miércoles, 11 de septiembre de 2013

¿CÓMO MEJORAR LA EDUCACIÓN PÚBLICA?

¿CÓMO MEJORAR LA EDUCACIÓN PÚBLICA?

 Zenair Brito Caballero

Dado que en este gobierno socialista-comunista venezolano se nombra tanto la palabra “Educación”, no me parece ocioso volver a retomar algunas cosas referentes a dicho tema. Y por ello, es bueno traer a colación en este artículo de opinión los planteos exigentes, que salen del círculo de docentes universitarios de extraordinaria excelencia, ¿Cómo mejorar la educación pública?, que nos trae el historiador y educador escocés Niall Ferguson.
En su último y excelente libro que acabo de terminar de leer (“La gran degeneración. Cómo decaen las instituciones y mueren las economías”), Debate, junio de 2013), el autor citado Niall Ferguson se replantea la necesidad de reformar  la política educativa del Reino Unido para mejorar decididamente la calidad de la enseñanza.
En ese sentido,  el eminente educador y erudito Ferguson adopta una postura más radical y exigente. Sostiene que es necesario “incrementar de manera significativa el número de instituciones educativas privadas” y, paralelamente establecer un programa de becas para asistir a los niños de familias de menores recursos.
Este destacado académico e ilustre educador escocés reconoce, que la educación estatal cumplió un importante papel en la alfabetización masiva, pero advierte que no es idónea para enfrentar el problema de la calidad. ¿Por qué? Se pregunta Porque “la calidad disminuye debido a la falta de competencia y al encubierto poder de los intereses creados de los ‘productores’ (léase profesores, maestros y educadores en general).
Hay que vencer los “prejuicios y las preocupaciones ideológicas” –argumenta- porque “las instituciones educativas privadas desempeñan un papel crucial a la hora de establecer y elevar los estándares educativos en todo el mundo”.
No se trata de eliminar a las escuelas públicas sino apostar por la biodiversidad, porque la “mezcla de instituciones públicas y privadas con una competencia significativa favorece “la excelencia” que en Venezuela brilla por su ausencia”.
Ferguson nos sugiere en su libro, un sistema educativo que favorezca un mayor control de la sociedad civil en la enseñanza, que existan escuelas independientes, autónomas, con subvención privada y libre para elegir alumnos y programas de estudio.
Si bien el educador e historiador piensa sobre la realidad de su país, sus reflexiones bien podrían ser un interesante punto de partida para atacar los graves problemas que enfrenta Venezuela en el campo de la educación en estos momentos. 
Las experiencias de los colegios y liceos de Fe y Alegría, muestran que con una mayor intervención de la sociedad civil, es posible atacar el ausentismo escolar, aumentar el conocimiento de los alumnos y el compromiso de las familias.
Las huelgas de los maestros y de los profesores de los liceos venezolanos son para honrar su escuálido salario, que no les alcanza ya ni para sobrevivir y es apenas la punta del iceberg con el que choca la calidad educativa. Es un asunto mucho más profundo que las movilizaciones docentes por mejoras salariales. En todo caso las protestas de maestros y profesores de escuelas primarias, de liceos y de universidades, son un síntoma de la enfermedad que ataca a la educación venezolana y por eso un aumento real del presupuesto educativo no resolvería todos los problemas de fondo que son muchos.
La educación pública en Venezuela enfrenta una crisis de tal magnitud que está poniendo en riesgo el crecimiento económico del país de los próximos 20 años. El problema de fondo que enfrentamos hoy es la política educativa socialista-comunista a la cubana, que le dio al Estado un sistema educativo paralelo al formal llamado misiones,  que cuasi monopoliza en la ejecución de un sistema escolar gratuito, obligatorio y laico, además de mucha cantidad de participantes, pero de mediocre calidad educativa. La reforma de la IV República fue  muy exitosa en universalizar la educación no terciaria. ¿Pero es adecuada esa política exitosa de finales del siglo XIX y del siglo XX para enfrentar los retos del presente?
Un país como Venezuela, sin un capital humano de calidad no puede proyectar un futuro venturoso para sus ciudadanos y no solo pensando en la economía. Está comprobado que ello tiene también un impacto en los atributos democráticos del  país.
La revolución educativa del siglo XXI debe perseguir el norte de la calidad y la excelencia con un doble propósito: enseñar los contenidos adecuados para los desafíos del futuro sin ideologización ni adoctrinamiento politiquero, y retener a los miles de jóvenes que abandonan un sistema de educación anticuado y poco útil para las exigencias del mundo actual.
Por todo ello, debo coincidir con este gran historiador contemporáneo cuando dice que “la revolución educativa del siglo XXI será que la educación de calidad esté al alcance de una creciente proporción de niños, adolescentes y jóvenes”. Y para lograrlo es clave la presencia y el compromiso de la sociedad civil. No podemos lavarnos las manos diciendo que es solo un problema de los gobernantes. Ellos deben asumir la mayor cuota, pero es nuestro problema y el de todos los venezolanos, porque allí se juega nuestro futuro y de las nuevas generaciones.

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