“LO IMPORTANTE NO ES LA FACHADA, SINO LO
QUE ESTÁ DENTRO”
Zenair Brito Caballero
(britozenair@gmail.com)
Podemos contemplar la
vida como una larga carrera por poseer cosas: tenemos casas lujosas,
apartamentos VIP, carros o camionetas de último modelo, alto nivel de instrucción,
varios títulos universitarios, amplia cultura…
hasta nos reservamos un lugar en el cementerio. Hablamos de “mi empresa”, “mi
consultorio”, “mi dentista”, “mi profesor”, “mi peluquero”. Es como si esos
títulos de propiedad nos hicieran más fuertes, más importante, incluso más
felices.
Por el contrario, si nos
preocupamos por desarrollar nuestras capacidades (solidaridad, respeto al otro,
valoración de uno mismo o autoestima y de los demás, la creencia en el otro, en
los principios religiosos, etc.) entonces somos gente rara, que no sintoniza
con la gente que se dice pertenece a la cultura del siglo XXI.
Lo sano estaría en la
línea de saber “tener” para posibilitar el desarrollo de nuestras
potencialidades. Así: el deportista incrementa sus cualidades físicas, el
intelectual crece en su capacidad de saber y el obrero se perfecciona en su
profesión.
Podemos rematar entonces,
que el afán normal de “tener” se vincula siempre al bienestar personal,
familiar o a una idea científica o religiosa; en cambio, el afán neurótico o
neurasténico se cimienta sobre la propia inseguridad, en la duda, en la
incertidumbre, en el sentimiento de inferioridad o la angustia de la envidia o
la rivalidad a los demás.
Lo importante amigos
lectores no es la fachada o la cara, sino lo que está dentro, internamente en
su ser espiritual. Debemos esforzarnos por robustecer en los más jóvenes lo que
son, no lo que tienen. Así los valores de la solidaridad, el respeto, el
compromiso, la honradez, la tolerancia, por ejemplo, deben estar por encima de
poseer un carro último modelo o comprarse unos zapatos de marca. Lo primero es
lo esencial, lo segundo accidental.
El niño debe encontrar
un clima donde se le permita sentir y expresar hasta las emociones más
perversas. Un buen lema sería: se permite sentir y expresarlo con la palabra.
Por ejemplo, las vivencias agresivas no se pueden llevar a la práctica, pero sí
se pueden expresar y contar.
También debe aprender
que él no es el ombligo del mundo. Las necesidades de los otros, y sus deseos,
son el contrapunto de sus inclinaciones y proyectos. Ser adulto es tener en
cuenta al otro y sus necesidades.
Los instintos más
negativos deben transformarse a través de la pintura,, la escritura, la
lectura, el deporte o la cultura. La felicidad es sinónimo de equilibrio con
los cinco tipos de inteligencia que poseemos, con uno mismo y con el entorno.
La felicidad se construye en el intento de armonizar las necesidades del propio
yo con el universo y con el Creador. La felicidad aunque fugaz o efímera, es aceptar lo mucho o poco
que somos o tenemos y tratar de encajarlo o sincronizarlo con las exigencias
propias y externas. Hay que luchar para logarlo ¡porque! ¡que difícil es que la
gente comprenda esto!
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