sábado, 7 de diciembre de 2013

¡ES HORA QUE LOS VENEZOLANOS ABRAN LOS OJOS Y DESPIERTEN DE UN MAL SUEÑO!

¡ES HORA QUE LOS VENEZOLANOS ABRAN LOS OJOS Y DESPIERTEN DE UN MAL SUEÑO!
Zenair Brito Caballero
La calidad de la democracia se mide por el volumen de mentiras de los políticos. En tiempos electorales este volumen crece de tal manera, que nuestro mal llamado socialismo del siglo XXI se asfixia, se intoxica, de puros engaños y mentiras.
Llama la atención la facilidad con que los politiqueros gubernamentales rojos-rojitos socialistas-comunistas, mienten, engañan, falsifican. No hay pudor, decoro, decencia,  no hay moral, no hay consideración para una sociedad que salió de una llamada IV República calificada por los revolucionarios como perversa y corrupta, para caer en una dictadura socialista-comunista de la mentira, de la farsa y del disimulo. Una mejor o quizás peor que otra.
Sus efectos son similares: Destruyen la base social sobre la que se asienta la esperanza de miles de venezolanos por un país mejor. En estos días — como en el pasado y seguramente como en el futuro los políticos socialistas-comunistas en el afán desesperado por continuar en el poder, no hacen otra cosa que engañar, falsear y desnaturalizar. Si hiciéramos un catálogo de sus promesas tendríamos un serio competidor con los cuentos de Las mil y una noches.

Llama la atención que los ciudadanos partidarios al socialismo-comunismo, asistentes a los actos proselitistas — con periodistas incluidos no acierten a preguntar a los candidatos a alcaldes y concejales del PSUV ¿de dónde sacarían los recursos para cumplir por lo menos con una parte de lo prometido?

Y en tren de preguntas, sería oportuno averiguar también ¿dónde encuentran tanto dinero? Mienten cuando proyectan un programa de gobierno municipal, a sabiendas que no lo van a cumplir, como no lo hizo en 15 años el finado Chávez, ni lo ha hecho Nicolás Maduro  en 8 meses de gestión gubernamental, como propuestas al país.

Total amigos lectores, repetirán después algunas de estas frases: “Se nos han dado datos falsos,” “creíamos que era otra la realidad,” “Hemos pensado que la cosa sería más fácil, pero había sido que...” En fin, los pretextos que el pueblo venezolano ha escuchado siempre. Y persistentemente con infinita paciencia.

Todos los politiqueros rojos-rojitos están unidos por la impudicia de la mentira. Son Inseparables, por continuar disfrutando de las mieles del poder. A sabiendas que ninguno de ellos llegará solo, sin embargo se abren distancias y se cavan abismos entre correligionarios.

En las reuniones se mienten los unos a los otros. Después, a través de la prensa, la radio o la televisión, con sus mentiras desorientan y confunden a la opinión pública. Para peor, los adherentes al gobierno socialista-comunista creen, o hacen creer que creen, en las mentiras de sus dirigentes. Son lo que los psicólogos llamamos mitomanía, que es un trastorno psicológico que consiste en mentir de manera compulsiva y patológica.

El mitómano falsea la realidad para hacerla más soportable e incluso puede tener una imagen distorsionada de sí mismo, generalmente con delirio de grandeza (lo que produce una gran distancia con la imagen real). Lo habitual es que el mitómano mienta sin valorar las consecuencias de sus mentiras. Por eso adopta a la mentira como parte de su comportamiento social y crea sistemas falsos para sostener todos sus engaños.

El mitómano miente para ganar prestigio, manipular a los demás o hacer daño. Es importante tener en cuenta que no se trata de un trastorno inofensivo, sino que tiene efectos negativos tanto sobre quien padece la mitomanía como por su entorno.

El pensador norteamericano Michael P. Lynch dice en su libro “La importancia de la verdad para una cultura pública decente”, que “creemos que el mentiroso está contando sinceramente su verdad y, al creerle, cedemos parte de nuestra libertad en función de la mentira. Pasamos a estar sometidos a la voluntad del otro.”

Cada día cedemos parte de nuestra libertad de la manera más escandalosa: Alquilando cédulas de identidad, votando por personajes notoriamente corruptos, o haraganes, o analfabetos funcionales, en cuyas manos transferimos nuestro futuro.

Tal vez muchos expertos sociólogos, psicólogos sociales  y  politólogos puedan explicarnos este extraño cambio de comportamiento, que se da en muchos ciudadanos: Se molestan porque sus necesidades más urgentes no son resueltas, pero cuando tienen la ocasión de forzar el cambio, depositan nuevamente sus votos al partido que gobierna y a favor de las mismas personas a quienes responsabilizan de sus padecimientos. Creo que es así, porque tales ciudadanos viven envenenados por las mentiras que escuchan de los rojos-rojitos socialistas-comunistas y no quieren, o no procuran, desintoxicarse. Es hora que los venezolanos abran los ojos y despierten de un mal sueño.

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