jueves, 30 de mayo de 2013

“LA BORRACHERA QUE PROMUEVE EL PODER”

“LA BORRACHERA QUE PROMUEVE EL PODER”

Zenair Brito Caballero

El poder fascina, el poder embriaga,
ideologías vendidas en este mercado de esclavos.
Quién está a salvo?,
quién es capaz de quitarse la etiqueta del precio?
En Venezuela es un momento significativo y oportuno frente a todo lo que viene aconteciendo, la actitud de algunos que hoy se llaman, “dirigentes políticos socialistas-comunistas”. Mucho se ha perdido de aquella época de la mal llamada IV República, en la que él o la persona electoral lograban despertar en su existencia, respeto y admiración. Por lo menos había decencia a la hora de hacer favores políticos, porque hoy todo eso se perdió producto de la borrachera que promueve el poder.
Y no es una simple figura gramatical; es la realidad de muchos de ellos que combinan su ambición por el poder con su adicción al dinero, al buen Whisky de 18 años, casas, apartamentos VIP y otras cosas más. Coincidencialmente quienes han emergido dentro de este grupo rojo-rojito que se enquista de manera preocupante en los cargos públicos, el tema de la juerga, las rumbas, suelen ser la constante. No en vano la soberbia, la prepotencia y el mismo desafío a las autoridades y organismos de control, es una patología propia de quien no actúa en sano juicio.
En medio del jolgorio se coordina todo lo pertinente para motivar ese nefasto tiovivo de la contratación y buscar la manera de hacerle el quite a la ley. No es una generación política, es toda una degeneración política que corrompe, que pervierte y deprava, que logra callar a los demás, que intimida, que amedrenta y que hacen a punta de fraudes o trampas, que los buenos parezcan malos. Lo que vive Venezuela entre algunos actores administrativos que se enriquecen de lo público es algo muy preocupante.
Los seguidores de este estilo socialista-comunista a la Cubana, están hoy literalmente hinchados y abultados por el poder. Se les nota en su aspecto físico; pierden la expresión noble de sus rostros del pasado, esas mismas caras modositas y que buenas, las cuales lograron hacer creer a muchos que iban a encarnar el cambio, pero que hoy nos demuestran que son peor a todo lo que aquí en materia política ha existido.
Violan de frente la Constitución, las Leyes, los Reglamentos, las normas, los principios —cuando no es que compran a quienes deben impartir justicia— no respetan las leyes ni a nadie, porque los Poderes Públicos son apéndices del Ejecutivo, y son tan testarudos e intransigentes que salen a decir que tienen la razón. Pierden la noción del mando y se creen unos emperadores o reyezuelos que gobiernan unas regiones donde la Constitución de 1999 y las leyes venezolanas no aplican.
El poder los enajena, los enloquece, los chifla, les apasiona vivir rodeados por afrodescendientes escoltas cubanos particulares con cara de malos que intimidan al mismo demonio. En otros casos —por lo demás bien incomprensibles— la misma Policía Nacional que algún día los puede capturar, es la que los tiene que cuidar.
Así se están perfilando los dueños del poder en toda Venezuela desde hace 14 años; lo digo con dolor y con modestia, “pero es el silencio y la actitud pasiva de muchos venezolanos, la mejor garantía para que ellos sigan reinando”. Ellos intimidan y asustan a quienes los siguen. A pesar de que muchos de sus subalternos contratados no comparten estos estilos, el temor que imparten hace que la gente se quede callada, protegiendo un contrato y su estabilidad laboral.
Está en nuestras manos amigos lectores, permitir que la Nación Venezolana sea cuna de este tipo de especímenes. Tenemos que actuar transformando la sociedad en todos sus espacios, recuperando la decencia y los valores morales y éticos, desde el hogar y las aulas de clase, dejando a un lado el silencio y reivindicando las prácticas del buen gobierno democrático. Dios permita que más de uno, pase el guayabo tras las rejas, y al que le caiga el guante pague verdaderamente las fechorías cometidas. Esa debería ser la verdadera Ley del Talión: “ojo por ojo y diente por diente”   


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