“DECENCIA DIGNIDAD O VERGÜENZA”
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. Zenair Brito Caballero (britozenair@gmail.com)
En vísperas de la inscripción de
los candidatos a las elecciones presidenciales del próximo 7 de octubre, ya
se ven las tendencias, unos con marchas, otros con las redes sociales. Total,
cada uno se acomoda a las circunstancias, pero el fin es el mismo lograr la
silla presidencial. En medio de tanto alboroto, regocija comprobar que la
oposición ya tiene marcada su ruta por donde irá la marcha a acompañar a
Henrique Capriles Radonski a su inscripción en el CNE.
Siendo cierto que "el hábito
no hace al monje “o “la camisa roja al revolucionario” no lo es menos que
debajo de un aspecto jovial, juvenil, de un excelente léxico, de preparación
política, gerencial, legislativa y de una clara inteligencia, se encuentra un
ser humano en cuyo fondo subyace la dignidad que le es propia, tanto a él
como a sus seguidores por el solo hecho de ser personas sensatas que buscan
un camino para el logro del progreso para Venezuela.
Sobre esta base de dignidad
nuestra nación en épocas postreras, ha
levantado el andamiaje de los poderes morales o derechos humanos, cuya
defensa, al provocar consensos y disensos, conflictos y ofensivas, confirma
que cada individuo, cada comunidad y cada pueblo quieren arrogarse la razón,
pretendiendo convertirse en depositarios de la verdad.
Si se acepta este orden conceptual
y que todas las personas poseen iguales deberes y derechos, entonces todas
tienen lo mismo qué perder: ¡Su dignidad! ¡Su decencia! De lo expuesto se
deduce la insensatez de los que dicen llamarse socialistas-comunistas,
quienes aducen que sus seguidores deben arriesgarlo todo por ellos, ya que la
máxima expresión de sacrificio encarnada en los acompañamientos, sólo la
ejercen quienes habiendo sido aleccionados, adoctrinados para renunciar a su
vida e integridad, lo arriesgan todo por su defendido.
Si está confirmado que no todo lo
que brilla es oro, de manera similar, no por ostentar poder o tener, se posee
mayor dignidad, reflexión que ayuda a reivindicar derechos violados,
condiciones ultrajadas, mancilladas, marginaciones deshumanizadas,
rotulaciones humillantes, discriminaciones desconocidas y dignidades
perdidas.
Nacidos para volar, los seres
humanos debemos reclamar siempre respeto por las alas, ya que de no ser así,
luego de atrofiar el vuelo, lo que sigue es arrastrarse, tal y como lo hacen
quienes por no abrirse otros campos en la vida, se impelen a través de
conductas y comportamientos serviles con los que confirman su bajeza y
mezquindad.
Se arrastran, por ejemplo, los
trabajadores regalados, los sindicalistas vendidos, los militares genuflexos,
los ministros focas, los periodistas aliados al poder, los politiqueros
oportunistas, los correveidile que actúan en función de sus propias conveniencias
y, en fin, quienes deponen su dignidad por defender un mendrugo. ¡Pobres pero
honrados!, dirían los abuelos, a lo que puede agregarse: ¡pobres pero
dignos!, o lo que es igual ¡Decencia, dignidad o vergüenza!. ¿Qué queremos
para Venezuela? ¿La inmoralidad, la corrupción, la delincuencia y el hundimiento del país? ¿O la libertad,
la paz, el decoro, la lucha contra la delincuencia y contra la corrupción?
Hay un camino EL DEL PROGRESO
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