viernes, 31 de enero de 2014

RESCATAR LA FAMILIA ES UNA OBLIGACIÓN

RESCATAR LA FAMILIA ES UNA OBLIGACIÓN

Zenair Brito Caballero

En medio de esta crisis de valores en la que los factores de corrupción, violencia, pero sobre todo de indiferencia hacia lo que afecta a los demás, permean sobre la conciencia colectiva de nuestra sociedad venezolana, es necesario volver la mirada hacia la familia como institución social suprema.

Muchos aún no caen en la cuenta de la necesidad de recuperar la familia y fortalecerla para que haya progreso social, económico y espiritual, por eso sigue apostándole equivocadamente a la individualidad. El núcleo familiar ha estado sujeto a variaciones, sin que por ello se pueda renunciar a su importancia como eje estructurador de identidad.

De la familia tradicional, compuesta por el hombre y la mujer en la que el primero figuraba y actuaba como cabeza o representación del hogar, se ha pasado a las familias compuestas por la figura femenina o matriarcado, quien por la misma dinámica moderna terminó asumiendo dos roles.

Pero uno de los factores que más ha contribuido a profundizar la brecha comunicativa familiar es la falta de control de los padres frente al fenómeno de la modernidad; la televisión, los videos juegos y la internet entre otros, que han terminado fragmentando más el concepto de familia, unido a la obsesión por el trabajo de alguno de sus miembros, lo que ha debilitado más la comunicación, haciendo que sus miembros reconozcan en estos adelantos tecnológicos mejor compañía que la familiar.

La mesa, lugar de encuentro familiar alrededor de la comida, ha sido reemplazada por la habitación en el que cada miembro tiene su televisor y desde allí ha logrado construir la isla que lo mantiene distraído.

Nuestras sociedades siguen resquebrajándose sin que asumamos una actitud de resistencia ante la modernidad que nos asiste. Una buena manera sería recuperar la espiritualidad familiar para dar herramientas de defensa a los hijos ante las amenazas que la misma cultura establece.

Regresar al diálogo en la mesa, la oración en familia, los juegos familiares ayudaría a renovar los tiempos para compartir y con ello a mejorar la calidad de la relación familiar, para que vuelva a instituirse desde el hogar, el respeto por Dios, por la vida y por la familia.


Necesitamos generar nuevos espacios de diálogos, análisis y acción, para que desde el gobierno, las iglesias, escuelas, universidades y los medios, se ayude a recuperar el núcleo familiar, el amor entre padres e hijos, tíos, sobrinos y primos, para asegurar que nuestra sociedad perviva a pesar de la indiferencia de quienes quieren presentar a la postmodernidad como el efecto de una humanidad fragmentada, para que el valor humano prime desde una sociedad fortalecida y preparada para resistir la crisis desde la unión familiar.   

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