miércoles, 6 de junio de 2012

“LO IMPORTANTE NO ES LA FACHADA, SINO LO QUE ESTÁ DENTRO”


“LO IMPORTANTE NO ES LA FACHADA, SINO LO QUE ESTÁ DENTRO”
Zenair Brito Caballero (britozenair@gmail.com)
Podemos contemplar la vida como una larga carrera por poseer cosas: tenemos casas lujosas, apartamentos VIP, carros o camionetas de último modelo, alto nivel de instrucción, varios títulos universitarios,  amplia cultura… hasta nos reservamos un lugar en el cementerio. Hablamos de “mi empresa”, “mi consultorio”, “mi dentista”, “mi profesor”, “mi peluquero”. Es como si esos títulos de propiedad nos hicieran más fuertes, más importante, incluso más felices.
Por el contrario, si nos preocupamos por desarrollar nuestras capacidades (solidaridad, respeto al otro, valoración de uno mismo o autoestima y de los demás, la creencia en el otro, en los principios religiosos, etc.) entonces somos gente rara, que no sintoniza con la gente que se dice pertenece a la cultura del siglo XXI.
Lo sano estaría en la línea de saber “tener” para posibilitar el desarrollo de nuestras potencialidades. Así: el deportista incrementa sus cualidades físicas, el intelectual crece en su capacidad de saber y el obrero se perfecciona en su profesión.
Podemos rematar entonces, que el afán normal de “tener” se vincula siempre al bienestar personal, familiar o a una idea científica o religiosa; en cambio, el afán neurótico o neurasténico se cimienta sobre la propia inseguridad, en la duda, en la incertidumbre, en el sentimiento de inferioridad o la angustia de la envidia o la rivalidad a los demás.
Lo importante amigos lectores no es la fachada o la cara, sino lo que está dentro, internamente en su ser espiritual. Debemos esforzarnos por robustecer en los más jóvenes lo que son, no lo que tienen. Así los valores de la solidaridad, el respeto, el compromiso, la honradez, la tolerancia, por ejemplo, deben estar por encima de poseer un carro último modelo o comprarse unos zapatos de marca. Lo primero es lo esencial, lo segundo accidental.
El niño debe encontrar un clima donde se le permita sentir y expresar hasta las emociones más perversas. Un buen lema sería: se permite sentir y expresarlo con la palabra. Por ejemplo, las vivencias agresivas no se pueden llevar a la práctica, pero sí se pueden expresar y contar.
También debe aprender que él no es el ombligo del mundo. Las necesidades de los otros, y sus deseos, son el contrapunto de sus inclinaciones y proyectos. Ser adulto es tener en cuenta al otro y sus necesidades.
Los instintos más negativos deben transformarse a través de la pintura,, la escritura, la lectura, el deporte o la cultura. La felicidad es sinónimo de equilibrio con los cinco tipos de inteligencia que poseemos, con uno mismo y con el entorno. La felicidad se construye en el intento de armonizar las necesidades del propio yo con el universo y con el Creador. La felicidad aunque  fugaz o efímera, es aceptar lo mucho o poco que somos o tenemos y tratar de encajarlo o sincronizarlo con las exigencias propias y externas. Hay que luchar para logarlo ¡porque! ¡que difícil es que la gente comprenda esto!

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