“LA
BORRACHERA QUE PROMUEVE EL PODER”
Zenair
Brito Caballero
El poder fascina, el poder embriaga, ideologías vendidas en este mercado de esclavos. Quién está a salvo?, quién es capaz de quitarse la etiqueta del precio? |
En Venezuela es un momento significativo y oportuno frente a todo
lo que viene aconteciendo, la actitud de algunos que hoy se llaman, “dirigentes
políticos socialistas-comunistas”. Mucho se ha perdido de aquella época de la
mal llamada IV República, en la que él o la persona electoral lograban
despertar en su existencia, respeto y admiración. Por lo menos había decencia a
la hora de hacer favores políticos, porque hoy todo eso se perdió producto de
la borrachera que promueve el poder.
Y no es una simple figura gramatical; es la realidad de muchos de
ellos que combinan su ambición por el poder con su adicción al dinero, al buen
Whisky de 18 años, casas, apartamentos VIP y otras cosas más. Coincidencialmente
quienes han emergido dentro de este grupo rojo-rojito que se enquista de manera
preocupante en los cargos públicos, el tema de la juerga, las rumbas, suelen
ser la constante. No en vano la soberbia, la prepotencia y el mismo desafío a
las autoridades y organismos de control, es una patología propia de quien no
actúa en sano juicio.
En medio del jolgorio se coordina todo lo pertinente para motivar
ese nefasto tiovivo de la contratación y buscar la manera de hacerle el quite a
la ley. No es una generación política, es toda una degeneración política que
corrompe, que pervierte y deprava, que logra callar a los demás, que intimida, que
amedrenta y que hacen a punta de fraudes o trampas, que los buenos parezcan
malos. Lo que vive Venezuela entre algunos actores administrativos que se
enriquecen de lo público es algo muy preocupante.
Los seguidores de este estilo socialista-comunista a la Cubana,
están hoy literalmente hinchados y abultados por el poder. Se les nota en su
aspecto físico; pierden la expresión noble de sus rostros del pasado, esas
mismas caras modositas y que buenas, las cuales lograron hacer creer a muchos
que iban a encarnar el cambio, pero que hoy nos demuestran que son peor a todo
lo que aquí en materia política ha existido.
Violan de frente la Constitución, las Leyes, los Reglamentos, las
normas, los principios —cuando no es que compran a quienes deben impartir
justicia— no respetan las leyes ni a nadie, porque los Poderes Públicos son
apéndices del Ejecutivo, y son tan testarudos e intransigentes que salen a
decir que tienen la razón. Pierden la noción del mando y se creen unos
emperadores o reyezuelos que gobiernan unas regiones donde la Constitución de
1999 y las leyes venezolanas no aplican.
El poder los enajena, los enloquece, los chifla, les apasiona
vivir rodeados por afrodescendientes escoltas cubanos particulares con cara de
malos que intimidan al mismo demonio. En otros casos —por lo demás bien incomprensibles—
la misma Policía Nacional que algún día los puede capturar, es la que los tiene
que cuidar.
Así se están perfilando los dueños del poder en toda Venezuela
desde hace 14 años; lo digo con dolor y con modestia, “pero es el silencio y la
actitud pasiva de muchos venezolanos, la mejor garantía para que ellos sigan
reinando”. Ellos intimidan y asustan a quienes los siguen. A pesar de que
muchos de sus subalternos contratados no comparten estos estilos, el temor que
imparten hace que la gente se quede callada, protegiendo un contrato y su
estabilidad laboral.
Está en nuestras manos amigos lectores, permitir que la Nación
Venezolana sea cuna de este tipo de especímenes. Tenemos que actuar
transformando la sociedad en todos sus espacios, recuperando la decencia y los
valores morales y éticos, desde el hogar y las aulas de clase, dejando a un
lado el silencio y reivindicando las prácticas del buen gobierno democrático.
Dios permita que más de uno, pase el guayabo tras las rejas, y al que le caiga
el guante pague verdaderamente las fechorías cometidas. Esa debería ser la
verdadera Ley del Talión: “ojo por ojo y diente por diente”
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