ASI IMAGINAMOS LA VENEZUELA DEL PROGRESO
Zenair
Brito Caballero
La
Venezuela que ambicionamos, sin lugar a dudas
debe estar enmarcada en un mundo
lleno de satisfacciones, y de sueños por
realizar, donde las injusticias en todo el
sentido de la palabra, no tengan cabida, ni
espacio.
La
Venezuela que imaginamos, ha de estar plena de
libertades y respeto, donde el hombre
transite confiado, seguro, e inspirado
por las reales condiciones y oportunidades
que les ofrece el medio en que
se desenvuelve, garantizándole, que la
inversión de sus esfuerzos y sacrificios
serán compensados con la consecución de sus
proyectos y propósitos de vida.
La
Venezuela que aspiramos, de momento luce distante
e inalcanzable, pero en ningún modo, por
difícil que nos parezca, es una misión imposible,
puesto que contamos con los recursos
humanos y naturales para ir derribando
obstáculos y barreras, tan solo
necesitamos despojarnos del yoismo y
del individualismo de clase, para dar paso,
a un objetivo común que tenga
como norte el bienestar y el progreso
de todos.
La
Venezuela que queremos, necesariamente, debe
contar con la buena y decidida voluntad,
primero, de quienes nos dirigen,
y tienen control de la cosa pública,
puesto que de su buen ejercicio
y manejo, dependerá el avance o
retroceso por el que se enrumbe la nación.
Pero
de igual modo, requerirá de una oposición
política juiciosa, pensante, constructiva,
sabia, con propuestas de soluciones
y bienestar, y que no entienda
como su único y expreso papel, la negación
de toda buena iniciada bajo la
premisa del beneficio o no que
pudiera generar a favor de
los gobernantes de turno.
La
Venezuela que pretendemos, precisa de una
clase empresarial e industrial, con mayor
vocación de servicio y de una participación
mas activa y sincera en la solución de
los problemas nacionales y que no
solo sustente todo su accionar, en
ensanchar cada día más sus niveles de
riquezas y ganancias, sin que una
mínima parte de estos beneficios se
reflejen en uno que otro planes
de carácter social o educativo, para aquellos
cuya existencia rinde honor a la
pobreza y el desamparo .
La
Venezuela que aspiramos,
requiere que la iglesia católica
y las llamadas
protestantes sean instituciones
verdaderamente fuertes y robustas
para que afincadas en los
principios cristianos, centren
todas sus energías e
influencias procurando elevar
la confraternidad y el amor que
debe primar entre los
seres humanos, con
mensajes que reflejen la divinidad de
JESUSCRISTO, a fin de llenar ese
gran vacío que se evidencia en
los altos niveles de violencia que nos
arropan y todo el desenfreno
que muestra el hombre de hoy, convirtiendo
su vida en un laberinto sin salidas,
donde los vicios y la
corrupción son sus principales aliados.
La
Venezuela que ambicionamos, urge de
ciudadanos profesionales y no
profesionales, de hombres y mujeres de
todas las clases sociales, ricos y pobres,
del pueblo y del campo , negros y
blancos, gobernantes y gobernados que
sientan que son partes integras e
importantes de un todo, de
la Nación, de la Patria, a los
que se nos eriza la piel al escuchar
nuestro Himno y ver
ondear la Bandera Tricolor. Hay un camino para lograr
ese sueño, el próximo domingo todos los venezolanos votaremos por EL PROGRESO y
el 8 amanecerá la luz de un nuevo país con un nuevo Presidente HENRIQUE
CAPRILES RADONSKI.