EL DESARROLLO DE LOS PUEBLOS ESTÀ EN LA EDUCACIÒN
Zenair Brito Caballero (britozenair@gmail.com)
Es poco probable que a alguien se le ocurra discrepar, que hoy en día el
mejor recurso que tienen las naciones para crecer y desarrollarse es la
educación. La globalización, que ya se ha venido dando en otros momentos de la
historia de la humanidad, tiene la extraordinaria peculiaridad, que hoy pone al
alcance de cualquier ser humano el conocimiento
de la ciencia y la tecnología, porque vivimos en esta nueva era jamás
sospechada en épocas pasadas.
Desarrollar habilidades, competencias y talentos está al alcance de todos. Podemos
hacer que nuestros niños y jóvenes aprovechen para su propio beneficio y la de
su comunidad todas estas posibilidades. Solamente un mal gobierno como el que
hemos tenido en estos últimos 13 años o la indiferencia del resto de la
sociedad pueden frustrar tan promisorio futuro.
Es decir, solamente los venezolanos podemos impedir que nuestros hijos y
nietos tengan una vida digna, llena de oportunidades y plena de realizaciones. Sin
embargo, el desarrollo de conocimientos, habilidades y competencias no es el
único ni tan siquiera, probablemente, el principal desafío que tiene el sistema
educativo venezolano.
Collin Powell, en su “Leadership Primer”, ya advertía a todos, sobre todo a
empresarios y emprendedores, de lo insuficiente que resulta la “capacitación” y
de lo fundamental que es la “formación”. Decía: “Puedes entrenar a un novato
entusiasta e inteligente en los fundamentos de tu negocio, pero es mucho más
difícil entrenar a alguien para que tenga integridad, buen juicio, energía,
balance y el entusiasmo para hacer lo que debe hacerse.
¿Cuán a menudo nuestros procesos de reclutamiento buscan estos atributos?
Más a menudo, los ignoramos a favor del currículum vitae largo y los títulos
anteriores, cuando lo verdaderamente importante es saber cuán bien encajan sus
valores con los de la organización. La educación es un proceso permanente e
inacabable. “El proceso de vinculación y conciencia cultural, moral y
conductual. Así, a través de la educación, las nuevas generaciones asimilan y
aprenden los conocimientos, normas de conducta, modos de ser y formas de ver el
mundo de generaciones anteriores, creando además otros nuevos”.
Se le atribuye a Napoleón –por eso se la conoce como “la cadena de oro de
Napoleón”– la siguiente frase: “Buenos maestros hacen buenos ciudadanos, buenos
ciudadanos eligen buenos gobernantes, buenos gobernantes designan buenos
maestros, buenos maestros hacen buenos ciudadanos…”, y sigue la cadena. Esta es
la clave, definir qué es ser “bueno” para definir el tipo de sociedad en la que
queremos vivir.
Cuáles son los valores y los principios que condicionan nuestra conducta
individual y caracterizan a nuestra sociedad venezolana. ¿Se premia o desprecia
el conocimiento? ¿Se aprecia o desprecia al que se esfuerza, al honesto, al
dedicado, al que respeta las leyes y las reglas de la sana convivencia o, por
el contrario, se los margina y se potencia al apresurado, al inepto, al mediocre
o al inescrupuloso?
Cuesta creer, pero tengo la esperanza que el próximo presidente a partir
del 7 de octubre, pueda dedicarles un tiempo a las cosas verdaderamente
importantes y se ocupe del, probablemente, más importante de los asuntos de
Estado: la educación que es su bandera electoral.
Que en su calidad de corresponsable de la educación de sus futuros hijos y de nuestros hijos y nietos que van a
escuelas, colegios y universidades, tome conciencia, que tiene el poder para
enmendar y reencauzar el proceso en la educación venezolana tan deteriorado en
calidad y excelencia, para cumplir con nuestra obligación con la generaciones
futuras. Es deseable y conveniente que no persista en el error del socialismo-comunismo de utilizar el
sistema educativo con propósitos políticos electoralistas como lo hicieron con
las llamadas misiones educativas: Robinson, Ribas, Sucre.
Ante la crisis, el remedio es único; no hay otro: es la educación. Pero
cuando la enfermedad está en el remedio, tenemos la peor de las crisis. La
educación en Venezuela está contaminada con elementos removibles. Es lo que hay
que hacer: eliminar los elementos contaminantes y recomenzar la gran tarea.
Esta tarea recae fundamentalmente en el nuevo Presidente, en los
Asambleístas, pero, sin duda alguna, también en toda los sociedad venezolana,
para evitar que se siga con la tendencia de manipular la educación en beneficio
de muy pocos, extremadamente pocos, y en detrimento de extremadamente muchos.
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