viernes, 5 de julio de 2013

¡ESCRIBIR ES VIVIR!



¡ESCRIBIR ES VIVIR!

Zenair Brito Caballero 


Hace varias semanas tuve la gentileza de ser invitada por el Director del Diario El Regional de Acarigua, el Licenciado Pedro Briceño Voirin, a  reiniciar mis artículos como columnista semanal de su Diario. Allí  gracias a su generosidad tengo como en otros diarios regionales de varias ciudades venezolanas, un espacio para dar rienda suelta a mi libre expresión y el manjar de la palabra, en un banquete de ánimos, interés y paciencia brindado por quienes nos manifestamos a través de la escritura.
A propósito de ello me surgieron algunas reflexiones ¿Por qué surge la necesidad de escribir en ciertas personas? ¿Por qué alguien deviene de escribidor? El problema es complejo y la respuesta no es fácil pues hay casos diversos. Un psiquiatra amigo me aseguró que esa escritura generada en lo más íntimo del autor resultaba una excelente terapia. Lo creo cierto, escribir todos los días, me libra de tensiones, de nerviosismo, de intranquilidades poniendo al descubierto ignorancias nocivas y secretos valiosos.
Escribir es, desde luego, darse, aunque a veces se revele tras una máscara (aún más expresiva que el propio rostro). Pero además de exteriorizarse, el autor se descubre a sí mismo al internarse en su laberinto interior, nunca totalmente explorado. Somos obreros de nuestras galerías, arqueólogos redescubriendo el jardín perdido, como ruinas enterradas.
La consecuencia que para algunos como en mi caso, escribir sea una necesidad vital, es que se escribe además con pasión y no sólo con la inteligencia y la técnica propias del que lo tiene como un oficio. Se persigue la emoción, se ansía provocarla en el lector, aún más que la anhelada admiración. Sólo en este sentido el para se añade al escribir por algo. Sin embargo, ese afán de hacerse creativamente mueve también, supongo, a los dedicados a otras artes e incluso a los científicos y a quienes se lanzan a empresas o aventuras. Entonces, ¿qué es lo que nos orienta precisamente hacia la escritura?
Sin estar muy segura de la respuesta me inclino a pensar que resulta decisivo el ambiente donde se desarrolló nuestra infancia. En mi caso, por ejemplo, tuve la fortuna de tener un padre brillante, intelectual, escritor, columnista durante 40 años del Diario El Impulso de Barquisimeto e historiador que puso a mi alcance tanto enciclopedias como muchos libros y de empezar a leer desde temprana edad. Por personas que me recordaron mi niñez sé que desde los 12 años me gustaba aislarme en mi cuarto con un libro cualquiera y antes de los 15 años ya había leído muchas novelas no sólo a Julio Verne, sino novelas de adultos como Don Quijote de la Mancha, Los tres mosqueteros o Ivanhoe y las leyendas del Rey Arturo.
Junto a ese entorno literario también considero de marcada influencia ciertos acontecimientos negativos vividos inconscientemente en edades muy tempranas como el divorcio de mis padres y la ausencia de mi madre lo que quizás me indujo a esquivar un mundo hecho inhóspito por esas vivencias, antes que adaptarme a él o someterme. No nacemos ganadores amigos lectores, como quienes desde el principio se desenvuelven pisando fuerte: no escriben, hacen.
Estas reflexiones permiten formular la que podría llamar la paradoja del escribidor, consistente en que no obstante al escribir se vive la propia existencia, a veces el resultado obtenido es que se viven otras vidas, identificándose con ellas.
Esa paradoja se asume de manera diferente y algunos piensan que el esfuerzo de crear varios personajes roba vida a su autor. Considero que mis artículos y columnas en los diarios y en los blogs añaden mundo a lo que soy y contribuyen a moldearme. Repito ahora, con más motivos: para mi aprendiz de escritora “escribir es vivir”. Gracias a quienes me honran con su lectura.



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