“HEMOS DESTRUIDO EL SER POR EL TENER”
Zenair
Brito Caballero
Una vez que pasan las vacaciones escolares de julio, agosto y
septiembre, los comerciantes empiezan a sacar los sobrantes de sus mercaderías
navideñas del año anterior y a ponerlas en realización para introducir al
mercado las nuevas mercaderías que vienen a crear nuevas necesidades entre los
consumidores.
Sin que hayan comenzado los vientos de octubre se empiezan a
decorar de colores rojo, verde y plateado los almacenes, supermercados y
centros comerciales y los mecanismos mentales que impulsan el consumismo
compulsivo se ponen en acción.
Ahora, los cohetes, las luces de colores, el arbolito, el
estreno, las hallacas, el pernil horneado, la ensalada de gallina, el dulce de
lechosa y el juguete tradicional se han transformado en Noches de Compras y
fiestas a lo gringo. Al Niño Dios lo cambió Santa Claus o Santa Tarjeta de
Crédito. Los 14 años de gobierno socialista-comunista crearon un nuevo país,
destruyendo el agro y la industria y formando un sector terciario, de servicios
y comercio, que vino a enriquecer a los nuevos millonarios rojos-rojitos
La Reforma Agraria destruyó el agro y la dolarización el
endeudamiento público la industria. De repente, empezaron a surgir centros
comerciales como hongos, mientras los venezolanos salen a razón de unos 100
ciudadanos diariamente hacia el llamado “sueño americano”, lo que implica unos cuantos
millones de dólares anuales que se inyectan en la economía en concepto de
remesas y que favorecen un mayor nivel de consumo, casi siempre de bienes
suntuarios, por parte de venezolanos que han dejado de trabajar porque solo
aprendieron a recibir para gastar y no a ganarse la vida.
Esto atrajo a las grandes firmas de modas, productos
electrónicos, telecomunicaciones, almacenes de departamentos, franquicias de
comida rápida y se fue creando una nueva forma de ser y de vivir de los venezolanos
que día a día enriquecen más a los comerciantes que manejan este sistema
económico, son los que podríamos llamar “los dueños del circo”
La navidad de los pesebres, la misa del gallo, la cena familiar,
los estrenos, las gaitas y los villancicos han sido sustituidos por un consumo
irracional y obsesivo, el Niño Dios fue sustituido por Don Bancario y la
familia quedó dividida por una competencia del tener contra el ser.
Todos han olvidado el origen de la Fiesta, todos han olvidado al
Dios de la Historia que asumió la condición humana a través de Jesús de
Nazaret, hijo de una adolescente y un carpintero judíos, se han olvidado de
Aquel que nació en Belén de Judá, que nació para los Hombres de Buena Voluntad,
que nació para reivindicar al hombre por ser hombre y no por lo que tiene.
Ahora muchas familias lloran en la noche de navidad por no haber
podido consumir, por no tener el último blackberry, ni el último plasma, ni el
último grito de la moda, ya no lloran por el familiar que ya no está o por los
recuerdos de la niñez, cuando todo era más fácil, más sencillo, mucho menos se
conmueven por el misterio de la Natividad, eso pasó a otro plano de menor
importancia.
Los comerciantes, además de sustraer con engaños en ofertas de 2
x1 o de 3 x 2 los dineros del pueblo y adquirir privilegios con la compra de
voluntades en el gobierno, han asesinado las tradiciones y los valores
populares.
Mataron la Navidad. El
socialismo revolucionario dividió a la familia conjuntamente con el
mercantilismo de muchos, basta con observar una reunión familiar en la que cada
quien está pendiente de su celular, los correos y los mensajes, se prefiere la
comunicación impersonal de las redes sociales al contacto fraterno y directo
con los amigos.
Cada adquisición tiene por finalidad comprar una especie de
status, el cual se define por el mejor celular, la mejor computadora, el mejor
vehículo, la mejor fiesta, la mejor ropa… Hemos destruido el ser por el tener,
la apariencia ha sustituido la dignidad de la persona: si no vistes o tienes
según los dictados de la moda eres un relegado, si obedeces eres una persona
respetable, aunque seas un narcotraficante o un funcionario corrupto. El
consumismo mató a la Navidad, la transformó en una orgía de consumo en la que
los que no participan son unos enfermos que hay que marginar. Rescatar el
sentido de la Navidad es devolverle el espíritu a nuestro Pueblo venezolano que
tanto se lo merece.