoluta no
es posible y sería un freno al desarrollo.
La
tolerancia debe ser un compromiso de todos, de los ciudadanos, de las
comunidades y desde luego del Estado. Venezuela es un país pluricultural,
diverso, variado. Caraqueños, andinos, llaneros, maracuchos, guayaneses,
orientales, occidentales, indígenas, etc., tenemos distintas maneras de actuar
y de expresarnos y dentro de esa diversidad se dan también las diferentes
visiones del mundo y de las cosas y a partir de ahí surgen las ideologías
contrarias como algo consustancial a la democracia. Es así en todo el mundo.
Ninguna sociedad es homogénea.
En
Venezuela, por desgracia, los contrarios no se reconocen como adversarios
políticos sino como enemigos irreconciliables y cada uno señala al otro como
único responsable del problema.
No se
permite el disenso, la obstinación es eliminar al contrario. La hostilidad se
exacerba permanentemente y copa todos los escenarios donde deberían reinar el
diálogo y la conversación constructiva
.
El
insulto, el agravio y la ofensa marcan un estilo practicado desde siempre y
afianzado por el verbo incendiario y escatológico del teniente Cabello en la
Asamblea Nacional y de sus seguidores socialistas comunistas. La discriminación
se ha disparado también.
Todas las
expresiones vulgares a la oposición comienzan con expresiones descalificadoras,
igual ocurre con los gobernadores y alcaldes no chavistas; las críticas contra
su desempeño han estado siempre marcadas por el odio y el resentimiento. En un
país cargado de tanta juventud, hay quienes se creen que ésta no es capaz de
sacar al país de tanta desvergüenza.
Tanta
intolerancia atenta contra el derecho a la vida, crispa los ánimos y acentúa la
confrontación; las amenazas contra líderes populares, políticos, sindicalistas,
periodistas son intensas. Muchos hombres y mujeres disidentes, sufren en serio,
el riesgo de ser apresados, secuestrados o asesinados por bandas criminales
que, con nombres como “La piedrita, “los enanos”, “tupamaros” anuncian que
“tienen la orden de apresar” a dirigentes de oposición y a miembros de
organizaciones de mujeres y defensores de derechos humanos.
A todos
los acusan de manejar un discurso fascista de derecha, de inventar que es falso
el fraude electoral del 14 de abril, la delincuencia, desempleo, corrupción,
narcotráfico, de criticar la LOT y de promover la restitución de tierras
expropiadas a sus respectivos dueños. Mientras tanto, los no violentos opositores
al socialismo-comunismo, unamos voces de paz y de reconciliación y soñemos con
una Venezuela donde quepamos todos y donde prevalezcan la convivencia y la
justicia social.
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