“HIJOS QUE NO RESPETAN A SUS PADRES NO RESPETARÁN A NADIE”
Zenair Brito Caballero
La sociedad venezolana, heredera de la
cultura de la prepotencia y el abuso del más fuerte, los niños han sido
históricamente maltratados, víctimas y ofendidos. Por otra parte, cuántos
padres se declaran hoy, temiendo caer en ese modelo nefasto, incapaces de
educar y corregir a sus hijos.
La educación familiar es un tema que
debemos plantearnos seriamente y comenzar a tomar las medidas que consideremos
aptas. Una cosa debe quedar clara desde el principio, y es que una educación
por la no violencia no significa crear muñecos de trapo. Los niños tienen que
crecer con agresividad positiva, es decir, aquella fuerza que les servirá para
expresarse y defenderse en la vida.
El mundo material impone premios
palpables, entonces, comprarles cosas “si se portan bien”, es una técnica que
no arroja buenos resultados y, a pesar de saberlo, la utilizamos. Hay que
empezar por cortar los premios por nada o por todo. Sabemos que el mejor premio
es la dicha de crecer feliz, sano, aprendiendo a administrar y comprender paso
a paso la libertad.
La mayoría de los padres sufren debido
a la manipulación conceptual. ¿Qué es ser violento con los niños?, ¿dar una
palmada en la cola o hablar alto nos hace “golpeadores”? No, y en muchos casos
hace falta disciplina. La propaganda que sugiere que te sientes con tu hijo y,
cual experimentado psicólogo, le expliques con una sonrisa lo mal que hizo es
muy fotográfica, pero ineficaz cuando afuera la vida social es dura, no
compatible con la docilidad.
Leí hace unos días por Internet, que una
mamá en EE.UU., muy consciente, que las políticas públicas no sirven, obligó a
su hija de 9 años a disculparse a través del Facebook por haber participado de
la burla hacia un compañero, además le hizo donar parte de su mensualidad a una
organización que lucha contra el bullyng.
Algunos diarios presentaron la noticia
como la de una madre autoritaria; sin embargo, muchísimos padres apoyaron la
rectitud. Personalmente creo que la mamá demostró que le preocupa la educación
de su hija y trata de enderezarla a tiempo. Su correctivo fue equivalente al
error.
Los padres modernos tienen problemas
con los hijos a toda edad; con los pequeños que no quieren comer o no quieren
dormir (fíjense qué astutos, ellos saben muy bien en qué lugar aniquilar la
paciencia del adulto). Si no comen y no duermen, se mueren, así de extremo es
el amor y atención que reclaman para no desahogarse en la adolescencia.
Los padres que aman a sus hijos, pero
no les gusta o no saben cómo atenderlos, deberían buscar ayuda profesional,
psicológica o terapéutica0. Hay muchas formas de compartir el tiempo y hacer
cosas que les gusten a ambos.
Cada vez hay menos papás y mamás que
juegan con sus hijos, lo han delegado a la tecnología, a una niñera o a nadie.
Padres ausentes o sobreprotectores son responsables de hijos con trastornos de
conducta (desobedientes, desafiantes, manipuladores, etc.) y de buscar
soluciones.
La familia es el núcleo fundamental
para dar a luz seres sociales cada vez más avanzados en sus relaciones con los
demás, con el mundo. Pero hemos entrado en tiempos en que nuestra manera de
educar puede llegar a ser cuestionada por el público (como en un gran juicio) y
hasta sancionada legalmente.
Sin embargo, los métodos pueden
mejorarse sin perder la firmeza. Los padres no deben ceder el derecho de
corregir a sus hijos, después de todo son los que los mantienen y los que los
conocen. Los castigos están muy estigmatizados con los golpes, cierta
propaganda ideológica ha logrado instalar este extremismo, sin embargo,
castigar es necesario, sin humillar ni excederse; dicen los profesionales que
tiene que sonar a trato, a acuerdo. Hay una verdad inmutable: hijos que no
respetan a sus padres, no respetarán a nadie. britozenair@gmail.com
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